Aludiendo el fracaso a que los muñecos no podían mover sus brazos, para hacer funcionar el traje correctamente, Franz Reichelt decidió probar él mismo su invento. Ante la negativa de las autoridades de la Torre, Reichelt acudió a la Policía de Paris, quienes paradójicamente le otorgaron un permiso para realizar la alocada hazaña.
Finalmente, durante la mañana del 23 de febrero de 1912 una numerosa cantidad de curiosos estaban al pie de la torre Eiffel, deseosos de saber si el experimento de Reichelt funcionaba. El soñador se ubicó en lo alto de la torre convencido de que iba a realizar una increíble proeza. Volar!.
Así, se lanzó a las 7:05 Hs. y en un breve lapso de tres segundos, el joven sastre se estrelló en la calzada dejando un agujero de 35 centímetros de diámetro.