Leshii, el demonio del bosque

Los bosques del este de Europa constituyen el dominio del leshii, poderoso ente sobrenatural al que corresponde cuidar de los animales y las plantas que habitan en ellos. Con semejante función, no es de extrañar que trate a los humanos de forma extremadamente maliciosa y hostil.

El leshii posee la capacidad de cambiar de aspecto a voluntad. Su tamaño varía entre el de una hierba y el de un árbol. Puede adoptar la apariencia de cualquier animal, y también la de un ser humano, incluso la de uno conocido por la persona a quien se aparece, aunque en estos casos siempre hay algún detalle que lo delata, como, por ejemplo, llevar el abrigo abotonado al revés, tener los ojos blancos o carecer de cejas.

Pero el leshii puede presentarse también bajo su propia forma. A este respecto, existen dos descripciones típicas. Una lo presenta con aspecto de fauno o demonio, es decir: patas de macho cabrío, dos cuernos brotando de su frente, pelo cubriéndole casi todo el cuerpo… La otra lo retrata con una apariencia más vegetal, con la piel rugosa como la corteza de un árbol y el pelo (al igual que el de las rusalkas) verde como la hierba.

De todas maneras, lo más habitual es que les juegue malas pasadas a sus víctimas sin dejarse ver. Todo el que se adentra en el bosque debe permanecer alerta, ya que el leshii probablemente intentará conducirlo hacia un precipicio o un pantano, borrando caminos, cambiando señales de su sitio, haciéndose pasar un amable lugareño o imitando todo tipo de sonidos, incluidos el llanto de un bebé o los lamentos de un agonizante. Puede lanzar asimismo terroríficas carcajadas. Todo sirve con tal de llevar al viajero hacia su perdición.

Cuando alguien se siente bajo el influjo del leshii, lo mejor que puede hacer consiste en caminar de espaldas o ponerse la ropa al revés. Solo así logrará regresar al camino.

A veces el leshii se limita a gastar bromas pesadas, como, por ejemplo, soplar polvo sobre los ojos del viandante, o quitarle el sombrero mediante el mismo método. Y es que el leshii está muy asociado al viento. Sus apariciones son frecuentemente precedidas por una fuerte ráfaga de aire, y se dice que danza en los torbellinos junto a su mujer. Continuar leyendo «Leshii, el demonio del bosque»

Los sapos que desafian las teorías de Darwin

Cambios físicos observados en los sapos gigantes de caña, que han invadido parte de Australia en las últimas décadas, desafían la teoría evolutiva de Darwin, según un estudio difundido hoy por la emisora australiana ABC. Muchos de estos batracios (bufo marinus) han desarrollado patas más largas desde que fueron introducidos desde Venezuela y Centroamérica en el estado de Queensland durante la década de 1930 para controlar a la población de escarabajo de caña.

Esta característica, detectada en la avanzadilla de sapos que se han propagado hasta Kununurra (Australia Occidental) y Sídney, les permite recorrer con mayor velocidad distancias más largas que sus generaciones antecesoras. Según biólogos de la Universidad de Sídeny, el proceso difiere de la teoría de la selección natural de Charles Darwin ya que los cambios evolutivos no están vinculados a la supervivencia o la reproducción sino a la necesidad de dispersarse con mayor rapidez.

“Es un concepto radical. Es el primer mecanismo realmente nuevo en cambios evolutivos en 150 años”, dijo el director del equipo, Rick Shine a la radio australiana. Shine y su equipo desarrollaron un modelo matemático para explicar el proceso de “selección espacial”, que sería el resultado de la acumulación de genes “buenos” para el desplazamiento, indicó el biólogo.

El estudio revela que las nuevas generaciones de sapos de caña se reproducen con menor eficiencia que sus antepasados, sufren artritis en la columna y son más vulnerables a los depredadores porque su veneno es menos efectivo. “El proceso funciona incluso aunque no conlleve ventajas para la supervivencia o la reproducción”, indicó Shine que añadió que el proceso de “selección espacial” ocurre en paralelo a la selección natural.

“La selección espacial no reemplaza a la selección natural (…) solo funciona si no se opone a la selección natural”, dijo Shine.

“Si hubiera grandes desventajas para la supervivencia por estar al frente de la invasión, esta sencillamente no ocurriría porque la selección natural acabaría con estos sapos”, añadió. Un estudio anterior realizado por Shine detectó que más de un diez por ciento de estos sapos gigantes padecen artritis aguda en la columna por culpa de la bacteria “ochrobactrum anthropi” que se encuentra en la tierra común.

El batracio también se encuentra en Hawai (Estados Unidos), Filipinas, Papúa Nueva Guinea y otras islas del Pacífico.