El hueso de Ishango

El Instituto Belga de Ciencias Naturales alberga entre sus fondos una pieza única para la historia de la Humanidad, un peroné de babuino con unas extrañas marcas conocido como el hueso de Ishango, la primera herramienta matemática de la que se tiene constancia. Datada hace unos 20.000 años, se cree que servía para contar, aunque también se le atribuyen otros usos. Esta es su increíble historia.

Año 1960. La ciudad de Leopoldville (hoy Kinshasa) está envuelta en una enorme agitación, a punto de nacer un Congo independiente tras 75 años de colonialismo. Ajeno a todo este revuelo, el geólogo belga Jean de Heinzelin de Braucourt explora en la zona noreste del país, más en concreto en un área conocida como Ishango, situada en una de las riberas del Lago Eduardo (frontera entre el Congo belga y Uganda), donde nace el río Nilo.

Distintos descubrimientos arqueológicos, como arpones de hueso y hachas de piedras, han permitido averiguar que allí nació y medró hace unos 20.000 años, en pleno Paleolítico, una comunidad humana de cazadores y, sobre todo, pescadores, algunos de cuyos conocimientos pueden estar en el origen remoto de la civilización egipcia y del pensamiento y la filosofía occidentales.

Ni siquiera De Heinzelin podía imaginar la importancia de lo que encontró en aquel año de 1960. Se trataba de un largo hueso marrón, en concreto un peroné de babuino, con un trozo de cuarzo incrustado en uno de sus extremos. En un principio fue datado en un rango que iba del 6.500 al 9.000 a.C., pero luego se pudo saber que, en realidad, tenía más de 20.000 años de antigüedad. Pero, ¿por qué esta pieza era tan interesante?

El hueso de Ishango, como comenzó a llamársele, presentaba tres columnas de muescas talladas que abarcaban toda su longitud. Desde el primer momento se descartó su carácter decorativo al ser completamente asimétricas y todos los indicios apuntaban a que era una herramienta de conteo, como un ábaco primitivo, y que el cuarzo del extremo se usaba para grabar o escribir, hacer anotaciones. Continuar leyendo «El hueso de Ishango»

Aparece un monstruo bajo el puente de Brooklyn

Las fotos del animal fueron obtenidas por Denise Ginley, que se encontró con la espantosa criatura mientras merodeaba por la arena. Las imágenes remitían al ya conocido Montauk Monster, que apareció en 2008 en la playa del noreste de Nueva York denominada Ditch Plains.

Las facciones de la nueva criatura remiten a la anterior. En este punto tiene mucho que ver el hecho de estar hinchadas por haber quedado bajo agua durante mucho tiempo, lo que degenera su aspecto.

Al igual que sucedió con el caso Montauk, el nuevo hallazgo disparó el interrogante: ¿Qué ocultaba el río en sus aguas? Según diversas versiones sostenidas por los especialistas que siempre aparecen en esta ocasión, se habló de «una rata mutante gigante», tal vez «la más grande de la ciudad».

Otros aseguraron que se trata de un cerdo, versión rápidamente descartada por la obvia diferencia en la cabeza de la misteriosa criatura. Continuar leyendo «Aparece un monstruo bajo el puente de Brooklyn»

El enigma de las Esferas de Klerksdorp

«Los objetos parecen artificiales, pero el estrato de roca donde fueron encontradas corresponde a una era en la que no existía forma de vida inteligente. Jamás he visto nada semejante.»

Roelf Marx, director del Museo de Klerksdorp, Sudáfrica

Unos mineros que estaban trabajando sobre estratos precámbricos en Ottosdal, Sudáfrica, empezaron a encontrarse con unas extrañas bolitas metálicas

Llegaron a encontrar más de 200 esferas hechas de pirita, y sus medidas oscilan entre los 2 y 10 centímetros de diámetro.

Por la edad de los estratos dónde fueron encontradas las esferas se estima que fechan de hace 2.800 millones de años. A su alrededor tienen unas líneas perfectas y surcos grabados encima de su superfície, a lo que los científicos más escepticos atribuyen a una formación natural.

Actualmente Michael Cremo y Richard Thompson han reabierto el caso, investigando más profundamente estas curiosas esferas. Las conclusiones a las que han llegado son sorprendentes, y se recogen en su obra Arqueología prohibida.

Han descubierto que las esferas de Klerksdorp no pueden ser de orígen natural, ya que su exterior está formado por una aleación de acero y níquel de gran dureza -imposible de encontrar en la Naturalza-, lo cual demuestra que fueron fabricados por entes inteligentes, hace millones de años.

Llama la atención que su interior está hueco. Algunas de las esferas han sido seccionadas por los investigadores, y se ha descubierto que albergan en su interior un material esponjoso que al entrar en contacto con el oxígeno del aire, se desvanece rápidamente. Continuar leyendo «El enigma de las Esferas de Klerksdorp»