El Area 51

El Área 51 es una base militar y un destacamento remoto de la Base de la Fuerza Aérea de Edwards. Las instalaciones están ubicadas en una región sureña de Nevada, al oeste de Estados Unidos y a unos 133 km al noroeste de la ciudad de Las Vegas. Situada en el centro, a largo de las tierras baldías de Groom Lake, es un vasto aeródromo militar secreto. La principal finalidad de la base es la de apoyar el desarrollo de sistemas de armas y llevar a cabo pruebas con aeronaves experimentales. El secreto que rodea a la base y la política contradictoria del gobierno de los Estados Unidos afirmando que tal base no existe, ha llegado a convertirse en el tema principal de las teorías de conspiración y el fenómeno OVNI. Entre sus usos también parece estar el asignado por la CIA como uno de los puntos desde el cual partían vuelos espía en dirección a la URSS.

El nombre Área 51 proviene de una división en zonas que hizo el gobierno estadounidense para la administración de servicios con la intención de designar una porción del desierto de Nevada. Otros nombres con los que se conocen las instalaciones son: Dreamland, Paradise Ranch, Home Base, Watertown Strip, Groom Lake y Homey Airport. La región es parte de la Zona de Operaciones Militares de Nellis y conocido por los pilotos militares como «The Box» o «La Caja».

Geografía del Area 51

El Área 51, es una sección de terreno de aproximadamente 155 km² ubicada en el Condado de Lincoln (Nevada), EE. UU. Forma parte del vasto complejo de Nellis (12139 km² / 4687 sq. m) o NRC – Nellis Range Complex. El área consiste en gran parte en el ancho Emigrant Valley, enmarcado por las montañas Groom y Papoose.

Entre estas dos montañas yace el Lago Groom (37° 16′ 05 N 115° 47′ 58 W), una base seca del lago con fuerte álcali, de 5 km de diámetro. Existe una gran pista en la esquina sudoeste del lago (37°14′ N 115°49′ W), con dos caminos de cemento, de los cuales uno se extiende en la base del lago, y dos caminos sin pavimento se extienden sobre el mismo lago.
El Área 51 comparte los límites con la región de la Planicie de Yucca en el sitio de pruebas de Nevada o NTS (Nevada Test Site), la ubicación de muchas pruebas de armamento nuclear del Departamento de Energía de los Estados Unidos. Las instalaciones de almacenaje de la Montaña Yucca están aproximadamente a 64 km al sudoeste del Lago Groom. Continuar leyendo «El Area 51»

El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain

La experiencia que vivieron dos inglesas durante una visita a Versalles en verano de 1901 fue discutida durante muchos años. Las señoritas Moberley y Jourdain afirmaban haber retrocedido al siglo XVIII, en plena época de María Antonieta.

Cuando las señoritas Moberley y Jourdain visitaron el palacio de Versalles el 10 de agosto de 1901, todo parecía normal, al principio. Después de visitar la Galería de los Espejos atravesaron el parque, buscando el Pequeño Trianón, la mansión aislada que había pertenecido a María Antonieta. Fue entonces cuando se encontraron en lo que parecía otra época.

En una cálida tarde de agosto de 1901, dos maestras de mediana edad, las señoritas Anne Moberley y Eleanor Jourdain, decidieron aprovechar sus vacaciones en París para visitar el palacio de Versalles, que ninguna de las dos conocía. Ambas se interesaban por la historia y poseían cierto nivel cultural, ya que la señorita Moberley era directora del Instituto St Hugh, y la señorita Jourdain, de una escuela de niñas en Watford. Ninguna de las dos tendía a ser crédula ni neurótica.

Después de recorrer el palacio se sentaron a descansar en la Galería de los Espejos. Las ventanas abiertas y el aroma de las flores las incitaron a volver a salir, esa vez en dirección al Pequeño Trianón, el palacete que Luis XV construyó en los terrenos de Versalles, y que su sucesor, Luis XVI, regaló a la reina María Antonieta. Llegaron a un lago alargado, a cuya derecha había un bosquecillo con un claro, y después a otro estanque, junto al cual se levantaba el Gran Trianón, palacio construido por Luis XIV. Lo dejaron a su izquierda y llegaron hasta un sendero cubierto de hierba.

No estaban seguras del camino y, en vez de bajar por el sendero, que llevaba directamente al Pequeño Trianón, lo cruzaron y siguieron por un sendero lateral. La señorita Moberley vio a una mujer asomada a la ventana de un edificio que había en un recodo del sendero; sacudía una tela blanca. La inglesa se sorprendió al ver que su amiga no se detenía a preguntarle el camino. Después se enteró de que la señorita Jourdain no lo hizo porque no había visto ni a la mujer ni el edificio.

A esas alturas, las dos mujeres no tenían conciencia de que sucediera algo extraño, y conversaban animadamente sobre temas que no tenían nada que ver. Doblaron a la derecha, pasaron junto a unos edificios y distinguieron el final de una escalera tallada al otro lado de un portal abierto.

No se detuvieron, sino que tomaron el sendero central de los tres que había delante de ellas; la única razón para que lo hicieran fue la presencia de dos hombres que parecían estar trabajando allí, con una especie de carretilla y una pala puntiaguda. Parecían jardineros, aunque las mujeres pensaron que vestían de forma rara; llevaban largas chaquetas gris verdoso y tricornios. Los hombres les dijeron que siguieran en línea recta y las amigas continuaron como antes, absortas en su conversación. Continuar leyendo «El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain»

El material “asesino” que se encuentra en tu celular

Mientras el primer mundo consume con avidez cualquier información que tenga que ver con la llegada del próximo iPhone, la noticia de un accidente en un yacimiento en Indonesia que causó la muerte a seis mineros no parece importar mucho. Pero resulta que las dos noticias están relacionadas de una forma siniestra.

Bloomberg Bussinessweek ha publicado un reportaje en el que se investiga a fondo la cadena de extracción y suministro mundial de estaño, un metal que se utiliza en la soldadura de diversos componentes de aparatos como teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores.

Gran cantidad de este material procede de minas peligrosas y a menudo ilegales en la isla indonesia de Bangka. Mientras en los lugares más pudientes del planeta los compradores hacemos la vista gorda y solo nos preocupamos por si nuestra compañía de teléfono subvenciona parte del precio de nuestro caro móvil, en ese remoto lugar el ecosistema está siendo alterado de una manera brutal: el campo está siendo destruido y la pesca -la principal forma de ganarse el dinero de los habitantes de Bangka- se está viendo seriamente afectada por culpa de las embarcaciones con dragas que literalmente acuchillan el fondo marino en busca de estaño.

La media docena de muertos a los que hacíamos referencia al principio fallecieron esta pasada primavera por culpa de un desprendimiento de tierra en una mina que había sido mal construida.

Irónicamente, las grandes empresas de tecnología compran estaño a las compañías mineras de Indonesia porque en teoría ofrecen más seguridad para sus trabajadores que las excavaciones africanas. En ese continente, los ‘minerales de conflicto’ son el motivo de guerras entre diferentes facciones.

¿Esperanza para el futuro?

A pesar del negro presente en el que nos encontramos, con mineros que se juegan la vida por un salario ínfimo y en unas condiciones insalubres, en Estados Unidos se ha aprobado una medida que puede hacer que la esclavitud provocada por los ‘minerales de conflicto’ acabe. La Securities Exchange Commision, un órgano encargado de supervisar diferentes aspectos de la industria norteamericana, va a obligar a partir de 2013 a que todas las empresas estadounidenses hagan públicos los acuerdos que han firmado con otros países sobre la extracción de minerales.

Con esta norma los ciudadanos de naciones del tercer mundo sabrán el dinero que están recibiendo por las explotación de sus materias primas, y si coincide con el precio de mercado. Así, se espera que se acaben los negocios oscuros y los tratos injustos con estos países, y que los estadounidenses puedan conocer cómo se las gastan sus multinacionales a la hora de comprar materia prima.

También es una medida que busca pacificar determinados países, como la República del Congo, en donde supuestamente los grandes compradores minerales financian a grupos rebeldes para poder controlar las explotaciones mineras y conseguir un buen precio en minerales como el oro, la casiterita y la wolframita.

Pero hasta que llegue el día en el que las compañías paguen un precio justo por las materias primas, los trabajadores cobren un salario digno y no se produzcan más muertes por culpa de los minerales, tendremos que vivir con la vergüenza de que nuestros flamantes aparatos contienen materiales manchados de sangre.

Por Nestor Parrondo / Yahoo! Finanzas España