«El remache de oro»; La leyenda del puente carretero de Río Cuarto

La construcción del puente del Río Cuarto, en la ciudad homónima localizada en el centro de la provincia de Córdoba, se inició en el año 1911, y se completó un año más tarde. Hasta ese momento, si la gente quería cruzar el río Cuarto debía pasar por un vado de arena bastante precario que cuando llegaba alguna creciente quedaba totalmente sumergido bajo las aguas. O sobre los rieles y las tablas de un puente ferroviario que había sido construido algunos años antes.

Según señalan algunas fuentes, en 1985 el Gobierno de la provincia se encargó de la construcción del puente carretero de la ciudad de Río Cuarto, no obstante, por esas cosas que tiene la política y sus proyectos, la construcción nunca se llevó a cabo.

Pasaron cerca de 18 años para que, el intendente de Río Cuarto de aquél año, Alfredo Boasi, retomara aquella cuestión, enviándo una carta al Ministro de Obras Públicas de la Nación, en donde transmitía la enorme urgencia de la ciudad de contar con un puente que comunicara más rápidamente los dos sectores del municipio que dividía el río, ya que el mismo, dejaba completamente separadas la planta urbana de la ciudad del resto del municipio hacia el norte, quedando a este rumbo un núcleo de población importante. Por aquellos años, las frecuentes crecientes mantenían completamente incomunicados a los dos sectores de la ciudad, incluso por varios días.-

Como antecedente cercano del puente carretero se encontraba el «puente negro», que trajo al tren desde Villa María. Pero claro, no facilitaba el paso a todos los ciudadanos que vivían del otro lado del río. Para colmo de males, la ciudad estaba creciendo notablemente por aquél sector que hoy se conoce como Banda Norte y entonces se llamaba «Pueblo Alem». Incluso la misma Municipalidad había instalado un pequeño vivero en la zona donde hoy yace el parque Sarmiento. Pero los valientes que vivían en las quintas detrás del río y que decidían cruzar el arenoso vado, sólo podían hacerlo con livianos vehículos de tracción a sangre.

Finalmente, mientras transcurría el año 1911, y bajo la intendencia de Antonio P. Ferrer, se logró dar inicio a la obra, que estuvo a cargo de la empresa alemana Harkort Duisburgg.

Desde tierras europeas llegó la construcción, y admiró a todos semejante cantidad de metal. Con todo listo se comenzaron las obras y tras algunos altibajos, el puente comenzó a funcionar a mediados del año siguiente.

La Leyenda del Remache de Oro.

Si alguna vez viajas a Río Cuarto y vas hacia el centro de la ciudad desde el barrio Banda Norte, seguramente atravesarás el río Cuarto por éste emblemático puente, si además viajas con un citadino, probablemente, te cuente, mientras observas la extensión del río o el espejo de agua que forman los contemporáneos azudes cuando se encuentran inflados, que entre los remaches, clavos y vigas que sostienen la estructura de hierro del puente, «hay un remache de oro».

Este simple mito, que gira en torno a uno de los elementos más tradicionales de la ciudad, ha sido parte de las conversaciones populares y se ha transmitido de boca en boca por más de cien años, incluso inspirando una atrapadora novela de crímenes y misterios llamada «El Remache de Oro» del escritor local Esteban Llamosas, cuya trama principal gira en torno al Puente local y una serie de asesinatos que se producen en él y que mantienen relación con organizaciones secretas como los Masones y los Templarios.

Aunque los mitos no son muy frecuentes en el Imperio cordobés, la historia del remache de oro, que intencionalmente fue escondido entre los hierros de una enorme estructura en el centro de la ciudad, ha sabido mantener su vigencia hasta nuestros días, y aunque nunca nadie lo ha encontrado, todos se acuerdan de ella y hasta a veces, reconocen mirar de reojo entre los remaches para intentar descubrir el secreto escondido!

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