Hallan extraños cráneos ovalados en cementerio Sonora

Un cementerio prehispánico, con los restos de 25 personas, 17 de ellas menores de edad, fue descubierto en el municipio de Ónavas, en la sierra baja de Sonora, informó la arqueóloga, Cristina García Moreno.

Señaló que las personas ahí enterradas habrían habitado en esa región del sureste de la entidad entre los años 900 y 1200 D.C. García Moreno, directora del proyecto de investigación, que es realizado por la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos, con aprobación del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), precisó que a 300 metros de la citada población de Onavas, se registró este descubrimiento, mismo que representa el primer cementerio prehispánico en la entidad.

«Tiene alrededor de mil años de antigüedad y se conforma de entierros de 25 individuos, 13 de los cuales presentan deformación intencional del cráneo, y cinco de estos también tienen mutilación dentaria, prácticas culturales similares a las de grupos prehispánicos del sur de Sinaloa y norte de Nayarit, que no se habían registrado en el estado», explicó.

Detalló que algunas de las osamentas encontradas portaban ornamentos elaborados con conchas y caracoles de la región del Golfo de California, como brazaletes, una nariguera, aretes, pendientes y collares de cuentas de concha. Agregó que un individuo fue enterrado con un caparazón de tortuga colocado a la altura del abdomen. Continuar leyendo «Hallan extraños cráneos ovalados en cementerio Sonora»

Los Tasaday: La tribu que nunca existió

Durante una expedición por una Fundación, el 7 de junio de 1971 se descubrió en una región montañosa de la isla de Mindanao, en Filipinas, un pueblo que vivía literalmente, en la Edad de Piedra. Los Tasaday, aislados del mundo desde hacía 2,000 años, eran cazadores y recolectores que hablaban un dialecto desconocido y vivían en cuevas.

La Tribu Tasaday

Su poco contacto con el mundo les había impedido conocer productos como el tabaco, hecho que los antropólogos era una prueba de su incomunicación, pues esta planta se comenzó a introducir por todos los rincones del planeta desde el siglo XV, cuando los primeros viajeros se lanzaron a explorar el mundo.

Tan popular se hizo la ‘tribu’ que la revista National Geographic le dedicó una portada y un documental de una hora, realizado bajo la vigilancia de funcionarios del gobierno del entonces presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos.

Sin embargo tras la caída del dictador en 1986 se hizo una investigación más completa sobre este pueblo. En abril de ese año el antropólogo Oswald Iten, junto con el periodista filipino Joey Lozano, entraron en las famosas cuevas y las encontraron completamente vacías.

Los tasaday existían, actualmente con unos 150 miembros, pero no había nada sorprendentes en ellos, era similares a otras tribus del sudeste asiático: usaban herramientas de hierro, vestían ropas de algodón y solo dormían en cuevas cuando iban de cacería.

Estas nuevas evidencias permitieron descubrir al autor del mayor fraude antropológico de la historia: el director de la fundación Panamin, dedicada a salvaguardar los intereses de las minorías, Manuel Elizalde, quien se ‘sacó de la manga’ a una tribu entera usando a los aborígenes del lugar con el fin de obtener recursos económicos, varios millones de dólares, destinados a proteger el estilo de vida de los Tasaday. Así llegó a su fin una tribu que nunca existió.

La voz de la conciencia…

En su teoría de la Conciencia Esparcida, Riccardo Manzotti plantea que la conciencia es un proceso en constante flujo entre el mundo y la percepción del mundo, surge de esta relación y no del cerebro.

La conciencia no está en el cerebro, está en el mundo

Aunque la ciencia establecida acepta que la conciencia es un fenómeno que no ha logrado ser explicado cabalmente, generalmte se asume que ésta es el producto de procesos neurales, y como tal se fija en el cerebro. La filosofía oriental por otra parte usualmente considera que la conciencia no puede ubicarse en un sitio, sino que es aquello que soporta la existencia y está diseminada por el universo: la conciencia está en la mente, pero la mente está en todas partes.

Este añejo dilema, actualmente dominado por la visión del racionalismo que separa al mundo de la mente (y el espíritu del cuerpo), tiene un interesante avatar en la teoría de la Conciencia Esparcida (Spread Consciousness) del científico y filósofo italiano Riccardo Manzotti. Manzotti, quien antes se desempeñó en el campo de la robótica, propone algo radical: “Las personas dicen que un robot almacena imágenes del mundo a través de su cámara digital. No lo hace, almacena datos digitales. No tiene imágenes”. Lo mismo ocurre con nosotros: “Nuestra experiencia visual del mundo es un continuum entre el que ve y lo que es visto en un proceso compartido de visión”.

Para ilustrar esto, Manzotti utiliza el ejemplo de un arcoiris. Para que un arcoiris ocurra es necesaria la luz del sol, gotas de lluvia y un espectador. Al menos de que alguien esté presenciando, desde cierto ángulo, este arco de colores no puede aparecer. Uno de los elementos de los que está compuesto el arcoiris es la percepción: nuestros ojos, nuestro cerebro. No existe como algo independiente en el mundo o cómo una imagen separada de lo que es percibido: la conciencia está difundida entre la luz del sol, la lluvia, el neurocórtex… y genera la unidad transitoria de la experiencia del arcoiris. Es decir, el espectador no ve el mundo; es parte del proceso-mundo. Literalmente somos parte del paisaje. Continuar leyendo «La voz de la conciencia…»