Mitos y verdades sobre la vacunación

Cuando aparecen las vacunas , las enfermedades infecciosas ya prácticamente han desaparecido debido al cambio en habitos de higiene, salubridad y alcantarillado, mejora de la alimentación ….etc. Fuente : La verdad sobre la vacunación

NADA que ver con lo que nos han vendido durante años: Contrariamente a lo que se pueda haber oído, aún por parte de aquellos que demandan la interrupción de la vacunación obligatoria en Estados Unidos, las vacunas no previenen enfermedades. La supuesta y publicitada “erradicación” de enfermedades como la viruela y la polio, o la meningitis Hib es un mito que ya ni el estudio más firme en favor de la vacunación puede sostener.

La viruela estaba desapareciendo, de hecho, las epidemias habían desaparecido décadas antes de que la OMS decidiera poner en marcha la campaña de “erradicación” final. También está documentado que las epidemias más grandes se han dado en poblaciones altamente vacunadas, no siendo así en aquellas comunidades no vacunadas. La viruela sigue apareciendo, aunque a una escala mucho menor, particularmente en países que sufren situaciones extremas como guerras o dificultades económicas como en Africa, India y otras partes de Asia (Nepal).

El mismo factor que terminó con la peste bubónica, contra la cual no se ha realizado ninguna vacunación masiva, acabó con la viruela, sobre todo una alimentación mucho más adecuada, principalmente con mayores niveles de vitamina C en las poblaciones del Viejo y el Nuevo Mundo.

La difteria por ejemplo desciende en una pais vacunado(Canada) y en otro no vacunado – JAPON. Las epidemias no se expanden así sin más. Toda enfermedad precisa determinadas condiciones, para llegar a provocar una epidemia. Si no se dan estas condiciones, desaparece o ni siquiera se llega a dar.

La lepra por ejemplo, estuvo muy difundida en la Edad Media a pesar de ser poco contagiosa. Se extendió sobre todo en las ciudades, donde había que vivir en un espacio muy reducido, dado que las murallas de la ciudad no permitían una ampliación de las habitaciones. Cuando más tarde las ciudades sobrepasaron los muros… desapareció también la lepra.

Con la peste sucedió lo mismo:(Esta enfermedad se propaga con ayuda de los parásitos propios del hombre como la pulga (Pulex irritans) o el piojo (Pediculus capitis, P. vestimenti) que se infectan también y contribuyen a la transmisión de la enfermedad). En la Edad Media, la mayoría de las personas dormían sobre suelos de paja, normalmente en casetas de barro. Las camas solo eran un lujo para privilegiados. Cuando el aumento del estado económico permitió la expansión de casas de piedra y camas para una gran parte de la población, desaparecieron las ratas de los dormitorios, y con ellos también la peste.

Si vemos la curva de mortalidad infantil en por ejemplo Hamburgo desde 1821 hasta hoy, nos damos cuenta de que primero aumenta en forma ondulada, para alcanzar en 1892 su punto más alto, con más de un 30% , durante la gran epidemia de cólera. A partir de entonces, la mortalidad infantil se redujo rápidamente (con interrupciones durante las dos Guerras Mundiales) y en 1956 bajó por primera vez a un 2%.

¿Qué había sucedido? No se había descubierto una “vacuna contra la mortalidad infantil” (si hubiese existido algo así, se hubiese empelado la curva como “prueba” para la eficacia de la vacuna). No, a partir de 1893 fue implantada en el río Elbe la filtración de arena del agua potable ¡lo que llevó al descenso de la mayoría de las enfermedades infecciosas!

El profesor de medicina social de la Universidad de Birmingham, Thomas McKeown, verificó en su libro “El significado de la medicina”, que el descenso de epidemias y enfermedades infantiles en Europa comenzó hace más de 200 años, mucho antes de que se introdujeran las primeras vacunas. La razón parece obvia: Durante miles de años la humanidad ha tenido hambre, lo que provocó una debilitación de las defensas.

A partir de la mitad del siglo XVIII se consiguió reducir el hambre, gracias a la nueva agricultura y sobre todo a la importación del cultivo de papas y maiz.

Debería quedarnos claro, que en la historia de la humanidad es completamente nuevo (¡sólo hace tres décadas!) que en Europa occidental ya nadie tiene que pasar hambre o vivir en malas condiciones higiénicas. No sólo la peste y la lepra, también el cólera y la escarlatina habían desaparecido casi por completo del oeste de Europa, antes de que se vacunaran. Lo mismo es válido para la sífilis y la gonorrea, para las cuales no existen vacunas.

La polio no se ha erradicado con la vacunación, sino que se oculta detrás de una re-definición y nuevas denominaciones de diagnóstico tales como meningitis viral o aséptica. Cuando se probó la primera vacuna inyectable contra la polio en aproximadamente 1.800.000 niños de Estados Unidos en 1954, en el transcurso de 9 días se produjo una enorme epidemia de polio paralítica en los niños vacunados y algunos de sus padres, además de otras personas que habían estado en contacto con los niños. El Inspector General de Sanidad de EEUU interrumpió la prueba durante 2 semanas.

Entonces los vacunadores acordaron una nueva definición de poliomielitis. La vieja definición, la clásica: enfermedad con parálisis residual que se resuelve dentro de los 60 días había sido modificada por: enfermedad con parálisis residual que persiste por más de 60 días. Conociendo la realidad de la enfermedad de la polio, esta excelente aunque deshonesta jugada administrativa excluyó a más del 90% de los casos de la definición de polio.

Desde entonces, cuando una persona vacunada contra la polio contrae la enfermedad, no se le diagnostica polio, sino meningitis viral o aséptica.

Artículo extraido de : Misterios y Revelaciones

Una nueva obra de Leonardo Da Vinci

Tra seis meses de análisis el investigador Pascal Cotte y el profesor de historia del arte de la Universidad de Oxford Martin Kemp están seguros de que la obra «‘La Bella Principessa», fue realizada por el increible artista italiano Leonardo Da Vinci.

Pascal Cotte, es un distingido y reconocido científico y gran reconocimiento internacional en el análisis de este tipo de obras destacando entre sus estudios el de la popular «Mona Lisa» y para el cual utilizó una cámara con 240 millones de píxeles con la cual desentrañó 25 secretos del famoso cuadro.

Para atribuir esta obra a Da Vinci, se realizaron numerosas pruebas científicas a través de las cuales se pudo determinar los materiales con los que fue realizada e incluso confirmar que fue pintada con la mano izquierda, de la misma manera que el propio Leonardo Da Vinci pintaba sus cuadros.

La prueba más relevantefue una huella dactilar que coincide con la que fue encontrada en otra de las obras del artista en el Vaticano, confirmando además tras un análisis químico que se trataba de la misma tinta en ambas huellas.

La obra fue adquirida hace ya varios años por un coleccionista en una subasta en 21.000 dólares. Ahora se estima que su valor podría ascender a los 200 millones de dólares.