Científicos chinos logran teletransportar fotones a 97 km de distancia

Investigadores perfeccionan los métodos ya existentes de teletransportación y consiguen teletransportar fotones entre las dos orillas de un lago en China, aunque bajo circunstancias muy especiales que todavía hacen inestable este procedimiento.

La teletransportación, uno de los desarrollos tecnológicos más ambicionados de las últimas décadas, se ha consumado entre dos estaciones situadas en sendas orillas de un lago, por parte de un grupo de científicos en China que trabajaron para resolver las dificultades que modelos previos de redes cuánticas presentaban para cumplir con este objetivo.

Con métodos previos, lo usual es enviar señales a través de cables de fibra óptica, que si bien es un medio rápido y estable, también presenta el problema de pérdida de fotones durante la transmisión, lo cual puede ser conflictivo cuando el número de partículas enviadas es muy pequeño. Asimismo, aunque esta pérdida puede reducirse cuando la transmisión ocurre en el vacío o en el aire, entonces la dificultad estriba en alinear perfectamente al receptor con respecto al transmisor para que los fotones lleguen a su destino.

Juan Yin, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, y otros colegas, resolvieron algunos de estos problemas utilizando un sistema de alta precisión de apuntamiento y seguimiento, con lo cual consiguieron la teletransportación cuántica de múltiples fotones entrelazados entre dos estaciones situadas en las márgenes de un lago de 97 km de ancho.

Con todo, parece ser que este procedimiento está limitado a la comunicación nocturna, aunque los investigadores no aclaran por qué, además de que por ahora la ausencia de obstáculos también fue importante para el éxito de la prueba.

Yuao Chen, otro de los científicos involucrados, asegura que ya trabajan para que este sistema funcione también de día, aunque la sensibilidad de los fotones a circunstancias externas (incluso a la posición en que se encuentra la Luna o al ruido circundante) podría retrasar un poco su perfeccionamiento.

Científicos crean los primeros monos quiméricos

Un equipo científico de la Universidad de Oregon (EE.UU.) creó los primeros monos quiméricos del mundo, animales normales y sanos compuestos por una mezcla de células de hasta seis genomas diferentes, informó hoy la revista Cell.

“Las células jamás se fusionan, pero permanecen juntas y cooperan para formar los tejidos y órganos”, dijo Shoukhrat Mitalipov, del Centro Nacional Oregon de Investigación de Primates, en la Universidad de Salud y Ciencias de Oregon. “Las posibilidades para la ciencia son enormes”, añadió.

El logro de los científicos tiene muchas promesas para la investigación ya que, hasta ahora, la producción de animales quiméricos se ha limitado a los ratones, según el artículo. El estudio también indica que podría haber límites al uso de células madre de embrión cultivadas. Los monos quiméricos nacieron después de que los investigadores adhirieran embriones separados de monos rhesus y los implantaran, exitosamente, en madres. Continuar leyendo «Científicos crean los primeros monos quiméricos»

Un niño de 13 años revoluciona la tecnología de la energía solar

Un joven estudiante de séptimo curso de Long Island (EEUU) llamado Aidan Dwyer, de tan sólo 13 años, ha diseñado un nuevo prototipo de paneles solares que obtienen un rendimiento 50% superior al de los paneles actuales. Gracias a su revolucionaria idea Aidan ganó el concurso de jóvenes talentos del Museo Americano de Historia Natural y una patente a la que le pueda generar una suculenta explotación.

Todo empezó hace dos años en una caminata por las Montañas Catskill, en el estado de Nueva York. En el viaje, Aidan, entonces de 11 años, se interesó mucho por la estructura de las ramas de los árboles, y las comenzó a investigar: “Estaba en las montañas de Catskill cuando tuve un flash. De pronto me di cuenta de que la colocación de esas ramas respondía a un patrón seguido por el diseño de la naturaleza. No era una distribución casual”, relata Dwyer.

En su casa en Long Island, sus padres deseaban instalar paneles solares, pero su patio era demasiado pequeño y su techo no era adecuado. Sin embargo, había espacio suficiente para un árbol. Los árboles organizaban sus ramas de cierta forma para maximizar la captación de luz solar. Si imitaba el diseño de las ramas de los árboles, que siguen un concepto matemático conocido como la sucesión de Fibonacci, reemplazando las hojas con paneles solares, la estructura podría caber en el limitado espacio y abastecer la casa.

Al hacer el experimento con dos modelos un panel solar tradicional y otro receptor solar en forma de árbol descubrió que los números procedentes del emulador de árbol eran mayores.