Los árboles, pueden avisarse entre ellos de un peligro inminente, pero la forma en que lo hacen representa un verdadero misterio para la ciencia.
El químico y zoólogo estadounidense Davey Rhoades infectó un grupo de sauces con orugas tóxicas. El experimento consistía en ver como los árboles se las ingeniaban «biológicamente» para protejerse de ésta plaga, extremadamente tóxica para su normal existencia. Y así fue como éstos árboles, cambiaron la composición química de sus hojas – elevando el nivel de ácido clorogénico – de modo que a las orugas les resultara tóxico y murieran. El experimento habría dado hasta aquí los conocimientos necesarios sobre éste tipo de árboles.
Lo raro ocurrió después, cuando Rhoades comprobó que un grupo de sauces cercanos, que no había sido infectado por las indeseables orugas, también elevó su nivel de ácido clorogénico en las hojas, en respuesta a un posible e inminente ataque. Pese a que aún no se sabe si la comunicación fue activa (disparada por el ataque de las orugas) o pasiva (percibida de algún modo por los sauces no infectados), los expertos aseguran que hubo algún tipo de comunicación entre los sauces del bosque. Un lenguaje silencioso para el oído humano.
Se llama la ilusión de la cara hueca y explota una de las propiedades más conocidas de nuestro cerebro: completar lo que ve en función de lo que está habituado a ver. La ilusión consiste en una máscara que tiene pintada una cara por su lado convexo (el que sobresale) y otra por el cóncavo (el interior). Cuando vemos la imagen, y aunque sepamos dónde está el truco, no podemos evitar que la parte hueca de la máscara nos parezca una cara que sobresale. Es un truco muy potente.
Ahora bien, desde hace unos años los neurocientíficos han comprobado que determinado tipo de pacientes, aquellos que padecen esquizofrenia, son incapaces de ver el truco. De alguna manera, sus procesos cerebrales difieren del resto y no caen en el engaño en el que caemos todos los demás, hasta el punto de que en algunos casos se ha utilizado esta ilusión visual para reforzar un diagnóstico. ¿Cuál es la causa de esta diferencia?
Para comprobarlo, el equipo de Danai Dima, de la Universidad Médica de Hannover, y Jonathan Roiser, del University College de Londres, han realizado un estudio que aparece publicado en la revista Neuroimage. El trabajo consistía en reclutar a 13 pacientes con esquizofrenia y 16 sujetos de control sin ninguna enfermedad mental y medir su actividad cerebral mientras les mostraban imágenes en tres dimensiones de caras cóncavas y convexas. Y como esperaban, los 13 pacientes con esquizofrenia reportaron ver las caras cóncavas y no percibían las caras con relieve, como los demás.
Utilizando una técnica de neuroimagen, los científicos pudieron ver cómo interactuaban diferentes regiones cerebrales de los sujetos durante la prueba, y lo que vieron fue que en los pacientes ‘sanos’ se reforzaban las conexiones entre el área frontoparietal del cerebro y las áreas visuales que reciben información de los ojos, mientras que en las personas con esquizofrenia esto no sucedía. De alguna manera, los pacientes con la enfermedad mental no activan este circuito de abajo arriba y no ven lo que su cerebro espera ver, sino lo que hay, algo parecido, dicen en Wired, a lo que sucede con personas que han bebido o han tomado drogas, que tampoco son víctimas de la ilusión.
Aunque el estudio no es concluyente (no se establece cuál es el origen de esta diferencia en el comportamiento del cerebro) los científicos creen que puede ser una buena pista para conocer mejor cómo funciona la esquizofrenia y por qué el cerebro parece comportarse de manera especial en estos pacientes.
* Nota importante: Si por cualquier motivo no eres capaz de ver la ilusión óptica, por favor no te asustes. Verlo en un vídeo en internet no es indicativo de nada ni motivo de diagnóstico de ninguna enfermedad. Para cualquier duda siempre acude a tu médico.
La ciencia cree haber descubierto el misterio que por años la mantuvo en vilo. Un truco que reducía a la mitad la fuerza de tracción requerida para los trineos que utilizaban en las construcciones de las grandes y milenarias pirámides de Egipto.
Cada uno de los bloques de piedra de La Gran Pirámide de Keops (Giza, El Cairo) pesa entre dos y sesenta toneladas. En total, suman más de dos millones de bloques solo para esta pirámide.
Aunque hasta ahora no estaba claro cómo los egipcios consiguieron mover esta gran cantidad de piedras, físicos de la Fundación FOM y la Universidad de Amsterdam han descubierto que utilizaban un truco para hacer más fácil su transporte durante la construcción de las pirámides.
Según señalaron los autores del estudio, las piedras que solían arrastrarse sobre una losa a la que se ataba una cuerda a modo de ‘trineo’, se transportaban por zonas donde se había humedecido la arena, lo que permitía un mejor deslizamiento. Continuar leyendo «Así se construyeron las pirámides de Egipto?»