Un taxi que funciona con drones podría ser realidad en las ciudades en 5 años.

El desarrollo está a cargo de la empresa vasca Tecnalia, quien promete que en un plazo de 5 años podrían estar disponibles éstos aerotaxis para el traslado de una persona o cargas de hasta 150 kilogramos de forma autónoma por las ciudades.

Hacia el futuro próximo se vislumbran numerosas maravillas profetizadas sólo en la literatura fantástica. Este es el caso de los coches voladores y robots que realizan tareas domésticas. Hace algunos días, Uber anunció una nueva revolución en el mundo del automóvil, poner en marcha un servicio comercial de taxis voladores sin conductor bajo demanda a partir del año 2013.

El primer taxi volador ya una realidad y ha sido presentado este lunes en San Sebastián a cargo de la empresa vasca Tecnalia, que ha desarrollado un aparato para desplazarse en las ciudades de forma autónoma durante 15 kilómetros con un máximo de 150 kilos o un pasajero. El prototipo está compuesto por una cabina y cuatro drones que se mueven de manera autónoma y coordinados entre si. A una velocidad máxima de 90 kilómetros por hora y una altura de entre 100 y 300 metros. La fabricación ha estado a cargo de un equipo integrado por cerca de una treintena de personas que durante los últimos diez años ha trabajado en el diseño y construcción la nueva aeronave.

Pero éste no es el primero de los prototipos que participan de la carrera por ser el primer auto volador que podamos ver en la cotidianidad. En la actualidad, existen, a nivel mundial otros 5 prototipos entre los que se encuentran Airbus, Boeing, Uber y ahora Tecnalia en España.

Para el caso de Tecnalia, el proyecto se encuentra em fase de negociación con distintos socios industriales para el desarrollo e industrialización del producto final. En un plazo de cinco años, estas aeronaves podrían ser una realidad en ciudades como Los Ángeles, Dallas, Dubai, Singapur y Tokio, que ya estarían comenzando sus primeros vuelos experimentales.

Hunga Tonga, la nueva isla del océano pacífico

A finales del año 2014, en una zona remota del Océano Pacífico, se formó la isla más reciente que existe en nuestro Planeta Tierra. Dicha isla se formó a partir de lava volcánica y según explican un grupo de científicos de la NASA, podría mostrar las claves para encontrar rastros de vida en Marte.

La isla de Hunga Tonga Hunga Ha’apai, surgió a unos 65 kilómetros a noroeste de la capital de Tonga, Nukualofa, a finales del año 2014.

Al principio los científicos esperaban que la isla, creada por material volcánico, fuera barrida por el mar en pocos meses.

Pero la NASA dijo que la isla mostró que era más resistente de lo que se creyó en un principio, posiblemente porque la mezcla entre ceniza y aguas cálidas crearon una sustancia parecida al cemento que se conoce como toba.

Aunque la isla, que al principio medía un kilómetro por dos de largo, con una altura de 100 metros, ha sufrido una erosión significativa, según las proyecciones podría durar entre 6 y 30 años.

Jim Garvin, jefe de los científicos del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, esta isla ofrece una oportunidad muy poco frecuente para estudiar los ciclos de la vida en un espacio recién creado.

Para él, el ambiente de Marte es similar al de una isla volcánica recién emergida del océano.

Un seguimiento de cómo la vida va surgiendo en esta isla podría ayudar a los científicos a identificar lugares donde buscar evidencia de vida en Marte, dijo el experto.

“Esto es algo que nos esforzamos mucho por comprender porque podría haber producido las condiciones necesarias para la vida microbiana”, dijo.

Científicos rusos afirman haber encontrado una bacteria “del espacio exterior” en la Estación Espacial Internacional

Científicos rusos han encontrado bacterias vivas del espacio exterior en la superficie de la Estación Espacial Internacional (EEI). Los microorganismos han sido trasladados a un laboratorio terrestre para ser estudiados. “No creemos que representen ningún tipo de peligro”, aseguró el cosmonauta Anton Shkaplerov a la agencia TASS.

El hallazgo se realizó durante una de las habituales caminatas espaciales que realizan los astronautas de la zona rusa de la Estación Espacial. Con unos bastoncillos de algodón tomaron muestras de la carcasa externa de la nave, especialmente de la zona donde se acumulan los desechos de combustible que se generan cuando los motores están operativos o en lugares donde la superficie de la estación es más oscura.

“No creemos que representen ningún tipo de peligro”, asegura el astronauta Anton Shkaplerov

”El análisis de los bastoncillos ha revelado la existencia de bacterias que estaban ausentes durante el lanzamiento del módulo ISS. Es decir, que han venido del espacio exterior y se han asentado a lo largo de la carcasa. Se están estudiando y parece que no representan ningún peligro para la vida en la tierra“, dijo Shkaplerov. El organismo, que no tiene porque ser extraterrestre, aún no ha sido identificado ni catalogado.

Algunas bacterias terrestres también sobrevivieron en la superficie externa de la EEI pese a que permanecieron durante tres años en el vacío espacial. Estos microorganismos experimentaron, además, cambios bruscos de temperatura de menos 150 a más de 150 grados centígrados.


El cosmonauta ruso Anton ShkaplerovLos astronautas rusos llevan desde 2010 estudiando las paredes exteriores de la estación, un centro de investigación en la órbita terrestre situada a unos 400 kilómetros de la Tierra. En este tiempo han aparecido muestras de plancton del mar de Barents y hasta un microbio especialmente raro que vive en el suelo de Madagascar.

La aparición de microorganismos marinos y terrestres en la superficie de la EEI puede explicarse por el llamado fenómeno de elevación ionosférica, que se produce cuando las sustancias de la superficie de la Tierra ascienden hasta la capa atmosférica superior.