La historia de Oliver : El Simio Humano

Desde el nacimiento mismo de la teoría de la evolución y la selección natural promovida por Charles Darwin en el año 1859 a través de su Obra maestra «El origen de las especies…» la ciencia ha buscado el eslabón perdido; Esa pieza que nos conduce sin contradicciones a la verdad sobre nuetsros orígenes. En el camino, le han concedido ese honor a muchos fósiles de diferentes épocas, en su mayoría de simios, aunque siempre en vano.

Uno de los casos más curiosos es sin duda el de un chimpancé llamado Oliver. En el año 1960, éste simio había sido arrancado de su hábitad natural en el Congo Belga, siendo todavía muy joven, y adquirido posteriormente junto a otros dos simios por una pareja de artistas cirquenses de apellido Burger. Oliver pasó sus primeros años en la estancia que Frank y Janet Berger poseían en la pequeña localidad de Blackwood en Nueva Jersey.

Desde muy joven, sus adiestradores comprendieropn que Oliver no era un simio normal, ya que poseía cualidades inusuales entre los simios que ellos habían conocido. En principio Oliver poseía características físicas que diferían bastante de los otros simios. Caminaba erguido durante mucho tiempo, su cara era más plana, con una apariencia casi humana, poseía menos pelo, su hocico era menos pronunciado y sus orejas eran puntiagudas. Además de éstas cualidades poco usuales, el comportamiento de Oliver era distinto al del resto de los monos del lugar, incluso que cualquier otro animal que la pareja de cuidadores hubiera conocido antes.

Oliver era capaz de recibir órdenes complejas y ejecutarlas y prefería la compañía humana a la animal. Mientras vivió bajo la custodia de Frank y Janet Burger, Oliver daba con frecuencia de comer a los perros y realizaba otras tareas domésticas. Al finalizar, se relajaba tomándose una taza de café. Por las noches, se sentaba a ver la televisión, frecuentemente en compañía de uno de sus dos cuidadores. A veces, llegaba incluso a preparar un par de copas para Frank y para sí mismo. Además, nunca buscaba la compañía de otros chimpancés y cuando se veía obligado a separarse de sus amigos humanos, lloraba. Algunos científicos se hicieron eco de éste fenómeno y por un momento creyeron estar ante la presencia del primer «Humancé» (Un hipotético híbrido entre humano y chimpancé).

A finales de los setenta, el diario Los Angeles Times dedicó un artículo a Oliver anunciándolo como “un eslabón perdido” o una nueva subespecie de chimpancé.

Cuando Oliver alcanzó la madurez sexual, sólo le interesaban las hembras humanas y comenzó a demostrarselo a su dueña, fue tal vez por ese motivo que en el año 1975 la pareja decidió venderlo a un abodago de Manhattan, Michael Miller, quien estaba obsesionado con el chimpancé. A partir de ese día, Oliver comenzó a pasar de un dueño a otro y a deambular de un parque temático a otro hasta que finalmente nadie supo más de él.

Durante su estadía con Miller, fue visitado por científicos de gran reputación entre los que se encontraban: George Schaller, de la Sociedad para la Conservación de la Vida Salvaje y uno de los biólogos más conocidos del mundo, y Clifford Jolly, reputado antropólogo de la Universidad de Nueva York.

Oliver: El Simio Humano

Todos los medios de comunicación competían por contemplar «al presunto eslabón perdido». Para entonces, los científicos ya habían informado sobre las pruebas que le habían practicado a Oliver: Miller hizo caso de lo que quería escuchar e ignoró el resto. En esos momentos, ejecutivos de la Nippon Television Network, un poderoso canal de Japón, le ofrecieron una pequeña cantidad de dinero y financiar los estudios científicos adicionales. Entre ellos, pruebas genéticas, a cambio de retransmitir en exclusiva el resultado de las mismas. A Miller le pareció la oportunidad perfecta para determinar la verdadera naturaleza de Oliver y conseguir, de esa manera, algo de dinero. Continuar leyendo «La historia de Oliver : El Simio Humano»

El enigmático vidrio del desierto del Sahara – Egipto

En el año 1932, el agrimensor Patrick Clayton descubrió en Egipto un grupo de extrañas placas de vidrio, durante un recorrido entre las dunas del Gran Mar de Arena, cerca de la Meseta de Saad, en un área casi deshabitada al sudoeste de Egipto.

A ésta porción de desierto se la conoce con el nombre de «Desierto Libio» o «Desierto Esmeralda».

El Vidrio del Desierto Libio – VDL

Este vidrio, conocido como «Vidrio del Desierto Libio» o VDL es el vidrio natural más puro conocido ya que su composición se halla mayoritariamente constituída por sílice, uno d elos componentes de la arena. (aproximadamente el 98%). Se estima que en la antiguedad habría sido descubierto por otras personas ya que se hallan registros de que con éste vidrio fueron fabricados cuchillos y herramientas afiladas. Incluso, en la tumba Tutankamón, se encontró un escarabajo tallado en VDL.

Más de mil toneladas de éste misterioso vidrio están esparcidas a través de cientos de kilómetros del desierto. Algunos de los trozos pesan 26 kilogramos, pero la mayoría del VDL existe en pequeños pedazos angulares esparcidos por todo el territorio.

Tal vez por la disposición del enigmático elemento, una de las teorías sugiere la posibilidad de que en tiempos remotos un meteorito impactó en la zona esparciendo el vidrio. La existencia de iridio en la composición del vidrio, parece reafirmar la creencia de un impacto extraterrestre, como un meteorito o cometa. Sin embargo no se han encontrado rastros de cráteres en la zona, incluso las exploraciones de microondas hechas en lo profundo de la arena por satélite no demuestran éste razonamiento. Además, el VDL se concentra en dos grandes áreas del desierto del Sahara. Un área tiene forma ovalada; la otra es un anillo circular de seis kilómetros de ancho y 21 kilómetros de diámetro. El centro del anillo carece de vidrio. Luego, el suceso debería ser producto de «dos meteoritos» distintos.

Vidrio Libio – Fotografía : NASA

Una teoría es que hubo un débil impacto de proyectil: un meteorito, quizás de 30 metros de diámetro, pudo haber detonado aproximadamente a 10 kilómetros o así sobre el Gran Mar de Arena, la abrasadora onda expansiva de aire caliente fundió la arena de abajo. La ciencia ha establecido que dicho impacto, aunque sin cráter, ocurrió en el año 1908, en el conocido acontecimiento de Tunguska en Siberia. Pero aun así, sigue siendo un misterio ya que de aquel suceso no existe una explicación racional aceptada.

David Hatcher Childress formula una teoría más bizarra y naturalmente menos aceptada; En ella indica que el desierto vidriado podría haber sido producto de una guerra atómica entre civilizaciones avanzadas de un pasado remoto. También cree que un arma de rayos del tipo Tesla podría haber calentado lo suficiente el desierto como para convertirlo en vidrio.

Hasta nuestros días el misterios de los trozos de vidrio del Sahara se mantiene vigente. Podrá la ciencia explicar el fenómeno o se contentará con inducir con pocas pruebas que se trató de un impacto extraterrestre?…

El Calentamiento Global afecta el Universo

Un grupo de astrónomos, nucleados en el gran observatorio Kerk, de Hawai, están por publicar una Teoría sobre el calentamiento universal, entre dos períodos de la expansión.

Esto sucedía en los momentos, posteriores al Big-Bang, en el período entre el volumen de un décimo del actual y un cuarto.

Esto se induce por las mediciones de las sombras que poseen las luces de los quasares, que se ven el gran telescopio.

Aseguran que es debido a gas muy viejo intergaláctico (Helio), primigenio que se cruza en el largo viaje de estas luces emitidas.

Permitiría estas diferencias lumínicas establecer que ese gas, marcaría una diferencia térmica notable, de su tiempo y la temperatura del tiempo de la proliferación de los quasares. Todos los cálculos se han hecho con simulaciones en grandes computadoras.

«En los primeros momentos, la mayor parte de la materia del universo no estaba en las estrellas o en las galaxias», explica el astrónomo George Becker de la Universidad de Cambridge, «sino que se extendía como una finísima capa de gas por todo el espacio». El equipo, liderado por Becker, ha conseguido medir la temperatura de este gas utilizando la luz de unos objetos muy distantes, los quásares.

«El gas que hay entre nosotros y los quásares imprime sombras en la luz extraordinariamente intensa que liberan estos objetos», apunta Becker, «y al estudiar la manera en que estas sombras bloquean parcialmente la luz de los quásares, hemos logrado deducir muchas de las propiedades de este gas absorbente, como dónde está, de qué está compuesto y qué temperatura tiene».

Lo que no queda claro es como se midió la temperatura promedio universal del tiempo de los quasares involucrados y por ende como desde este dato faltante se han realizado los cálculos pertinentes.

Al expandirse hasta un cuarto del volumen actual-dicen-comenzó nuevamente a enfriarse.

La teoría última al respecto, mostraba una lógica disminución de la temperatura promedio desde el Big-Bang, a medida que avanza aceleradamente la expansión.

El universo tiende al cero absoluto.

Esperemos que con la publicación de esta hipótesis, se puedan estudiar las deducciones acotadas; por ahora, parece todo demasiado fantasioso.