Saber es no creer…

Muchas veces me preguntan, como si fui seminarista hoy no creo en dios, o al menos en una religión.

Solo atino a contestar con preguntas:

  • ¿Porqué las cosmogonías modernas no necesitan de un hacedor?
  • ¿Porque nada razonable incluye la idea de la deidad?
  • ¿Porqué en las relaciones causa y efecto, desaparece la noción del pecado?
  • ¿Porque es raro encontrar un científico de fuste que en la privacidad se declare creyente?
  • ¿Porqué las religiones en su mayoría, ni quieren oír hablar de terapias de vidas pasadas?
  • ¿Porqué las iglesias están vacías?
  • ¿Porqué a mayor ignorancia más fanatismo?
  • ¿Porqué los servicios religiosos son casi totalmente escuchados por viejas matronas?

Hay un puñado más de preguntas, pero contestando estas, sabrán certeramente, porque saber nunca será creer.

Es así que el creacionismo está muriendo, el Islam es fenómeno de fanatismo y terrorismo y la Iglesia cristiana tiene en el actual Papa, a su último exponente, vaticinado por dos creyentes: San Malaquías y Nostradamus.

He hecho la regresión a las vidas pasadas, experiencia siquiátrica, científica y verificable en sus curaciones y en sus revelaciones, en tanto las vidas anteriores se hayan vivido en lugares muy civilizados, con registros diversos y construcciones, ropajes y objetos verificables.

En nuestro espacio-tiempo, nuestras acciones se desarrollan dentro de la férrea causa y efecto. No hay lugar para “premios y castigos” que relatan las religiones. Nuestro accionar es otra cosa, con todas las implicancias que esto conlleva.

La conexión con el llamado libro akáshico, permite expandir la mente a otras dimensiones, más allá de las frecuencias, y mucho de lo que se recoge, son revelaciones que al pasar el tiempo, van sucediendo. (Dentro siempre de la mayor o menor habilidad del humano que pregunta.).

Sin embargo, aquí tampoco hay un dios, ni esperamos que exista, porque no es necesario, porque de existir, no sería perfecto, nuestra existencia coarta la perfección de todo. La creación sería un acto de imperfección invalidante, en fin, se lo mire por donde se lo mire, la noción de dios, ya no tiene cabida.

por Manlio E. Wydler