El misterioso caso del primer visitante interestelar

Oumamua fue detectado hace un año y medio. Por su atípica naturaleza, se llegó a postular que podía ser una vela solar extraterrestre, aunque la principal hipótesis es otra

n noviembre de 2017,  el telescopio PAN-STARRS detectó la presencia de un objeto extraño al que se llamó, informalmente, ‘Oumuamua, nombre que proviene del hawaiano y significa «explorador» («ʻou» es «alcanzar» y la partícula «mua», duplicada, significa «primero, antes de»​). Se trata de un objeto interestelar, es decir, procedente de otra estrella de la Vía Láctea y no del Sistema Solar.

¿Cómo es posible saber esto? La primera pista fue su velocidad: se movía demasiado rápido como para que pudiese ser retenido por la gravedad del Sol. La segunda pista fue su trayectoria: era perpendicular al plano orbital del Sistema Solar. El plano orbital es ese plano imaginario en el que todos los planetas se mueven y que es, a grandes rasgos, coincidente con el ecuador de nuestra estrella.

‘Oumuamua describía lo que se conoce como «trayectoria polar», o sea,  venía desde la dirección de uno de los polos del Sol, en vertical respecto al plano orbital. A decir verdad, el descubrimiento solo era una confirmación de lo que hacía mucho tiempo ya se sospechaba. En cualquier momento dado, el Sistema Solar alberga miles de objetos interestelares. No habíamos descubierto ninguno hasta ahora, simplemente porque ninguno de estos objetos se había acercado lo suficiente al Sol como para brillar con la intensidad que le permitiera ser detectado. Pero el descubrimiento fue el primer paso a un mar de incógnitas que, todavía, no ha sido resuelto.

‘Oumuamua fue detectado cuando ya se estaba alejando del Sistema Solar. Mientras leés estas líneas, todavía está en el entorno de Saturno, y tardará miles de años en abandonar este pequeño rincón de la Vía Láctea. Así y todo, está lo suficientemente lejos como para que ya no sea posible estudiar sus características ni obtener mucha más información nueva

Esto nos deja con varias dudas para las que no se han podido encontrar explicaciones concluyentes. La primera y más evidente: ¿De qué estrella procede? No se sabe. Pero sí se puede intuir que, con toda probabilidad, ‘Oumuamua fue expulsado de su sistema por medio de alguna interacción gravitatoria. Pudo ser un encuentro demasiado cercano con su propia estrella. O puede que fuese una estrella vecina la que se acercase lo suficiente al sistema natal de ‘Oumuamua para arrancarlo de su entorno.
¿Una nave extraterrestre?

Esa falta de observaciones también impidió concretar exactamente el tamaño y forma de ‘Oumuamua. Tan solo se pudo apreciar un marcado tono rojizo y una variación de brillo bastante pronunciada, lo que indicaría que se trata de un objeto mucho más alargado que ancho. Podría tener unos 200 metros de largo, pero apenas unos 30 de ancho y alto. Pero, ¿es ésta la única explicación posible? La forma de ‘Oumuamua no es común. Al menos no en los objetos del Sistema Solar. Su peculiar aspecto, muy alejado del de los asteroides y cometas de nuestro vecindario, podría ser la pista de un pasado tumultuoso o un proceso de formación diferente.

¿Y si hubiese, todavía, otras posibles explicaciones? Es en este punto donde comenzamos a encontrarnos con algunas de las teorías más llamativas de los últimos meses. La más notable, probablemente, fue la planteada por el popular astrónomo Abraham Loeb. Sugirió, como idea exótica (es decir, sin que fuera su principal explicación), que cabía la posibilidad de que ‘Oumuamua fuese una vela solar extraterrestre: una pequeña nave impulsada por la energía que recoge su vela, una fina lámina de varios metros de ancho y unos pocos milímetros de espesor. La idea no es, ni mucho menos, ciencia ficción. La agencia espacial japonesa, JAXA, ya la llevó a cabo con la nave IKAROS, que permitió poner a prueba el concepto.

IKAROS funcionó perfectamente. Por lo que se podía deducir que una hipotética civilización avanzada de otra estrella podría también haber diseñado naves similares a esa para explorar otros sistemas. ‘Oumuamua, si nos ceñimos a esta explicación, sería una fina lámina, de apenas unos milímetros de espesor, con una vela de varios metros de ancho, que habría sobrevivido a un viaje interestelar de miles de años. Los análisis de los radiotelescopios no muestran ninguna señal procedente del asteroide. Por lo que, si fuese una vela solar extraterrestre, llevaría mucho tiempo desactivada.

Pero desde ya que no fue esta la única explicación. ‘Oumuamua podría ser, por ejemplo, una nube de material polvoriento muy suelto y con una forma poco definida. Algo que, también, permitiría explicar los aumentos de brillo y el movimiento descrito por el asteroide. Porque a toda esta ecuación hay que sumarle un factor inesperado. A medida que se aleja del Sol, la velocidad de ‘Oumuamua debería descender, porque la influencia gravitatoria es menor. De hecho, eso ha sido lo que se ha observado, pero no ha descendido tan rápido como cabría esperar. De ahí que aparezcan explicaciones como la de la vela solar extraterrestre o la de que se trate de una nube de polvo. Pero, ¿y si hubiese una explicación más sencilla? No debemos olvidar que, al día de hoy, la explicación más aceptada es que ‘Oumuamua es un asteroide de unos 200 metros de largo, 30 de ancho y 30 de alto.
Nuevas indagaciones

La evaporación del material presente en la superficie de ‘Oumuamua podría explicar que la reducción de velocidad del asteroide no haya sido tan rápida como se esperaba. No solo eso: un grupo de investigadores, en un estudio publicado recientemente, plantea que todo podría residir en un movimiento, en forma de péndulo, descrito por ‘Oumuamua al alejarse de nosotros.

Es una hipótesis elegante que nos devuelve al punto de partida: el de ‘Oumuamua como un asteroide de 200 metros de largo por 30 de ancho y 30 de alto. Lo cual tendría, en este caso, una confirmación doble. Por un lado, las observaciones realizadas a finales de 2017. Por otro, porque el modelo utilizado por los investigadores en este estudio sugiere que ‘Oumuamua debería tener un tamaño muy similar al que ya se desprendía de las observaciones.

El efecto es razonablemente fácil de entender. Una pequeña región de ‘Oumuamua, la que apunta directamente al Sol, se evapora por el calor de la estrella. Esa evaporación genera un pequeño impulso que, a su vez, cambia de posición por la propia rotación del asteroide. De tal modo que, poco tiempo después, es una región nueva, que no había sido evaporada anteriormente, la que apunta directamente a la estrella. Con el paso del tiempo, diferentes partes de ‘Oumuamua se ven expuestas a este proceso, provocando pequeñas aceleraciones que encajan en el comportamiento observado en los últimos tiempos.

Este planteamiento reforzaría la idea del origen natural de ´Oumamua. Pero la imposibilidad de analizar el cuerpo de nuevo hará que sea difícil determinar con absoluta precisión cuáles son sus características. Bien podría permanecer como un misterio sin resolver, de los tantos que hay en la historia de la ciencia…

Pero no hay que desalentarse. Hay cosas que sí sabemos, y que no son menos importantes. Para empezar: ‘Oumuamua ya es nuestro primer visitante interestelar confirmado y, sin dudas, no será el último. Con el correr de los años, descubriremos nuevos objetos, procedentes de otras estrellas, que atraerán toda nuestra atención. Mientras tanto, seguiremos pensando y tratando de desentrañar qué fue, o qué es, ese primer asteroide llegado desde otra estrella.

Fuente: Filo News

Una mujer viaja por Europa buscando rarezas en Google Maps

¿Has visto alguna vez algo extraño en Google Maps y has deseado viajar hasta ese recóndito lugar para ver exactamente lo que hay allí? Pues no hace falta gastar un dineral para quitarte la duda: se lo puedes pedir a Diane y ella irá por ti.

Diane Rabreau es una mujer francesa que se dedica justo a eso: a recibir peticiones de todo el mundo que tenga dudas sobre lo que ve en Google Maps. Puede ser un árbol que parece que está flotando en la nada, un techado abandonado en medio del campo, o una isla que solo aparece en el modo satélite del servicio.

Diane no solo va a ese punto. También escribe una entrada en su página web en la que explica cómo ha sido su viaje y graba un vídeo para que el que ha hecho la petición pueda desde una perspectiva de primera persona lo que se encuentra en el lugar ‘misterioso’.

Por ejemplo, alguien le preguntó por un extraño triángulo que se puede ver al norte de la isla de Sicilia. “¿Es el campo de beisbol más grande de Europa?” era la duda de esta persona. Diane, ni corta ni perezosa se dirigió hacia allá y documentó su viaje.

Sobre el terreno, Diane descubrió que el lugar no tenía nada que ver con un campo para practicar deporte. Se trataba de una mina que pertenece a una cementera. Los propios mineros le dijeron que eran consientes de que desde el cielo su centro de trabajo podía parecer otra cosa diferente, pero que la forma triangular se debía a elementos prácticos -así es más fácil extraer piedras- que a otra cosa. Continuar leyendo «Una mujer viaja por Europa buscando rarezas en Google Maps»

Científicos rusos penetran en un antiguo lago cerrado de la Antártida

Los participantes de la 60 Expedición Antártica Rusa penetrarán en el lago subglacial ‘Vostok’, que se encuentra en el centro de la Antártida cerca del polo sur, informa un periódico ruso. La expedición comenzó ayer a las 21.30, hora de Moscú.

El grupo de investigadores, que cuenta con mecanismos únicos y modernos para reiniciar con la operaciones que ya se habían iniciado en los años 70. Pero las dificultades técnicas imposibilitaron llegar hasta el lago subglaciar. Las perforaciones se han iniciado desde entonces en muchas oportunidades. Actualmente se han perforado ya 3.724 metros de hielo, y para llegar hasta el lago subglacial le quedan solo 45.  Se cree que con éste nuevo equipo se conseguirá finalmente llegar hasta el lago interno minimizando al máximo las posibilidades de contaminación de sus aguas.

El lago Vostok

El lago Vostok es un lago subglacial de la Antártida. Está ubicado por debajo de la base Vostok rusa, a 3.748 metros de profundidad, bajo la superficie de la placa de hielo antártica central, totalmente aislado del exterior y protegido de la atmósfera. Continuar leyendo «Científicos rusos penetran en un antiguo lago cerrado de la Antártida»