Ordenadores base 4

En mis ejercicios akáshicos, que mucho me sirven para buscar e interpretar informaciones tecnológicas, biológicas, etc. que muchas veces vuelco en mis artículos, hace unos días visualicé una conversación entablada por un pariente, el Ingeniero Daniel Aiello y el Premio Nóbel Luis Federico Leloir.

Hablaban de una serie de envases de vidrio donde se debían identificar ciertos fenómenos químicos, creo que colorimétricamente, para saber si daban con el resultado buscado.

El Doctor estaba muy entusiasmado con el proyecto de computación biológica, pese a que el avance era muy lento. Las posibilidades de este lugar eran paupérrimas.

Estaban en un viejo edificio en una esquina de las calles Cuba y Monroe, lugar de la Fundación Campomar.

Todo lo observé como en un presente, pero los dos interlocutores hace años que murieron y ese laboratorio, creo que tampoco existe ya. Nunca estuve allí y nadie encontré en estos días que supiera decirme sobre esta computación, mucho menos que se hizo de esa investigación; si alguien prosiguió con ellas.

Busco en Internet y veo que en el mundo hay gente abocada a estos menesteres, pero nadie lo nombra al Doctor Leloir en referencia este tema.

Un trabajo muy interesante sobre el tema es el publicado por la Dra. Ana Teresa García Martínez, que explica así el asunto.

El avance tecnológico no se resiste a quedarse entre chips o circuitos de cobre, conductores eléctricos, diferencias de tensión, codificación binaria, etc., sino que avanza a campos tan insospechados como el que afecta a la esencia de la vida, el ADN; por lo que a disciplinas tan íntimamente ligadas con la informática, como la física y las matemáticas, se añade la química y la biología, aportando un nuevo modelo de informática que condiciona las características y el aspecto físico de aquello que conocemos como hardware, y también lo que a la naturaleza del software se refiere. Continuar leyendo «Ordenadores base 4»

La velocidad de la evolución humana

La evolución no ha acabado aún con nosotros. Los científicos que trabajan con los datos del Proyecto HapMap (un gran esfuerzo encaminado a la identificación de variaciones en los genes humanos) han descubierto evidencias de que la evolución está, de hecho, acelerándose. Lo que está claro es que aquí no se emplean escalas temporales de décadas, pero si diferencias notables en miles de temas de razas humanas. En realidad se fundó como un correlato del Proyecto del Genoma Humano.

El antropólogo Henry Harpending de la Universidad de Utah, coautor del nuevo estudio, afirma que ha habido cambios significativos en los últimos 1.000 o 2.000 años. El ritmo de evolución es mucho mayor en los últimos milenios, según afirman Harpending y sus colegas, de lo que lo ha sido en los millones de años anteriores. Una de las posibles causas de esta aceleración, afirma el científico, podría ser el boom de la población. Con más gente en el planeta, existe una mayor probabilidad de que surja (y se extienda) una mutación genética que resulte ventajosa para la especie

El Proyecto Internacional HapMap es un catálogo de variaciones genéticas de la especie humana, basada en el análisis del ADN de 269 individuos de las poblaciones yoruba de Nigeria y han de Pekín; de japoneses de Tokio y residentes de Utah, Estados Unidos, con ancestros del occidente y norte europeos.

Aunque los seres humanos compartimos 99.9 por ciento de la información genética, tenemos pequeñas variaciones, llamadas poliformismos singulares de nucléotido o SNP (por su siglas en inglés; se pronuncia snip). Se estima que existen unos 10 millones de SNP en la especie humana y supuestamente esas diferencias estarían relacionadas con la mayor resistencia o susceptibilidad a enfermedades y medicamentos. El proyecto HapMap encontró la forma de buscar estas variaciones en conjuntos de genes llamados haplotipos (de ahí el nombre del proyecto), lo que redujo la búsqueda a 300 mil posibilidades. La industria farmacéutica y médica está particularmente interesada en los SNP, porque permitirían desarrollar la «medicina personalizada» del futuro; por ejemplo, drogas específicas, según la identidad genética de cada individuo. .

Doscientos investigadores de seis países -Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Japón, China y Nigeria- participaron en este proyecto, financiado con dinero público de esos países y del sector empresarial, por medio del llamado SNP Consortium, integrado por gigantes farmacéuticos como Pfizer, Bayer, Aventis, Bristol-Myers Squibb, Roche, Glaxo, Smith Kline y Novartis, junto con Motorola e IBM ..

El resumen de resultados se publicó en la revista Nature el 27 de octubre de 2005, y en la misma semana aparecieron artículos complementarios en otras publicaciones científicas, como Nature Genetics, Genome Research y PLoS Genetics. Los resultados y secuencias genéticas del proyecto han sido colocados en Internet, teóricamente en el «dominio público». Según el proyecto HapMap, esto es un paso revolucionario, ya que a partir de este conocimiento se podrán desarrollar nuevos diagnósticos y tratamientos para enfermedades como diabetes, hipertensión y cáncer.

Este desarrollo comenzó como un intento de relacionar diferentes grupos humanos ante enfermedades, drogas, remedios, etc., pero a poco derivó a un estudio pormenorizado de diferencias e igualdades ante la presión de la evolución. Ciertos humanos han evolucionado en forma diferencial. No todos los humanos tienen igual ritmo evolutivo. No es discriminación, sino evidencias experimentales. Más allá nada se ha comunicado. Se trata que esto se olvide, al menos para el gran público.¿Será parte del Tratado Extraterrestre?

Hace años que este experimento es secreto y privado. No se encuentran actualizaciones. En realidad ya no se encuentra nada, pero……

La historia de Oliver : El Simio Humano

Desde el nacimiento mismo de la teoría de la evolución y la selección natural promovida por Charles Darwin en el año 1859 a través de su Obra maestra «El origen de las especies…» la ciencia ha buscado el eslabón perdido; Esa pieza que nos conduce sin contradicciones a la verdad sobre nuetsros orígenes. En el camino, le han concedido ese honor a muchos fósiles de diferentes épocas, en su mayoría de simios, aunque siempre en vano.

Uno de los casos más curiosos es sin duda el de un chimpancé llamado Oliver. En el año 1960, éste simio había sido arrancado de su hábitad natural en el Congo Belga, siendo todavía muy joven, y adquirido posteriormente junto a otros dos simios por una pareja de artistas cirquenses de apellido Burger. Oliver pasó sus primeros años en la estancia que Frank y Janet Berger poseían en la pequeña localidad de Blackwood en Nueva Jersey.

Desde muy joven, sus adiestradores comprendieropn que Oliver no era un simio normal, ya que poseía cualidades inusuales entre los simios que ellos habían conocido. En principio Oliver poseía características físicas que diferían bastante de los otros simios. Caminaba erguido durante mucho tiempo, su cara era más plana, con una apariencia casi humana, poseía menos pelo, su hocico era menos pronunciado y sus orejas eran puntiagudas. Además de éstas cualidades poco usuales, el comportamiento de Oliver era distinto al del resto de los monos del lugar, incluso que cualquier otro animal que la pareja de cuidadores hubiera conocido antes.

Oliver era capaz de recibir órdenes complejas y ejecutarlas y prefería la compañía humana a la animal. Mientras vivió bajo la custodia de Frank y Janet Burger, Oliver daba con frecuencia de comer a los perros y realizaba otras tareas domésticas. Al finalizar, se relajaba tomándose una taza de café. Por las noches, se sentaba a ver la televisión, frecuentemente en compañía de uno de sus dos cuidadores. A veces, llegaba incluso a preparar un par de copas para Frank y para sí mismo. Además, nunca buscaba la compañía de otros chimpancés y cuando se veía obligado a separarse de sus amigos humanos, lloraba. Algunos científicos se hicieron eco de éste fenómeno y por un momento creyeron estar ante la presencia del primer «Humancé» (Un hipotético híbrido entre humano y chimpancé).

A finales de los setenta, el diario Los Angeles Times dedicó un artículo a Oliver anunciándolo como “un eslabón perdido” o una nueva subespecie de chimpancé.

Cuando Oliver alcanzó la madurez sexual, sólo le interesaban las hembras humanas y comenzó a demostrarselo a su dueña, fue tal vez por ese motivo que en el año 1975 la pareja decidió venderlo a un abodago de Manhattan, Michael Miller, quien estaba obsesionado con el chimpancé. A partir de ese día, Oliver comenzó a pasar de un dueño a otro y a deambular de un parque temático a otro hasta que finalmente nadie supo más de él.

Durante su estadía con Miller, fue visitado por científicos de gran reputación entre los que se encontraban: George Schaller, de la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje y uno de los biólogos más conocidos del mundo, y Clifford Jolly, reputado antropólogo de la Universidad de Nueva York.

Oliver: El Simio Humano

Todos los medios de comunicación competían por contemplar «al presunto eslabón perdido». Para entonces, los científicos ya habían informado sobre las pruebas que le habían practicado a Oliver: Miller hizo caso de lo que quería escuchar e ignoró el resto. En esos momentos, ejecutivos de la Nippon Television Network, un poderoso canal de Japón, le ofrecieron una pequeña cantidad de dinero y financiar los estudios científicos adicionales. Entre ellos, pruebas genéticas, a cambio de retransmitir en exclusiva el resultado de las mismas. A Miller le pareció la oportunidad perfecta para determinar la verdadera naturaleza de Oliver y conseguir, de esa manera, algo de dinero. Continuar leyendo «La historia de Oliver : El Simio Humano»