Felíz día del Padre

Mi niñez se presenta ante mis ojos como una borrosa nube de recuerdos en la que alcanzo a percibir la imagen de una vieja y frondosa higuera, en el fondo del patio de casa. Debajo de las hojas, un hombre sentado al refugio de su sombra, saboreando un mate y contemplando en silencio las travesuras de su niño. Pensativo, serio, tan sereno como los rayos de sol que se asoman a través de las nubes de un cielo eterno. Yo apenas soy un niño; Naturalmente inquieto, a veces molesto, pero muy atento a lo que ocurre a mi alrededor, sediento de aprender a manejarme solo por el mundo, descubriendo el rocío de las hojas del jardín, observándolo todo. Inocente.
Me arrimo a papá para jugar con él y como de costumbre, me entretiene con alguna canción de cuna, me convida una mandarina y me enseña a ponerle sal, para que la mezcla de éstos sabores me recuerde más adelante que a veces, en la vida, no todo es tan dulce. A veces hay tragos amargos que tomar. Al rato, comienza a contarme una historia de cuando él era soltero; De la casa de sus viejos, sus aventuras de joven; Noto en su mirada una extraña mezcla de dulzura y melancolía; pero yo solo soy un niño, y me conformo con estar a su lado, y escucharlo hablar. Quiero que después del almuerzo, me lleve a la plaza a andar en bicicleta. Debe ser fin de semana o feriado, porque papá trabaja desde temprano por la mañana hasta altas horas de la tarde y cuando regresa a casa yo ya estoy dormido. Por eso, debe ser sábado o domingo, días éstos en los que puedo estar con mi papá más tiempo, y disfrutar de sus juegos.
Papá se casó muy joven, al igual que mamá; Y juntos crecieron y aprendieron que madurar no significa ser mayor, solo adquirir más responsabilidades a los ojos de la sociedad. Y en dicho proceso de adquisición, se van colando algunos sueños.
Camino por los pasillos de mi memoria hasta llegar a mi adolescencia; Y vuelvo a encontrare con “mi viejo”, su pelo ya no es tan largo, y tiempo lo ha helado, dejándolo un poco más blanco, ya no trabaja tantas horas al día; Pero igual, sigue siendo mi ídolo. Disfruto de sus charlas, pero no comparto sus ideas, peleamos más seguido, pero ambos sabemos que el amor que nos une es inmenso.
Durante las tardes me ayuda a estudiar y cual si fuera un el mejor amante del mundo, me aconseja sobre como acercarme a la vecina de la vuelta. A enfrentar al matón de la escuela, a disfrutar de la lectura de un libro; Y como siempre y desde hace ya algunos años, los fines de semana jugamos al ping pong o un partido de ajedrez, cuando volvemos de la casa del abuelo.
Una vez más siento en sus ojos una inquietante combinación de angustia y alegría, pero comienzan a preocuparme otras cosas, y dejo que el tiempo pase y pase, sin intentar explicarme el porqué de aquella sensación.
Este domingo estuvimos juntos en casa, disfrutando en familia del calor que solo te transmite el primer hogar. Después de almorzar, salimos a fumar al patio y al sentarme cerca de donde solía estar la higuera, observe a mi niña corriendo hacia mí con sus brazos extendidos para abrazarme. Un instante después de sentir el calor de sus pequeños brazos comprendí lo que papá siente cuando yo o mis hermanos estamos cerca de él. Sentí los párpados húmedos e imaginé en mis ojos, la mirada extraña de papá. Comprendí que ser padre, es una mezcla inexplicable de sentimientos antagónicos. Ser padre es saber ser hombre y niño a la vez.

A padres e hijos, mis coordiales saludos.

Iván

La Leyenda del Golem de Arcilla

Extraído de : Efimero 

La leyenda del Golem aparece relacionada con el rabino Jehuda Low Ben Becadel, rabino en el ghetto judío medieval de Praga. Praga era el lugar de encuentro de diferentes corrientes migratiorias de judios, provenientes del este y del sur de Europa, así como de Rusia. Era una comunidad floreciente y culta. El rabino Low era el máximo exponente de esta amalgama cultural, estudioso de la cábala y la doctrina judía, muy interesado en las tradiciones, cuentos y leyendas de su pueblo.

La leyenda cuenta que el rabino Low mediante el estudio de las escrituras sagradas a través de la cábala logró descifrar la palabra que Yahvé utilizó para dar el don de la vida. Fabricó entonces un pequeño hombre de arcilla e introdujo en su boca un papel con la palabra escrita, el muñeco de arcilla creció hasta ser un hombre de gran tamaño y la vida animó sus miembros. Sin embargo como Low no era Dios, no doto a este hombre de alma, era una marioneta animada sin voluntad propia. Se caracterizaba por una extraordinaria fuerza y obedecía en todo al rabino Low. Mas el rabino debía retirar el papel antes de caer la noche o el Golem escaparía a su control.

Un sábado olvidó retirar el papel antes de la hora señalada y la criatura se transformó en una fuerza destructora. Cuando lograron retirar el papel, el Golem había destrozado el ghetto judío por completo. Low escondió entonces el hombre de arcilla en un lugar secreto y destruyó el papel, y vaticinó que cuando el pueblo judío se hallase en problemas aparecería un rabino iluminado por Dios que volvería a descifrar la palabra mágica, sería un rabino mucho más sabio que él mismo, entonces el Golem volvería a aparecer y salvaría a su pueblo de sus tribulaciones.

Jehuda Low Ben Becadel fue un personaje histórico real y ciertamente el ghetto judío sufrio una destrucción en aquella época, sin embargo jamás se ha hallado prueba alguna de que nada parecido al Golem existiese, a pesar de que gente como Egon Erwin Kisch (periodista) siguiese sus huellas, tanto en la sinagoga donde Low vivió, como en La Colina de la Horca dónde tradicionalmente se dice que se enterró el Golem.

Algunas personas creyeron y creen en la fábula como una realidad. Durante la Segunda Guerra Mundial huvo voces que dijero que el Golem iba a aparecer para salvar al pueblo judío, de una forma directa o indirecta, como una fuerza destructora que aniquilaría a los enemigos. Tras la guerra, esas mismas personas se preguntaban por qué el Golem no había acudido para salvarles. aún hay gente que cree que ha de volver a aparecer.

En relación con esta leyenda os recomiendo que veais la película El golem [Der Golem, wie er in die Welt Kam (1920)]. Dirigida por Paul Wegener (que había dirijido otras dos de igual nombre anteriormente: El Golem (1914) y El golem y la bailarina (1917)) y Carl Boese, con la dirección artística a cargo de Hans Poelzig, arquitecto expresionista que le dió a la película una ambientación única y especial con sus decorados que recrean el ghetto de forma casi poética.
Igualmente os recomiendo el libro de Gustav Meyrink de igual título Der Golem (1915), que podeis encontrar en castellano por ejemplo en la editorial Valdemar, colección Gótica o en Tusquets Editores, colección Fabula.
Finalmente si teneis la suerte de encontrar el libro llamado Sippurim (1847) podreis echar una ojeada a la primera colección impresa sobre leyendas judías.