Pánico en San Juan por aparición de fantasma en un cementerio

La foto de un supuesto fantasma que se difundió por las redes aterrorizó a los usuarios.

Se trata de al parecer una misteriosa figura vestida de blanco que fue captada en el cementerio de Jáchal, una ciudad ubicada en el centro-norte de San Juan.

Rápidamente, la imagen comenzó a circular en las redes. Algunos usuarios afirmaron que podría tratarse de un fantasma, pero hay quienes dijeron que se trataba de un montaje. (Contexto Tucumán)

Mirá abajo la foto:

«La mujer del angelito» Una leyenda urbana de Córdoba

Los cocheros que hacían el recorrido entre Alta Córdoba y el Centro contaban con singular espanto terribles versiones que les sucedía a la vuelta al bajar por la avenida Roque Sáenz Peña. Decían que una mujer enlutada a la cual no se le veía la cara marchaba por los rieles en pos del tranvía llevando en sus brazos un pequeño ataúd sobre el cual había un candelero con velas de sebo. Adquirió tanta popularidad esta aparición que en las noches invernales se interrumpió por completo el trafico de peatones y los pocos vehículos que se animaban a pasar por la zona lo hacían acompañados por otro, nunca solos».

Así, el 1º de enero de 1926, en una larga evocación sobre la Córdoba de finales del siglo XIX, La Voz del Interior recordaba a la todavía fresca «Mujer del angelito». La bajada de Alta Córdoba, como se la conocía en tiempos de la aparición paso a ser señalada como la «Bajada del angelito muerto». El barrio hacia poco que se había incorporado a una ciudad que, ya saturada en los alrededores de la plaza San Martín, se atrevía a subir a los altos. La estación de trenes del Ferrocarril Belgrano fue un punto de atracción.

La evocación del diario sostiene que el fantasma desapareció al instalarse en el barrio el R13 de Infantería, aquel cuerpo de artilleros que peleo en la intentona revolucionaria radical del 4 de febrero de 1905.
Pero para Azor Grimaut, en su libro Duendes en Córdoba, aun hasta 1915 se hablaba de la «Mujer del angelito». Entonces, los niños pequeños fallecidos eran tenidos como angelitos y sus velorios eran toda una tradición festiva, celebratoria. Para ellos, los féretros se pintaban de blanco y ese era el color del cajoncito que transportaba la mujer.

Cuenta Azor Grimaut: «El viaducto ferroviario, de noche parecía un enorme bostezo interminable. A los dos lados de la bajada se levantaban como murallones los cortes de las dos grandes barrancas de greda y arena colorada. El transito de vehículos, especialmente pasadas las 11 de la noche, no era nutrido, aunque de tarde en tarde la sensación de que intentaba iniciarse, cuando el tranvía a caballo, mas popularmente conocido como «la carreta», trabajosamente , por el agotamiento de las bestias, iniciaba su ascenso en dirección al norte. Mayorales y cocheros difundieron la versión (de la Mujer del angelito), que no dejo de preocupar hondamente a los supersticiosos, de que, regresar, siempre en el ultimo viaje cuando nadie -aparte de ellos- ocupaba el vehículo, se aparecía, corriendo por el terreno existente entre los rieles, delante de los caballos, una mujer de traje oscuro -quizás negro-, llevando en brazos un cajón fúnebre de angelito…»

El fantasma, según la versión, se deslizaba de acuerdo a la velocidad del tranvía y finalmente a corta distancia del viaducto antes citado desaparecía como desvaneciendose.

Foto de una misteriosa criatura tomada en un cerro salteño

Esta sorprendente fotografía fue tomada por casualidad en una de las escalinatas que llevan hacia la cima del cerro San Bernardo de la ciudad argentina de Salta. Se conoció hace algun tiempo a través de las redes sociales y su autora es una joven salteña.

La toma se realizó aproximadamente a las siete de la tarde, en la escalinata que se encuentra junto al cruce con el cerro 20 de Febrero. Ese día, durante un fin de semana largo, la visita de familiares de otras provincias procuró una visita al cerro vigía de la ciudad. En un tramo de la caminata de ese día, se tomó esta foto. Cuál sería la sorpresa, días después, al ver que en la toma aparecía esta figura de cuya existencia nadie se había dado cuenta en el momento del hecho.