La Leyenda de los niños de ojos negros

Los Niños de Ojos Negros (del término inglés: Black-Eyed Children o Black-Eyed Kids) son descritos como personas jóvenes, casi siempre niños; con ojos de un color negro absoluto y sin diferenciación entre la esclera, la pupila o el iris. Los diversos reportes de encuentros con estos seres alrededor del mundo coinciden en una sola cosa: que los niños son rodeados por un aura casi sobrenatural y siempre peligrosa.

A veces los reportes hablan de un encuentro con uno o dos, siempre descritos como niños confiados y elocuentes que intentan persuadir a la víctima para que los deje entrar a su hogar para usar el teléfono, para descansar o un sinfín de excusas más; incluso hay historias en las cuales ‘piden’ ser acompañados o que se les de un aventón a casa. La víctima entonces comienza a estar de acuerdo con sus peticiones, aún si aparecen algo perturbadoras; o al menos hasta que notan que los ojos de los niños son completamente negros.

Y si es que el niño se da cuenta de que la víctima lo ha notado, comienzan a actuar de forma enojada e insistente; al grado que algunos testigos creen que los niños pueden estar usando alguna especie de control mental de bajo nivel para obligarlos a acceder, o que de alguna forma tienen habilidades hipnóticas.
No existe una descripción o un concenso de qué puedan ser, o que explique el porqué el color de los ojos; y las múltiples teorías van desde fantasmas, demonios, vampiros e incluso alienígenas que buscan aparecer ‘comunes’ ante sus víctimas (similar a la descipción de Slender Man y su apariencia básica); pero todos los testigos están de acuerdo en que los niños de alguna forma buscan acceder a una casa o vehículo, y que son incapaces de entrar por su cuenta (compárese con algunas leyendas de vampiros).

El origen de la leyenda data del 16 de enero de 1998, publicada por el periodista Brian Bethel en una página web que trataba sobre encuentros paranormales.

La leyenda narra lo siguiente:

“Era de noche, recordé que adeudaba la cuota mensual de Internet y para evitar un indeseado corte, decidí ir al centro comercial donde la empresa tenía un buzón para pagos fuera del horario comercial.

Al lado de la antigua sede de Camalott Communications, en Abiline, se hallaba un cine, que en ese momento proyecta Mortal Kombat, así que estacioné frente a la marquesina para aprovechar la luz y escribir el cheque, cuando de repente alguien golpeó la ventana del acompañante.

Volteé la cabeza y vi que había dos niños observándome. Era difícil determinar su edad exacta, pero tendrían entre 10 y 14 años. Pensé que me iban a pedir unas monedas e inesperadamente sentí pánico. (…) Fue algo indescriptible que nació desde lo más interno y primitivo de mi ser.

El chico más alto sonrió y eso me heló aún más la sangre. Sabía que algo no estaba bien, pero no sabía qué era. Por inercia bajé el cristal y pregunté qué necesitaban. El chico sonrió aún más y pude ver que sus dientes era muy, muy blancos.

‘Hola, señor, tenemos un problema’, respondió, mientras el otro chico permanecía mirándome fijo, en silencio. La voz era la de un joven, pero su dicción era calma, tal vez muy aplomada para su edad. Sentí ganas de irme, pero no puede evitar seguir oyéndolo. ‘Verá, mi amigo y yo queríamos ver la película, pero olvidamos nuestro dinero’, continuó. ‘Necesitamos ir a nuestra casa por él. ¿Nos llevaría?’

‘…Uh, bueno…’, fue lo mejor que pude decir. Aquí es donde la historia se vuelve más rara porque su compañero silencioso lo miró con una mezcla de confusión y culpa en el rostro. Parecía algo sorprendido porque no abrí la puerta de inmediato. El hablante me miró algo perturbado, como si supiera que estaba buscándoles algo raro. ‘Vamos, señor…’, dijo de nuevo, suave como la seda.

‘(…)¿Qué película quieren ver?’ pregunté finalmente. ‘Mortal Kombat, por supuesto’, contestó.‘Claro’, respondí y miré rápidamente la marquesina y el reloj en mi auto. La película había empezado una hora atrás y era la última función de la noche. Me interrumpió y dijo: ‘Vamos, señor… déjenos entrar. No podemos entrar hasta que nos deje (…). Solo déjenos entrar y nos iremos antes de que lo sepa. Iremos a la casa de nuestra madre’.

Me di cuenta de que mi mano estaba en la manija de la puerta, casi por abrirla, cuando la retiré de manera violenta por algo, por algo que me obligó a no mirar a los niños. Y cuando los miré nuevamente, cuando mi mente volvió en sí, vi por primera vez sus ojos. Eran negros como el carbón. Sin pupila y sin iris. Sólo dos orbes negros que reflejaban la luz roja y blanca de la marquesina.

El joven silencioso tenía una expresión de horror que parecía indicar dos cosas: ocurrió lo imposible y se dio cuenta. El mayor aparentó furia y reiteró: ‘Vamos, señor. No lo lastimaremos. Tiene que dejarnos entrar. No tenemos armas…’.

Esto me asustó a más no poder. Con ese tono prácticamente estaba diciéndome ¿No necesitamos un arma’. Elevó la voz y con palabras que mezclaban enojo y pánico dijo por última vez: ‘¡No podemos entrar si no nos… da… permiso!’. Ya tenía la mano sobre la palanca de cambio y arranqué en reversa a toda velocidad. Cuando volteé para verlos bien. Habían desaparecido.

En todos los años venideros, Bethel no volvió a vivir un hecho así y es al día de hoy que sostiene esta historia. ¿Qué le pasó esa noche? ¿Qué hubiera pasado si dejaba subir a esos niños a su coche? Una de las cosas que más atemoriza al periodista es que relatos como el suyo hay muchos.

Lo cierto es que no nadie sabe con exactitud quiénes son estos espeluznantes seres ni la razón del color de sus ojos. Las múltiples teorías apuntan a lo paranormal y hablan de fantasmas, demonios y vampiros.

Incluso, algunos se aventuran a afirmar que se trata de alienígenas. Pero en lo que todos los testigos coinciden es en que se trata de jóvenes que de alguna manera buscan ingresar a espacios privados -una casa, un vehículo-, incapaces de hacerlo si las personas que se encuentran en ellos les niegan el permiso para hacerlo.

Qué ha ocurrido con los que accedieron al pedido, nunca lo sabremos…

Avistan supuestos humanoides en el sur de Chile

Extraños seres que medirían entre dos metros y medio y tres metros de altura han sido supuestamente vistos por lugareños en los últimos años.

El programa de YouTube “Lo que habita en las sombras”, publicó hace pocos días en la red un extraño caso de tintes paranormales que habría involucrado, el pasado 19 de diciembre, a dos hermanos en el sur de nuestro país. Según informó, un joven estudiante de 24 años identificado como Miguel, quien estudia en una universidad de Concepción, regresó a su hogar ubicado en un sector rural de la región de la Araucanía para pasar las fiestas de fin de año junto a su familia.

Miguel, a poco de llegar, junto a su hermano Patricio, de 14 años, decidieron en una tarde especialmente calurosa pasear en bicicleta por los bosques aledaños. Cuando llevaban ya una hora de viaje, escondieron sus bicicletas en un arbusto para adentrarse en medio del bosque en busca de una de las tantas vertientes que hay en el lugar para refrescarse. Luego de localizar la fuente de agua y descansar durante un par de horas en el bucólico lugar, Miguel propuso regresar en vista de que comenzaba a oscurecer. Sin embargo, cuando volvieron sus pasos por el mismo sendero por el que habían llegado, los dos hermanos sintieron a sus espaldas un extraño sonido, como de dos piedras chocando. Cuando se volvieron quedaron pasmados con lo que vieron. Frente a ellos estaban dos supuestos seres humanoides que los miraban fijamente. Según la descripción que hicieron posteriormente, estos seres medían unos tres metros de altura, tenían unos brazos largos y una expresión terrorífica en sus rostros, donde destacaban el tamaño desproporcionado de sus bocas. Sus cuerpos, además de estar cubiertos de una especie de overol verde muy ceñido, desprendían una especie de aura de calor muy intensa, similar a la sensación que se tiene al estar cerca de un horno o de una fogata.

Miguel relató que la fuerte impresión lo hizo trastabillar, cayendo de espaldas al suelo, mientras su hermano menor comenzaba a sollozar paralizado del miedo. Haciendo un gran esfuerzo, y luego que Miguel tomara a su hermano del brazo, ambos salieron corriendo despavoridos, mientras sentían que los dos extraños seres venían tras ellos. Sin embargo, el episodio no concluyó allí. Luego que llegaran a su casa y le relataran lo sucedido a su madre, se sintió de nuevo el mismo ruido anterior. Cuando Miguel se asomó por la ventana, vio a las dos figuras que observaban atentamente la casa. Los seres, finalmente, se quedaron inspeccionando el lugar un buen rato antes de desaparecer entre el bosque.

Este insólito reporte hizo recordar de inmediato un episodio bastante similar que se registró el 27 de febrero del 2010 (el mismo día en que ocurrió el devastador terremoto que asoló al centro y sur de Chile), en la playa de Cobquecura, en la Octava Región del país. Según relató a la prensa una dueña de casa identificada como Carmen Carmona, “a eso de las 6:45 de la mañana estaba abriendo el portón de mi casa de veraneo cuando se me ocurrió mirar hacia el océano. En ese momento aparecieron tres seres que entraban al mar. Llamé a mi marido y a mi hermana y les pregunté si estaban viendo lo mismo que yo y dijeron que sí. Nos pareció extraño que a esa hora hubiera alguien en la playa, pues toda la ciudad había subido a los cerros porque las autoridades habían dado órdenes expresas de abandonar todas las viviendas en la costa por el peligro de un tsunami. Cuando los vimos con más atención nos percatamos que eran muy altos, medían unos dos metros y medio de altura, lucían delgados y eran de un color azul oscuro brillantes. Sentimos mucho miedo, pero por suerte en ese preciso instante llegó mi sobrino y nos llevó a una zona alta de la ciudad. Lo extraño es que un mes antes de este incidente, una noche vimos una luz potente entre los cerros que iluminó casi completamente nuestra cabaña”.

El fantasma de Paul Walker aparece en la grabación de Rápido y Furioso 8

Paul Walker, la estrella de la exitosa franquicia cinematográfica “The Fast and the Furious” (“Rápido y Furioso”), falleció el 30 de noviembre de 2013, luego que el Porsche de carrera GT en el que se movilizaba se estrellara a más de 160 kilómetros por hora contra un muro de concreto en la localidad de Valencia, en California, Estados Unidos. El rubio actor de 40 años, quien falleció en ese accidente de tránsito junto a su amigo y consejero financiero Roger Rodas, había alcanzado gran popularidad mundial gracias a su personaje de Brian O’Conner en las primeras seis partes de esa saga cinematográfica, dejando inconclusa su participación en la séptima parte de la franquicia (había grabado la mayor parte de sus escenas), la que sólo pudo terminarse usando el sistema de CGI que pudo reconstruir digitalmente la imagen de Walker para culminar las escenas que habían quedado inconclusas, dándole a su recordado personaje un despedida digna de un intrépido héroe de las carreras de autos.

Sin embargo, recientemente numerosos medios reprodujeron una insólita información: parte del equipo que se encuentra actualmente rodando la octava parte de la saga “Rápido y Furioso” habría visto al fantasma del fallecido Paul Walker deambulando por el set de grabación. Y para probarlo, los mismos medios reprodujeron una sorprendente fotografía donde puede verse la silueta transparente del actor, quien aparece de espaldas al lado del actor Vin Diesel, quien interpreta en la saga al audaz corredor Dominic Toretto, y de otros miembros del reparto. La noticia, por cierto, causó sensación en las redes sociales, aunque los más escépticos opinaron que sólo se trataba de un photoshop y de una estrategia de marketing de los productores para publicitar la octava película de la exitosa franquicia.

Gary Gray, el director de la película, relató por su parte que “ya han sido dos veces las que lo he visto. La primera vez sólo vi pasar su silueta y, por supuesto, creí que me había vuelto loco. Pero la segunda vez lo vi claramente parado frente al cofre del auto. Sé que era él, porque Paul era único e inconfundible”.