La actividad física podría prolongar la sobrevida y reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y el cáncer con un bajo riesgo de eventos adversos, pero es difícil determinar cuál es el nivel de ejercicio recomendable para lograr esos beneficios.
Habitualmente se considera que el ejercicio físico es saludable y debería practicarse en forma regular. No obstante, recientes y resonantes casos de muerte súbita de personas que se encontraban realizando ejercicio, han motivado la pregunta de cuán saludable es y cuánto debería realizarse. La respuesta no es sencilla debido a que no existe un consenso claro sobre cómo se debería medir el “estado físico” y, lo más difícil, cómo convencer a la población de que mantenga el hábito de practicar regularmente la actividad.
La mejor respuesta debería provenir de estudios en donde a un grupo de personas se les indica hacer ejercicio físico y a otro grupo se le indica no realizarlo y luego medir qué ocurre con cada uno de los grupos al final del estudio. Debido a la dificultad que presenta hacer este tipo de estudios en este caso, hasta el momento no se han llevado a cabo a gran escala. Por lo tanto, solo contamos con estudios en donde se compararon personas activas con personas sedentarias y se midieron diferentes desenlaces como eventos cardiovasculares (por ejemplo, accidente cerebrovascular o infarto), la mortalidad global o el cáncer. Continuar leyendo «El ejercicio físico periódico es beneficioso para la salud?»
¿Alguna vez has despertado por haber experimentado la sensación de que caes? O típico tienes la sensación de haber despertado y te ves realizando un montón de actividades para luego darte cuenta que sigues acostado y nos has hecho nada. O ya se el aterrador momento donde sientes que no puedes moverte, no puedes respirar bien y que por cierto muchos relacionan con que se les subió el muerto.
Pues bien estas son características propias de algunos estados mentales que podemos atravesar durante las etapas del sueño, que si bien no son sueños guardan una relación directa con estos y se pueden llegar a confundirnos. ¿Cuáles son?
Alucinación hipnogógica: Se producen cuando uno está a punto de dormirse. A menudo aterradora pues el cuerpo se paraliza y sólo funcionan los músculos de los ojos, corazón, el cerebro y la respiración. En ese estado es común creer que se está despierto, hasta tal punto que se tiene seguridad de tener los ojos abiertos y de ver y escuchar cosas alrededor. La característica de este estado es que el cuerpo no puede moverse, está inmovilizado. Si el sujeto quiere moverse no podrá hacerlo. Hay incluso ocasiones en que la persona que está durmiendo en ese estado se despierta, y la inmovilidad permanece. El sentimiento más común que la gente experimenta es la sensación de caer , pero también se siente que hay alguien o algo en la habitación, llegando al punto de creer ver sombras, arañas, ratas, y varios otros intrusos en la habitación.
Alucinación hipnopómpica: Difieren de las hipnogígicas en que se presentan cuando las personas están despertando. Son percepciones que no se corresponden con la realidad objetiva pero son vividas como tales, de manera que el sujeto no las distingue de una experiencia normal vivida completamente despierto.
Terrores nocturnos: se parece a una pesadilla pero es mucho más espectacular. No es un sueño, sino más probablemente una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra. Los padecen con mayor frecuencia los niños y los adolescentes. La respiración y el ritmo cardíaco se le pueden acelerar, puede empezar a sudar, a agitarse y a comportarse como si estuviera sumamente alterado y asustado. A diferencia de las pesadillas, que se suelen recordar, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió —y no tienen imágenes mentales que evocar.
Pesadillas: Pueden ser sólo una forma que nuestro cerebro tiene de hacer frente a las tensiones y temores de la vida cotidiana. Una o más pesadillas durante un breve período de tiempo pueden ser causadas por un hecho importante de la vida, como la pérdida de un ser querido, un acontecimiento traumático, el aumento del estrés en el hogar o el trabajo. A causa de su propia naturaleza, se tiende a recordar las pesadillas y sus detalles vívidos. Las pesadillas tienen un impacto más grande sobre la mente al despertar y sus imágenes pueden permanecer a lo largo del día.
Sonambulismo: Los individuos desarrollan actividades motoras automáticas que pueden ser sencillas o complejas. Un sonámbulo puede salir de la cama, caminar, orinar o incluso salir de su casa, mientras permanecen inconscientes y sin probabilidad de comunicación. Es difícil despertarlos aunque, en contra de lo que se cree comúnmente, no resulta peligroso. Pero no esta relacionado con los sueños pues ocurre durante la fase No-REM.
Sueños diurnos: O lo que es lo mismo soñar despierto, la mente escapa a todo control y nos deja en un espacio que incluye la imaginación pero a la vez sin poderla controlar y sin que sus contenidos nos debieran de sobrepasar. No se organiza, es divagar donde toda nuestra estructura mental trabaja para avizorar pronósticos agradables o desagradables, posibles o imposibles, gratificantes o frustrantes, de corto o largo plazo. Siempre se refiere a algo para nuestro interés personal.
Trance y delirio: Se presentan cuando disminuye la eficacia del sistema nervioso central para procesar los estímulos sensoriales del entorno y el sujeto sigue al ritmo interno de sus ideas.
Dinosaurios, réplicas de robots «transformers» y otros números han sido diseñados por el equipo circense para reemplazar a los leones.
Los leones quedaron a un lado. Bostezan en el fondo del lote cercado, en un rincón, enjaulados en las sombras, mientras Matías y su abuelo ríen como dos niños en la última fila del ruedo. Una palangana de manzanas acarameladas les pasa frente a las narices, pero ni las miran. Tres dinosaurios con piel de espuma y esqueleto de humano acalorado bailan un reguetón postapocalíptico en escena. Neones los iluminan. Hacen que ni ellos ni nadie parezca extrañar las estrellas extintas del Circo Americano.
Un cerrado aplauso en las gradas semivacías, se apagan las luces y ya está. Casi todo estuvo igual a los viejos espectáculos para el abuelo de Matías, a quien le brillan los ojos. Y el niño de cinco años aplaude acelerado en la silla. Ni sospecha que en otra época no muy lejana, hace apenas unos seis meses, una serie de rugidos y colmillos que han estremecido el alma de la humanidad desde sus inicios habrían sido el pináculo de la noche, en lugar de la safety-dance jurásica de hoy. Continuar leyendo «El circo que cambió leones por dinosaurios»