La teoría del campo unificado

A mediados del siglo XIX, se conocían cuatro fenómenos visibles a través del vacío. A saber:

  1. gravitación
  2. luz
  3. atracción y repulsión eléctrica y
  4. la atracción y repulsión magnéticas.

Estos fenómenos podían ser estudiados y observados de manera independiente, ya que no poseían ninguna conexión entre sí. Sin embargo, entre 1864 y 1873 el físico teórico escocés J. Clerk Maxwell analizó matemáticamente los fenómenos eléctricos y magnéticos. En ciertas relaciones básicas las «ecuaciones de Maxwell» describían tanto los fenómenos eléctricos como los magnéticos y demostraban una dependencia entre ellos.

De hecho, no existía ningún efecto eléctrico que no fuese acompañado de un determinado efecto magnético, y recíprocamente no existían sucesos magnéticos sin mediar de alguna manera los eléctricos. Se comenzó a hablar entonces de un «campo electromagnético», que se extendía a través del vacío y que, por contacto, influía sobre los cuerpos de acuerdo con la intensidad del campo en ese punto del espacio.

Maxwell demostró también que haciendo oscilar de manera regular a este campo se originaba una radiación que se alejaba de la fuente de oscilación a la velocidad de la luz en todas direcciones. La luz propiamente dicha era una de esas «radiaciones electromagnéticas» y Maxwell predijo la existencia de formas de luz con longitudes de onda mucho más pequeñas y mucho más grandes que la de la luz ordinaria. Esas otras formas de luz fueron descubiertas a lo largo de los veinte años siguientes, y hoy día se habla de todo un «espectro electromagnético».

De éste modo, de los cuatro fenómenos obserbables mencionados al principio de éste artículo, tres de ellos se podían fundir en un único campo – (electricidad, magnetismo y luz) – Sin embargo, las explicaciones teóricas existentes aún dejaban afuera el efecto de la gravedad.

Los descubrimientos de Maxwell redujeron los axiomas a solo dos campos independientes, El campo electromagnético y el campo gravitatorio.

Es un sentimiento maravilloso el descubrir las características unificadoras de un complejo de fenómenos diversos que parecen totalmente desconectados en la expreciencia directa de los sentidos.

Albert Einstein, 1901

Los físicos, sin embargo, soñaban con la unificación de éstos fenómenos ya que sería mucho mejor que hubiese un solo campo y fue así como surgió la idea de una «teoría del campo unificado». Uno de los impulsores de ésta nueva gran teoría sería nada menos que Albert Einstein, quien por ese momento era asesor científico de la Marina.

Partiendo de su teoría de la relatividad general, para describir la gravedad, y de la teoría de Maxwell para el electromagnetismo, Einstein buscó una teoría unificada más amplia, que integrase ambas fuerzas. Cuando Einstein hacía esto, aún se sabía muy poco de las fuerzas débil y fuerte, fuerzas consideradas hoy tan fundamentales como la gravedad y el electromagnetismo.

A partir de allí, una serie de descubrimientos lograrían relacionar algunas de las fuerzas electromagnéticas y gravitatorias, aunque las ecuaciones obtenidas no permitieron la generalización para todas las fuerzas fundamentales.

Después de 1935 se descubrieron dos nuevos tipos de campo que sólo afectan a las partículas subatómicas y, además, sólo a distancias inferiores a un diámetro de un núcleo atómico. Son la «interacción nuclear fuerte» y la «interacción nuclear débil».

Se cree que uno de los experimentos relacionados con interacción de éstas fuerzas, en la búsqueda por la Teoría de un campo unificado, fueron las pruebas realizadas al buque D. E. 173, en el llamado Experimento Filadelfia.

Las Fuerzas Fundamentales en la actualidad

En la actualidad, los científicos intentan demostrar que todas estas fuerzas fundamentales, aparentemente diferentes, son manifestaciones, en circunstancias distintas, de un modo único de interacción. El término «teoría del campo unificado» engloba a las nuevas teorías en las que dos o más fuerzas fundamentales aparecen como si fueran básicamente idénticas.

La teoría de la gran unificación intenta unir en un único marco teórico las interacciones nuclear fuerte y nuclear débil, y la fuerza electromagnética. Esta teoría de campo unificado se halla todavía en proceso de ser comprobada. La teoría del todo es otra teoría de campo unificado que pretende proporcionar una descripción unificada de todas las fuerzas fundamentales.

La contribución del LHC

El trabajo de Higgs se entrelazaba con uno de los conceptos más importantes de la física: la simetría. El problema en la década de los 60 era que las teorías básicas de las partículas eran demasiado simétricas. Los físicos tenían que encontrar algo que pudiera romper esta simetría y permitir que las partículas adquirieran peso.

La supersimetría se refiere a la «gran danza» de partículas en el universo. Conocemos una docena de partículas subatómicas, con nombres exóticos como quark, leptón y neutrino. Cada partícula tiene una pareja supersimétrica; el problema es que sólo podemos ver a una de cada par: las «otras significantes» se mantienen invisibles. Si el LHC confirma la supersimetría, contribuirá a que los científicos avancen hacia el objetivo final de formular una teoría unificada de las fuerzas fundamentales de la naturaleza, en particular la gravedad, que actualmente queda fuera del ámbito de las fuerzas conocidas al nivel cuántico de las partículas subatómicas

Pozo Gravitatorio

“Buscando realizar un Pozo gravitacional”

Como vimos en el artículo “Experiencias con la gravedad” y en “Busca del 0 Absoluto”, la humanidad deberá pensar en los movimientos giroscópicos y en las temperaturas más extremas, tratando de lograr los cambios de estados liminales que puedan catapultarnos eficientemente a las estrellas. Explicaré porque asumo esto.

Sabemos que los vectores químicos usados ya por más de cien años (desde el inicio de la cohetería moderna), pese a permitirnos llegar con humanos a la Luna y con sondas robóticas más allá de los confines del Sistema Solar, no nos cabe dudas a todos que son tan onerosos como imprácticos en su operación. Una expedición rápida a Marte insumiría al menos dos años. Ir algo más lejos, casi una vida con todos los problemas y riesgos enormes –amen de otras muchas dificultades – que esto implicaría.

Por lo tanto es perentorio, que a imagen y semejanza de los OVNIS, construyamos naves capaces de los portentos de navegación y velocidad que ellos producen.

En el primer artículo describía las velocidades de rotación necesarias para no tener peso y como tener “peso negativo” respecto a la forma y el diámetro, los cambios de dirección y la posibilidad de elevarse sobre la eclíptica, logrando espacio limpio para desarrollar grandes velocidades de empuje y de frenado evitando choques a enormes velocidades.

Con la búsqueda de inercias térmicas sobre- existenciales para lograr el cero absoluto se operará el cambio de estado que genere un “pozo gravitacional”, que combe el espacio- tiempo y que juntamente con la velocidad lograda con el primer dispositivo nos haga caer al destino que pasa a estar de lejano a cercano por este plegamiento.

Esto sucederá cuando los electrones caigan sobre los núcleos atómicos y la materia se circunscriba a un virtual punto contenido. (Posiblemente, todos neutrones y neutrinos no emitidos).

Confinar este procedimiento dentro de una nave será un gran problema, aun mayor que el que presupone mantener la estructura del conjunto giroscópico en las rapidísimas velocidades angulares necesarias.

Manejar estos viajes dentro del plegamiento presupone tecnologías impensadas para un viaje en un mundo cambiante segundo a segundo. La administración de los diversos tiempos suponen cálculos y variables copiosas. En fin, tecnologías a encontrar y desarrollar en varios siglos de constante superación, donde los habitantes de la Tierra tendrán por necesidad ser extraordinariamente hábiles y constantes. Presupone esto un «milagroso» cambio drástico en la calidad humana poblacional. Pero esto será motivo de varios artículos.

En la práctica, estas operaciones permitirían recorrer distancias de varios años luz en un muy corto tiempo.

Estaríamos dentro de dos burbujas, la primera generada por la “acción giroscópica” y la segunda “espacio- temporal” al plegar el espacio –tiempo alrededor de la nave.

Se produciría en estos momentos un nuevo efecto, atravesaríamos muchos universos «paralelos», en tanto viajáramos en el plegamiento. Sería así también una verdadera máquina del tiempo. (Ver «De vectores y otras yerbas»).

Sobre este tema, doblo la apuesta. Me gustaría que los que creen estar de algún modo conectados, comenten sobre ello.