El pensador contemporáneo Arthur Koestler dedicó gran parte de su carrera al estudio de la teoría de las coincidencias. En una oportunidad un estudiante inglés de doce años llamado Nigel Parker, le relato a Koestler la siguiente historia: Hace muchos años, el autor de historias de terror norteamericano, Edgar Allan Poe, escribió un libro titulado: El relato de Arthur Gordon Pym. En él, el señor Pym viajaba en un barco que naufragó. Los cuatro supervivientes pasaban muchos días en un bote antes de decidirse a matar y comerse al grumete, cuyo nombre era Richard Parker.
Unos años después, en el verano de 1884, el primo de mi bisabuelo era grumete de la yola Mignonette cuando ésta se hundió, y los cuatro supervivientes navegaron a la deriva en un bote durante muchos días. Finalmente, los tres miembros mayores de la tripulación mataron y se comieron al grumete. Su nombre era Richard Parker.
Extrañas Coincidencias: El rey Humberto I
En la noche del 28 de Julio de 1900, el rey Humberto I de Italia cenaba con su ayudante en un restaurante de la localidad de Monza, donde debía presenciar una competencia de atletismo al día siguiente. Mayor fue la sorpresa del rey al observar que el propietario del establecimiento era idéntico a él. Por curiosidad, entabló conversación con él, descubriendo, durante la charla, que existían otras coincidencias entre ellos. El dueño también se llamaba Humberto; al igual que el rey, había nacido en Turín, y en el mismo día; y se había casado con una chica llamada Margherita el mismo día en que el rey se casó con su esposa, la reina Margherita. Además, había inaugurado el restaurante el día en que Humberto I fue coronado rey de Italia.
El rey quedó fascinado e invitó a su doble a que asistiera al concurso de atletismo con él. Pero al día siguiente, ya en el estadio, el ayudante del rey le informó que el dueño del restaurante había muerto aquella mañana después de que le hubieran disparado misteriosamente. Mientras el rey expresaba su pesar, un anarquista que surgió de entre la multitud disparó contra él y le mató.
Uri Geller
Lo primero que le llamó la atención fue el hecho de que Geller era un actor nato, y aunque el espectáculo, en general, decepcionó a Puharich, el último “truco” le impresionó más. Geller anunció que rompería una anilla sin tocarla, y una mujer del público ofreció una anilla de su vestido. Geller le dijo que la mostrara al público y después que la apretara con fuerza en la mano. Luego colocó su propia mano sobre la de ella y la dejó allí unos segundos. Cuando la señora abrió la mano la anilla estaba rota en dos trozos.
Después del espectáculo, Puharich preguntó a Geller si estaba dispuesto a someterse a varias pruebas científicas al día siguiente. Hasta aquel momento, Geller se había negado, pero aquella vez asintió. Continuar leyendo «Uri Geller»