Descubren un tiburón con dos cabezas en Florida

Un pescador de los Cayos de Florida es el responsable del descubrimiento de un feto vivo de tiburón toro con dos cabezas, algo que los científicos jamás habían visto antes.

El descubrimiento tuvo lugar hace casi dos años, el 7 de abril de 2011, pero se conoce ahora porque acaba de publicarse en el Journal of Fish Biology, después de que científicos de la Universidad del Estado de Michigan (MSU) lo estudiaran y confirmaran sus observaciones.

El pescador encontró el feto al abrir el útero de un tiburón toro -también conocido como sarda o lamia- que pescó en aguas del Golfo de México. Al darse cuenta de que estaba vivo y tenía esa particularidad se puso en contacto con un equipo científico.

Michael Wagner, de la MSU y coautor del estudio recién publicado, detalla en su análisis que el ejemplar tenía una bifurcación axial, una deformidad del embrión que comienza a separarse en dos organismos, pero no termina el proceso.

«En mitad del proceso de formación de gemelos se detuvo la división del embrión», explica Wagner, quien considera que el animal -que murió enseguida- tenía «pocas o ninguna posibilidad» de sobrevivir por mucho tiempo. Continuar leyendo «Descubren un tiburón con dos cabezas en Florida»

Un Troll fotografiado en Pensilvania

Algo extraño se esconde en los bosques nevados de Pensilvania, y una mujer afirma haber capturado con su cámara digital, la prueba de su existencia.

La fotografía de una extraña criatura no identificada ha ido ganando popularidad desde su aparición en Facebook. Publicada por una usuaria de la gran red social, bajo el seudónimo de «Polly», la imagen borrosa muestra una criatura de color oscuro caminando en cuatro patas. Debido a la pixelación es difícil determinar exactamente lo que es, sin embargo, la prensa lo ha descrito como un «bebé sasquatch», mientras que en otros se han referido a él como un ‘Troll’ debido a su aspecto desgarbado como la criatura «gollum» de la saga «El Señor de los anillos».

Esta bestia desgarbada no parece encajar en la descripción del Bigfoot Americano, por lo que muchos han decidido simplemente apodarlo «El troll»

La misteriosa desaparición de Oliver Thomas.

El 24 de diciembre de 1909 la familia Thomas se preparaba para disfrutar un año más de una entrañable celebración. Durante todo el día los miembros de esta familia de granjeros del pequeño pueblo de Brecon, situado en Gales (Reino Unido), habían estado preparando la gran fiesta que, como cada año, reuniría a la familia y a varios amigos y vecinos. Todo parecía ideal para disfrutar de una noche de alegría en la que el espíritu de la Navidad lo impregnaba todo. Incluso el clima parecía querer unirse a la celebración, pues acababa de nevar y el campo estaba cubierto con una capa de nieve que convertía el paisaje en una postal. Al comenzar la cena todo era perfecto.

El guiso de la señora Thomas impregnaba el ambiente con un olor apetitoso, demostrando una vez más que era una excelente cocinera. Los niños jugaban y esperaban el momento de los regalos y los mayores conversaban animadamente. Nada hacía presagiar que algo acechaba a aquella gente, que el misterio se iba a materializar de forma trágica rompiendo para siempre la familia.

Gritos de socorro

La velada fue avanzando en medio de una conversación agradable. El cabeza de familia, Owen Thomas, era un excelente anfitrión, como había demostrado en anteriores ocasiones, y de su hospitalidad disfrutaban esa noche el comisario del pueblo, el veterinario y el pastor de una localidad vecina, todos acompañados de sus familias. En total eran quince personas. La fiesta avanzaba y la señora Thomas se percató de que se estaba acabando el agua. No había problema, a apenas unos metros de distancia de la casa tenían un pozo y solo había que ir con un cubo a sacar un poco de agua. Como los mayores estaban en medio de una agradable charla, decidió pedir a su hijo Oliver que saliese un momento a buscar agua al pozo. Una decisión que la pobre mujer lamentaría toda su vida. Oliver tenía once años, había ido en multitud de ocasiones a por agua al pozo y no le importaba demasiado dejar durante unos instantes el cálido ambiente que proporcionaba el hogar encendido. Afuera hacía frío, pero había acabado de nevar y se veían ya las primeras estrellas. El niño se calzó unas pesadas botas y, protegido con una bufanda que amorosamente le había colocado su madre, salió resuelto con un balde en la mano. Solo habían pasado unos instantes –después dirían los que se quedaron en la casa que apenas fueron diez segundos– cuando todos se estremecieron al oír un alarido del pequeño. Fue un grito penetrante, más que nada de sorpresa, que inmediatamente después fue seguido por llamadas de auxilio. Continuar leyendo «La misteriosa desaparición de Oliver Thomas.»