Expediciones en busca de Pterodáctilos – Fotos y testimonios.

Nunca es tarde para dejar de asombrarse de lo que ocurre a nuestro alrededor. Es por ese motivo, seguramente, que con frecuencia se organizan expediciones a lo largo y ancho del planeta en busca de explicaciones a los fenómenos que en ocaciones no podemos explicar con facilidad y en algunos casos, no podemos explicar nunca. En ésta oportunidad, un recorrido por las islas vírgenes Africanas cercanas a Nueva Guinéa y namibia… Antes de eso: Una breve muestra de fotos de precedentes americanos…

Pterodáctilos durante la guerra de secesión norteamericana.

Estas fotos fueron realizadas durante la guerra de secesión norteamericana. En ellas se ve a un grupo de soldados junto a un gran animal abatido. La criatura tiene grandes alas y una típica cabeza de pterosaurio con pico y protuberancia en la cabeza que se prolonga hacia la parte posterior.

Apariciones de Pterodáctilos en las islas de Nueva Guinea.

Las expediciones llevadas a cabo a las Islas de Nueva Guinea, dieron como resultado una gran recopilación de historias y testimonios sobre éste misterio. La aparición de bestias voladoras cuya envergadura alar rondaría entre los seis y diez metros. Una criatura sin plumas y con uns alas negras y coriáceas. Cuando se les mostró a los nativos algunas fotos de aves extinguidas y contemporáneas, ellos, reconocieron en las imágenes de pterodáctilos a su bestia desconocida.

Una de las explicaciones en relación a los avistamientos de «supuestos» pterodáctilos en la actualidad es que se trataría de alguna especie de murciélago poco común. Pero la teoría más aceptada, entre los que investigan una serie de apariciones de aves extrañas en las regiones africanas de Nueva Guinéa, sería la del quiróptero llamado cabeza de martillo, cuyo aspecto es el que más se adapta a la de las apariciones

Sin embargo, los detractores de éstas respuestas, explican que los murciélagos no tienen largas colas como la que describen los lugareños de Namibia y Nueva Guinéa. Que afirman haber visto éstas aves de mostruoso tamaño surcando el cielo.

La cigueña de cabeza de ballena, también conocida como picozapato, es otro posible candidato para explicar esa bestia voladora, al menos en Africa. Su gran envergadura, algo por encima de los dos metros y medio, y especialmente la forma de su cabeza, que le confiere un aspecto bastante extraño, hacen de éste animal un buen candidato para responder el misterio, si no se tiene en cuenta que los testigos siempre destacan la ausencia de plumas y las alas membranosas de aspecto coriáceo. Algo muy alejado al aspecto de un ave.

EL Kongamato africano.

En la zona pantanosa de Jiundu, e el noroeste de Zambia, la bestia con aspecto de gran lagarto y con alas de piel se llama Kongamato (dibujo superior), y hay numerosas historias sobre sus apariciones. Exploradores de la mitad del siglo XX como Frank H. Melland o James Stany recogieron varias de ellas. Este último exploró personalmente la zona y registró testimonios como el de un pescador que aseguró haberse encontrado con el animal que habría llegado a inmovilizar su piragua. Cuando Stany le preguntó porque no estaba seguro de que no había sido, por ejemplo, un hipopótamo, el nativo le contestó: Porque se alejó de las aguas volando»

Tambien en el monte Kenia han sido vistas criaturas con características similares a las de un Pterodáctilo, aunque en éste caso con la particularidad de tener una larga cola, lo cual recuerda más al rhamphorhynchus y a su posible pariente vivo, el Ropen de Nueva Guinéa.

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Existen los pterodactilos en la actualidad?

Desde epocas remotas nos llegan leyendas de monstruosas aves surcando el cielo. Gigantescas criaturas aladas de gran envergadura han sido objeto de muchas historias y numerosas investigaciones científicas. Aunque muchos especialistas rechazan la hipótesis de que puedan existir aves de semejante envergadura en nuestros días, existen una infinidad de datos históricos e investigaciones que parecen demostrar lo contrario.

EL Diablo de Jersey

Los sucesos comenzaron en enero de 1909, cuando por lo menos en 30 pueblos se informó de la presencia del diablo de Jersey. Una de las primeras observaciones ocurrió el domingo 17 de enero en Bristol (Pennsylvania), cerca de la frontera con Nueva Jersey. A las dos de la madrugada John McOwen oyó unos ruidos extraños y saltó de la cama. Relató lo siguiente: «Miré por la ventana y me sorprendió ver una gran criatura en los diques del canal. Se parecía a un águila… y fue dando saltos por el sendero de remolque». (Leer Más)

Algunos testigos mencionaron que tenía la piel de un caimán, y algunos creían que media más o menos 1,8 metros de altura. La última vez que fue visto fue el viernes 22 de enero, después de lo cual el diablo de Jersey desapareció tan de repente como había llegado. Se propusieron varias explicaciones jocosas, por ejemplo, que se trataba de un «eslabón perdido»; también se explicó como un caso de histeria colectiva.

A comienzos de los años sesenta, una pareja que circulaba de noche en automóvil por el bosque de Trinity, en California, vio algo que identificaron primero como una avioneta en apuros, pero luego se dieron cuenta que debía tratarse de un pájaro. Volaba a la altura de las copas de los árboles y parecía tener una envergadura de unos 4 metros. La pareja no pudo distinguir ningún detalle, puesto que sólo vieron la silueta del «pájaro» cuando cruzó la carretera por delante suyo, hacia una cueva situada en un estrecho desfiladero. Decidieron que se parecía a un pterodáctilo. (Leer Más)

A principios de 1976 comenzaron a registrarse informaciones procedentes de Texas acerca de criaturas parecidas a pájaros misteriosos o a reptiles voladores prehistóricos. La primera observación se produjo el 1ro. de enero, en Harlingen, siendo sus protagonistas Jackie Davis (14 años) y Tracey Lawson (11 años). Vieron un «pájaro» de 1,5 metros de alto, con unas «espaldas» de 90 centímetros de anchura. Era de color negro, con grandes ojos de color rojo oscuro; la cabeza era calva, y la cara semejaba la de un gorila, con un pico de 15 centímetros de longitud. Al día siguiente sus padres fueron a investigar y encontraron cinco huellas (cada una con tres dedos) de 20 centímetros de anchura y 4 de profundidad. Ni un hombre de 77 kg de peso hubiera podido dejar huellas tan profundas en aquel duro terreno.

Más información en : Proyecto OPVEl Diablo De Jersey – Expedientes X