Proponen explorar el núcleo del misterioso planeta muerto 16 Psyche

Tiene el sugestivo nombre de 16 Psyche, y es uno de los objetos más misteriosos que giran alrededor del sol en el cinturón de asteroides que nuestro Sistema tiene entre Marte y Júpiter. 16 Psyche es uno de los 10 objetos más grandes de esta región, y aunque está considerado como un asteroide tipo M, lo cierto es que se cree que este objeto de 200 kilómetros de diámetro no es un asteroide, sino el corazón muerto de un planeta.

16 Psyche se descubrió en 1852, pero no se sabe mucho sobre él. Lo poco que se conoce es que está compuesto casi en su totalidad por una aleación de hierro y níquel, la misma composición que la de el núcleo de la Tierra. También se sabe que esta gigantesca bola de metal estuvo fundida en algún momento, y que ejerce una influencia bastante fuerte sobre el resto de asteroides del cinturón, lo que sugiere que tiene cierta carga magnética. Linda Elkins-Tanton, del Instituto Carnegie, propuso recientemente a 16 Psyche como el candidato ideal para comenzar la exploración de asteroides cercanos a la Tierra. Los científicos que lo estudian lo definen como un planeta de metal, y es probable que una sonda o nave enviada a explorarlo deba estar protegida contra campos magnéticos fuertes. Se cree que 16 Psyche fue el núcleo de un planeta como el nuestro que nunca llegó a formarse, o el corazón de un planeta que fue completamente destruido, y cuyos restos orbitan también en el cinturón de Asteroides. Para Linda Elkins-Tanton es una oportunidad única de recabar datos sobre la composición y funcionamiento de nuestro propio núcleo terrestre.

Un misterio que lleva décadas intrigando a la NASA y la ESA

La ardua tarea de enviar una nave al espacio supone analizar miles y miles de datos y parámetros, utilizando superordenadores para realizar innumerables cálculos con el objetivo de conseguir una precisión exacta. El Universo es una inmensa mesa de billar en la que las bolas se encuentran a distancias enormes moviéndose además a velocidades vertiginosas. En todo este proceso, el más mínimo error puede dar al traste con muchos años de trabajo.

Sin embargo enviar una misión espacial desde la Tierra hasta un planeta del sistema solar no es tan fácil como podríamos pensar. Para alcanzar cuerpos planetarios lejanos necesitamos una carga de combustible demasiado alta y los ingenieros espaciales deben aprovechar las carambolas cósmicas que la gravedad les ofrece.

Sin estas maniobras de asistencia gravitatoria las misiones espaciales a muchos planetas hubieran sido virtualmente imposibles. ¿En qué consisten? Bueno, en este caso, explicarlas es mucho más sencillo que realizarlas puesto que a grandes rasgos tan solo se trata de aprovechar la gravedad de satélites o planetas bien para disminuir la velocidad de una nave espacial o bien para relanzarla hacia su destino.

Se llevan utilizando desde la década de los ’70 cuando los técnicos de la NASA utilizaron por primera vez la gravedad de Venus, curiosamente no para empujar sino para frenar la sonda Mariner 10 en su camino hacia Mercurio.

El ejemplo más alucinante de estas maniobras es sin duda alguna la misión interplanetaria de las Voyager 1 y 2, lanzadas en el año 1977 y que aprovecharon un poco frecuente alineamiento planetario que permitió utilizar el tirón gravitatorio de, no uno, sino dos planetas (primero Júpiter y después Saturno) para conseguir su impresionante viaje hacia las profundidades del Sistema Solar.

La sonda Galileo por su parte, supuso ya la perfección en el manejo de estas maniobras de asistencia gravitatoria puesto que se aprovechó del empuje de varias lunas y planetas para llegar a Júpiter. Incluso llegó a orbitar la Tierra utilizando nuestra propia gravedad para adquirir velocidad antes de emprender su vuelo hacia el gigante gaseoso. Continuar leyendo «Un misterio que lleva décadas intrigando a la NASA y la ESA»

Crecimiento planetario

Hace unos años, los geólogos americanos habían determinado que su mayor mina de níquel, se había debido a un fortuito choque de un gran asteroide. Este choque posiblemente ocurriera en etapas tardías de crecimiento planetario, ya bastante cercano a lo que serían las primeras manifestaciones de vida.

La Nasa, a principio de año, según leemos en el artículo “NASA scintist theorize final growth spur for planets”, para esas fechas, 4.500 millones de años o algo antes, la Tierra, la Luna-recién formada- y Marte, recibieron un aporte de masa y metales como último gran aporte para su crecimiento.

Parecería que hubo un bombardeo último de importancia, que son los responsables de un aumento del 3% en la masa, y de los depósitos superficiales de oro, plata, níquel, platino, paladio, etc.

Metales semi-pesados que no tuvieron tiempo de estratificarse por la gravedad y la solificación parcial de la corteza.

No solo se demuestra esto por las minas metalíferas terrestres, sino por el contenido de las piedras traídas de la Luna, como de lo observado robóticamente en Marte.

Los choques mayores pudieron ser soportados por la Tierra, por asteroides de hasta 2000 kilómetros de diámetro, mientras que la Luna y Marte pudieron ser acertados por asteroides menores, de hasta 200 a 600 Kilómetros, de diámetro, respectivamente.

Estos impactos, pudieron no solo ser importantes por los metales, hoy tan ampliamente utilizados por la humanidad, sino que pudieron ser los responsables de la inclinación del eje rotario, que permitió tener estaciones climáticas en todo el globo terrestre.

En la Luna, serían responsables del agua encontrada en su manto.

Firman le “papel” los científicos: Bottke, Nemorny, Walter, Day y Elkins.

por Manlio E. Wydler