Un misterio que lleva décadas intrigando a la NASA y la ESA

La ardua tarea de enviar una nave al espacio supone analizar miles y miles de datos y parámetros, utilizando superordenadores para realizar innumerables cálculos con el objetivo de conseguir una precisión exacta. El Universo es una inmensa mesa de billar en la que las bolas se encuentran a distancias enormes moviéndose además a velocidades vertiginosas. En todo este proceso, el más mínimo error puede dar al traste con muchos años de trabajo.

Sin embargo enviar una misión espacial desde la Tierra hasta un planeta del sistema solar no es tan fácil como podríamos pensar. Para alcanzar cuerpos planetarios lejanos necesitamos una carga de combustible demasiado alta y los ingenieros espaciales deben aprovechar las carambolas cósmicas que la gravedad les ofrece.

Sin estas maniobras de asistencia gravitatoria las misiones espaciales a muchos planetas hubieran sido virtualmente imposibles. ¿En qué consisten? Bueno, en este caso, explicarlas es mucho más sencillo que realizarlas puesto que a grandes rasgos tan solo se trata de aprovechar la gravedad de satélites o planetas bien para disminuir la velocidad de una nave espacial o bien para relanzarla hacia su destino.

Se llevan utilizando desde la década de los ’70 cuando los técnicos de la NASA utilizaron por primera vez la gravedad de Venus, curiosamente no para empujar sino para frenar la sonda Mariner 10 en su camino hacia Mercurio.

El ejemplo más alucinante de estas maniobras es sin duda alguna la misión interplanetaria de las Voyager 1 y 2, lanzadas en el año 1977 y que aprovecharon un poco frecuente alineamiento planetario que permitió utilizar el tirón gravitatorio de, no uno, sino dos planetas (primero Júpiter y después Saturno) para conseguir su impresionante viaje hacia las profundidades del Sistema Solar.

La sonda Galileo por su parte, supuso ya la perfección en el manejo de estas maniobras de asistencia gravitatoria puesto que se aprovechó del empuje de varias lunas y planetas para llegar a Júpiter. Incluso llegó a orbitar la Tierra utilizando nuestra propia gravedad para adquirir velocidad antes de emprender su vuelo hacia el gigante gaseoso. Continuar leyendo «Un misterio que lleva décadas intrigando a la NASA y la ESA»

El carnicero de Kampala

Uno de los más crueles dictadores del siglo XX, gobernó Uganda con mano de hierro de 1971 a 1979. Medio millón de ugandeses fueron asesinados durante su régimen. Fue caníbal confeso, admirador de Hitler e impuso la «sharía» (ley jurídica musulmana) obligatoria a toda la nación.

Idi Amin Dada, también conocido como «Big Daddy», es el hombre que impuso un régimen de terror en Uganda durante la década de los 70. Todos los que osaron mostrarse en su contra murieron asesinados. Su legado fue un país sumido en el caos y la miseria.

Ni siquiera está clara en sus biografías la fecha de su nacimiento, entre 1925 y 1928. La leyenda habla de una no muy feliz infancia, del abandono del padre, un campesino, y de una madre estrechamente relacionada con la brujería. Su nacimiento en el seno de una familia sin recursos de una región pobre, cerca de Sudán, le condenaba a un destino poco deseable. A menos que optara por la vida militar. Al principio, su historia no se diferenciaba mucho de la de otros soldados africanos: corpulento, prácticamente analfabeto, maleducado, siempre dispuesto a obedecer órdenes de sus superiores.

Dentro del Ejército consiguió suscitar admiración, proclamándose en diez ocasiones campeón nacional de boxeo en la categoría de pesos pesados. Cuando Uganda consiguió, en 1962, la independencia de Gran Bretaña, era un oficial de las Fuerzas Armadas, que había servido en el Ejército británico, en el Cuarto Regimiento de Fusileros Reales de África, a finales de la II Guerra Mundial. Y ya había demostrado que los métodos que utilizaba para conseguir sus fines eran brutales.

Amin llegó al poder en 1971 con un rápido y sangriento golpe contra el presidente Milton Obote, de cuyo Gobierno fue jefe del Ejército. Aprovechó la ausencia del mandatario, en una reunión de la Commonwealth que se celebraba en Singapur, para derrocar a aquel que nueve años antes había hecho lo mismo con el Rey Mutesa. El cambio de Gobierno fue visto en los primeros días con alivio y causó una sensación de liberación. El nuevo Gabinete recibió incluso el reconocimiento de Londres, deseoso de ver instaurada una democracia. Pero el engaño no fue duradero y las promesas no se cumplieron. «Big Daddy» se erigió en verdugo de su propio pueblo hasta abril de 1979, imitando a su predecesor, que había asumido todos los poderes y derogado la Constitución para construir una a su medida. Continuar leyendo «El carnicero de Kampala»

La temperatura de la Tierra no ha subido durante los últimos 15 años

Un informe de información filtrada por The Associated Press, indica que los mejores científicos del mundo en materia de cambio climático, fueron instados a encubrir el hecho de que la temperatura de la Tierra no ha aumentado durante los últimos 15 años.

El estudio más autorizado sobre el cambio climático, promovido por Estados Unidos, Hungría, Bélgica y Alemania, y alentado por las Naciones Unidas ha encubierto una realidad que viene siendo denunciada por numerosos científicos a lo largo y ancho del Planeta.

La realidad indica que desde 1998, el cual fuera el año más caluroso de la historia y del mundo, las temperaturas han ido disminuyendo o manteniéndose estables durante más de 15 años y los científicos promotores del calentamiento global no consiguen dar una explicación concreta a éste fenómeno.

El informe, es el resultado de seis años de trabajo por el Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático (IPCC), que se considera como la autoridad mundial sobre la magnitud del cambio climático y lo que está causando – en la que los gobiernos incluyendo la base de Gran Bretaña a sus políticas ecológicas.

Pero documentos filtrados vistos por The Associated Press, ayer revelaron profundas preocupaciones entre los políticos sobre la falta de calentamiento global en los últimos años.

Alemania, abogó por las referencias a la desaceleración en el calentamiento, explicando que un espacio de tiempo de apenas 10 o 15 años es una medida engañosa para considerar que el mundo no se «calienta» y que debemos esperar más tiempo (décadas o siglos) para que las hipótesis sobre el calentamiento global comiencen a tener sentido.

Bélgica se opuso a la utilización de 1998 como año de partida para las estadísticas, ya que fue excepcionalmente cálido y hace que la gráfica parezca plana – y sugirió utilizar los años 1999 y 2000 como referencia.