Un niño de 13 años revoluciona la tecnología de la energía solar

Un joven estudiante de séptimo curso de Long Island (EEUU) llamado Aidan Dwyer, de tan sólo 13 años, ha diseñado un nuevo prototipo de paneles solares que obtienen un rendimiento 50% superior al de los paneles actuales. Gracias a su revolucionaria idea Aidan ganó el concurso de jóvenes talentos del Museo Americano de Historia Natural y una patente a la que le pueda generar una suculenta explotación.

Todo empezó hace dos años en una caminata por las Montañas Catskill, en el estado de Nueva York. En el viaje, Aidan, entonces de 11 años, se interesó mucho por la estructura de las ramas de los árboles, y las comenzó a investigar: “Estaba en las montañas de Catskill cuando tuve un flash. De pronto me di cuenta de que la colocación de esas ramas respondía a un patrón seguido por el diseño de la naturaleza. No era una distribución casual”, relata Dwyer.

En su casa en Long Island, sus padres deseaban instalar paneles solares, pero su patio era demasiado pequeño y su techo no era adecuado. Sin embargo, había espacio suficiente para un árbol. Los árboles organizaban sus ramas de cierta forma para maximizar la captación de luz solar. Si imitaba el diseño de las ramas de los árboles, que siguen un concepto matemático conocido como la sucesión de Fibonacci, reemplazando las hojas con paneles solares, la estructura podría caber en el limitado espacio y abastecer la casa.

Al hacer el experimento con dos modelos un panel solar tradicional y otro receptor solar en forma de árbol descubrió que los números procedentes del emulador de árbol eran mayores.

Niños Indigos : La historia de Boriska

El 11 de Enero de 1996, un niño no común nació en la ciudad Volzhsky, en la región de Volgograd en Rusia. Su madre Nadezhda Kipriyanovich, describe el trabajo del parto de la siguiente manera: «Fue muy rápido y no sentí dolor. Cuando me mostraron el bebé, me miraba fijamente con sus grandes ojos castaños. Como médica, se que no es habitual entre recién nacidos esa mirada concentrada. Excepto este hecho parecía un bebé normal».

Cuando salió de la maternidad de vuelta al hogar, Nadezhda comenzó a percibir que el niño llamado Boris, tenía un comportamiento singular: raramente lloraba y nunca solicitaba alimento. Crecía como los otros niños, pero comenzó a hablar frases enteras a los ocho meses. Con año y medio, leía periódicos. Los padres le dieron un juego de piezas para montar figuras y él comenzó a elaborar piezas geométricas combinando diferentes partes con precisión. «Tenía la impresión de que nosotros éramos como aliens para él, aliens con los que él estaba intentando comunicar» – dijo la madre de Boris o Boriska como es llamado por la familia.

Boriska comenzó a diseñar figuras que a primera vista eran abstracciones, en las cuales se mezclaban tonos de azul y violeta. Cuando psicólogos examinaron los diseños dijeron que el muchacho estaba probablemente intentando representar el aura de las personas que veía a su alrededor. A los tres años, Boris comenzó a conversar con sus padres sobre el Universo. Sabía nombrar los planetas del Sistema Solar y sus respectivos satélites. Hablaba también de nombres y número de Galaxias. Eso asustaba y la madre pensó que su hijo estaba fantaseando; por eso resolvió comprobar si aquellos nombres realmente existían. Consultó libros de astronomía y quedó impactada al constatar que Boris de hecho, sabía mucho sobre aquella ciencia.

Los rumores sobre el «niño-astrónomo» se extendieron rápidamente en la ciudad. Boriska se volvió una celebridad local y las personas comenzaron a visitarlo para oírlo hablar sobre civilizaciones extraterrestres, sobre la existencia de antiguas razas humanas cuyos individuos median tres metros de altura, sobre el futuro del Planeta en función de cambios climáticos. Todos oían aquellas cosas con gran interés no obstante no creyesen en las historias.

Los padres decidieron bautizar a su hijo, pensando que tal vez fuese una cuestión espiritual, pues creían había algo errado en Boris. Pero el fenómeno no cesó: Boriska comenzó a hablar a las personas sobre sus «pecados». Un día en la calle, abordó a un muchacho y lo amonestó por usar drogas; hablaba con ciertos hombres para parar de pegar a sus mujeres: prevenía a las personas sobre la inminencia de problemas y enfermedades. Continuar leyendo «Niños Indigos : La historia de Boriska»