No se puede negar que el envío de una misión tripulada a Marte es un desafío costoso y arriesgado. Consciente de eso, la NASA trabaja en el desarrollo de un robot humanoide, al estilo de C-3PO de Star Wars, para preparar el terreno para los seres humanos.
El robot, llamado R5, ha costado U$S6 millones en inversiones – la mitad del dinero provenía de la NASA y la otra de DARPA (Agencia de Investigación Avanzada de Proyectos de Defensa).
Nuestra tecnología está aún lejos de desarrollar un humanoide que pueda sobrevivir solo en otro planeta. Los robots bípedos que se levantan luego de una caída, se enfrentan a terrenos difíciles o escapan de los espacios pequeños, representan un desafío a la robótica moderna.
La agencia estadounidense ha decidido pasar el reto a dos universidades – la de Noroeste y el MIT – que recibieron un par de R5s y U$S500 mil cada una. La NASA tomó conciencia de que ahora es necesario un equipo de genios de la robótica para el seguimiento del proyecto. Cuando se trate de los materiales y el uso del robot en el espacio, la NASA volverá a entrar en al juego.
El proyecto audaz no sólo tiene fans. Los críticos señalan que hay otros tipos de robots, fuera del modelo humanoide, que funcionan bien. Por ejemplo, ¿por qué un robot con ruedas, brazos y filamentos no podría encargarse del trabajo en Marte?