La plaga de la Danza (1518)

En julio del año 1518, una mujer llamada Frau Troffea caminaba por las calles de Estrasburgo, cuando de pronto, comenzó a bailar de una manera inexplicable. Seis días más tarde, continuaba contorneándose, y se le habían unido otras 34 personas.

Pasado un mes, las personas que habían entrado en éste misterioso trance eran aproccimadamente 400, y aunque contarlo parece divertido, la famosa plaga de la Danza se cobró numerosas víctimas, afectadas por paros cardíacos y otras dolencias derivadas del incansable baile.

Durante mucho tiempo, nadie pudo explicar éste extraño acontecimiento ocurrido, que está ampliamente documentada. La explicación más factible es que se trataba de una época de extrema hambruna, que pudo dar altas fiebres e impulsar momentos de desenfreno sin control.

Una posible explicacion es que se podria tratar de la tarantela, o tarentula, que hace referencia a la ciudad de Taranto, al sur de Italia, en cuyas cercanias fue descrita la araña. Los habitantes de esa localidad hacian bailar a los atarantados una danza frenetica, llamada tanatela, para que asi, al sudar, se librasen del mal. La musica de este baile era muy rapida, y los envenenados danzaban agitados como manojos de nervios, hasta caer exhaustos con las ropas empapadas en sudor. En 1787, el doctor Javier Cid en su obra Tarantismo observado en España, recogio numerosos testimonios de mordeduras y curaciones en todo el territorio español. En todos los casos, la tarantela se manifiesta involuntariamente. Incluso la Junta Gubernamental de Medicina, en 1875, reconocio los poderes curativos de la tarantela, y animaba a los musicos para que la hicieran sonar.

EL historiador John Waller, autor del próximo libro, «La Historia Extraordinaria de la Plaga del Baile de 1518», estudió la enfermedad en detalles cree haber solucionado el misterio. La explicación que da es sobre una posible época de extrema hambruna, que pudo dar altas fiebres e impulsar momentos de desenfreno sin control.

Congela2 : Mitos y verdades sobre la Criogenización

Es bien sabido que las religiones de todos los credos y culturas, han tenido como principal objetivo la difícil tarea de explicar la «Muerte». La amplia gama de respuestas existentes, crea un espacio de dudas entre las personas que prefieren ver el mundo y sus misterios de forma racional. El cielo, la reencarnación o la trascendencia espiritual dejan de ser, para los hombres de ciencia, una respuesta posible para ésta circunstancia conocida y comienzan a ganar espacio otras alternativas. Este es el caso de la Criogenización.

Que es la Criogenización

Es un sistema de conservación de las estructuras biológicas mediante el frío. Las sustancias crioprotectoras se usan para conservar y transportar órganos para trasplantes. Muchas técnicas se basan en el congelamiento, como la criopreservación de embriones. Existen en la actualidad un gran número de niños nacidos de embriones criopreservados durante años. Se criopreservan células madre, embriones, óvulos. Para cada uno de ellos se aplican técnicas distintas. El procedimiento de Criogenización para conservación de cuerpos humanos consiste en un proceso de enfriamiento a 196 grados bajo cero.

Historia de la Criogenización

La idea de la criogenización surge en los años sesenta promulgada por la doctora Constance M. Ettinger, profesora de Física en el Highland Park College de Detroit (EE.UU.), quien gracias a innovadores estudios formuló una hipótesis un tanto controvertida. “La muerte, es una enfermedad hasta el momento, incurable”. Abriendo así el debate de la “inmortalidad” en el ámbito científico. Pero Ettinger, no solo creía que en el futuro iba a ser posible curar la muerte, sino que propuso un método específico que permitiera esperar cómodamente la llegada del anhelado remedio para éste mal. La Criogenización.

Explicando a tal efecto que «un cuerpo podría permanecer sumergido a la temperatura de ebullición del nitrógeno líquido a la espera de que la ciencia contara con los avances necesarios para evita la muerte». Esta idea despertó, naturalmente, la esperanza de miles de ciudadanos de todo el mundo, especialmente entre aquellos, quienes por razones de una enfermedad terminal incurable, veían amenazadas sus vidas.

Tal es así, que a partir de ese momento comenzaron a crearse organizaciones y sociedades a lo largo y ancho del planeta con el objetivo de que los respectivos gobiernos autorizaran ésta práctica innovadora, cuyos resultados y efectividad carecían de pruebas prácticas, dada la complejidad del asunto. En España, durante el año 1998, se constituyó la Sociedad Española de Criogenización (SEC).

Las dificultades legales

El fundador de SEC, el ingeniero Andrés Albarrán, y cientos de miembros de la asociación, creen que la criogenización es no solo la mejor, sino la única alternativa para burlar a la muerte. Sin embargo, la legislación española como la de la mayoría de los países del mundo se manifiestan en contra de ésta práctica. En Estados Unidos, pionero de éste fenómeno de conservación, existen tres sociedades criogénicas en las que es posible congelar y custodiar un cuerpo hasta el momento en el que se decida devolverlo a la vida. La más importante de ellas fue creada en el año 1972, se trata de la Fundación Alcor para la Extensión de la Vida. Se encuentra localizada en Arizona y se estima que posee unos cien cuerpos criopreservados y unos doscientos en lista de espera. Los datos no son precisos debido a la política de confidencialidad que mantiene la empresa con sus pacientes. Otras empresas similares son Cryonics, con sede en Michigan, y Transtime, en California.

Existen dos formas de criopreservar un cuerpo. Una de ellas consiste en congelar un cuerpo que ya esté muerto con la ilusión de que algún día esa circunstancia sea reversible, pero lo ideal es que la criogenización se efectúe antes de que ese hecho se produzca. Sin embargo, no es tan sencillo como parece, ya que las leyes de Estados Unidos, prohíben congelar un cuerpo vivo. La solución: Que un centro médico declare a la persona “clínicamente muerta”. Una vez realizado éste trámite, se traslada rápidamente el cuerpo al centro de criogenización antes de que se produzca la muerte biológica. Una vez allí, se reaniman las funciones de circulación y respiración para que los daños en el cerebro y en el organismo sean mínimos.

Los secretos del corazón

Siempre se nos ha dicho que el corazón ama y siente pero, ¿es posible que también piense, recuerde, se comunique con otros corazones, ayude a regular la inmunidad y contenga información almacenada circulando a través de nuestro cuerpo? Recientes investigaciones sobre la memoria celular apuntan a que es el corazón y no el cerebro el recipiente de los secretos que conectan la mente, el cuerpo y el espíritu.

En el siglo XVII, Sir Kenelm Digby, miembro de la Royal Society, hizo un experimento con el corazón de una víbora: tras arrancárselo y guardarlo en un lugar templado y húmedo, comprobó que latió durante veinticuatro horas. Cuando cesó de latir lo humedeció con agua templada y el órgano palpitó de nuevo. Luego lo cortó en varios trozos, y las partes separadas siguieron latiendo durante un tiempo prolongado. Lo mismo ocurre con el corazón humano: aunque la cabeza se separe del cuerpo, el corazón continuará latiendo durante horas. No en vano, este órgano, asiento de la vida y músculo central del sistema fisiológico, es «primum vivens, ultimum moriens», el primero en vivir y el último en morir en todas las criaturas.

«Nunca estuve interesada en el sexo. Ni siquiera pensé mucho en eso, pero ahora agoto a mi marido. Deseo hacer el amor todas las noches y, a veces, me masturbo dos o tres veces al día. Antes odiaba los vídeos X, pero ahora los adoro. Me siento como una mujerzuela y cuando estoy de buen humor, realizo un striptease para mi marido. Jamás había hecho algo parecido antes de mi operación. Cuando le comenté esto a mi psiquiatra, me dijo que era una reacción a los medicamentos y porque ahora tengo un cuerpo más sano. Posteriormente he descubierto que mi donante de corazón era una chica que trabajaba en un topless y actuaba como profesional a domicilio. Creo que he adoptado su orientación sexual, y mi marido también lo piensa así».

Por extraño que pueda parecer, este relato de una mujer de 35 años a quien se le trasplantó el corazón de una prostituta de 24 años no es el único en su género. Desde principios de los años setenta se vienen recogiendo informes de personas que tras un trasplante de corazón alegan haber adquirido gustos, hábitos, aptitudes y memorias de los donantes muertos. Hasta ahora sólo se han publicado un par de libros que recogen dichas experiencias, pero el fenómeno ya suscita una polémica parecida a la surgida hace más de veinte años con las experiencias cercanas a la muerte.

Uno de estos libros, A Change of Heart, de Claire Sylvia, recoge los cambios experimentados por la autora a raíz de una operación de trasplante; otro más reciente, El código del corazón (Ed. Edaf), de Paul Pearsall, se enfrenta abiertamente a un dogma de la moderna ciencia médica: la dependencia que tiene la memoria del sistema nervioso central.

Aunque tal dogma descarta por completo la posibilidad de que los hábitos puedan modificar estructuras bioquímicas que afecten al tejido del corazón, Pearsall no parece albergar dudas que el corazón, además de constituir el centro de energía más importante del cuerpo, es al mismo tiempo un mensajero del código que representa el alma. Una propuesta tan provocadora como la suya ha supuesto que se le acuse de perjudicar al movimiento de trasplante de órganos porque hace pensar que el corazón es mucho más que una masa de células biomecánicas. También se ha calificado a Pearsall de gurú prolífico de la auto-ayuda, pero en todo caso, su último libro ofrece una perspectiva novedosa en un campo que la ciencia no ha explorado todavía suficientemente. Leer más en la fuente original : Los Secretos del Corazón