Los restos momificados de lo que parece ser una criatura alienígena fueron descubiertos por un excursionista en la Provincia Occidental del Cabo, Sudáfrica. El extraño espécimen fue analizado por un veterinario que indicó que se trataba de una cría de babuino que murió poco después de nacer. Sin embargo, no todo el mundo está convencido.
Cuando apareció en la costa sur de Sudáfrica, los residentes locales se sorprendieron, porque creían que era una prueba de la existencia de vida extraterrestre.
Los científicos estiman que el hombre, posee conocimiento de no más de un 5% o un 7% de los misterios que ocultan las profundidades de nuestros océanos.
Se cree que el Universo del fondo marino podría albergar grandes cantidades de metales preciosos como el Oro, y muchas otras riquezas que serían suficientes como para eliminar definitivamente la pobreza del mundo.
Pero también existen miles de criaturas desconocidas recorriendo los océanos de nuestro Planeta. Un ejemplo de ello, es éste misterioso monstruo que fue grabado por las cámaras de una estación petrolera próxima a Gran Bretaña en abril del éste año.
La grabación, muestra una criatura de aspecto gelatinoso e inmensas proporciones nadando cerca de la cámara hasta que finalmente desaparece a lo lejos, entre la turbulencia oceánica.
La explicación científica a la fecha, indica que se trata de una medusa rara, conocida como la Deepstaria reticulum. Aunque bastante diferente a otras conocidas, los expertos aseguran que en el video, se alcanzan a ver los órganos sexuales de la criatura, de similares características a las de las meduzas gigantes llamadas así.
De igual forma, el extraño animal no dejó de asombrar incluso hasta los expertos, que creyeron desde el principio estar ante la aparición de un ejemplar no catalogado por la ciencia.
Los cocheros que hacían el recorrido entre Alta Córdoba y el Centro contaban con singular espanto terribles versiones que les sucedía a la vuelta al bajar por la avenida Roque Sáenz Peña. Decían que una mujer enlutada a la cual no se le veía la cara marchaba por los rieles en pos del tranvía llevando en sus brazos un pequeño ataúd sobre el cual había un candelero con velas de sebo. Adquirió tanta popularidad esta aparición que en las noches invernales se interrumpió por completo el trafico de peatones y los pocos vehículos que se animaban a pasar por la zona lo hacían acompañados por otro, nunca solos».
Así, el 1º de enero de 1926, en una larga evocación sobre la Córdoba de finales del siglo XIX, La Voz del Interior recordaba a la todavía fresca «Mujer del angelito». La bajada de Alta Córdoba, como se la conocía en tiempos de la aparición paso a ser señalada como la «Bajada del angelito muerto». El barrio hacia poco que se había incorporado a una ciudad que, ya saturada en los alrededores de la plaza San Martín, se atrevía a subir a los altos. La estación de trenes del Ferrocarril Belgrano fue un punto de atracción.
La evocación del diario sostiene que el fantasma desapareció al instalarse en el barrio el R13 de Infantería, aquel cuerpo de artilleros que peleo en la intentona revolucionaria radical del 4 de febrero de 1905.
Pero para Azor Grimaut, en su libro Duendes en Córdoba, aun hasta 1915 se hablaba de la «Mujer del angelito». Entonces, los niños pequeños fallecidos eran tenidos como angelitos y sus velorios eran toda una tradición festiva, celebratoria. Para ellos, los féretros se pintaban de blanco y ese era el color del cajoncito que transportaba la mujer.
Cuenta Azor Grimaut: «El viaducto ferroviario, de noche parecía un enorme bostezo interminable. A los dos lados de la bajada se levantaban como murallones los cortes de las dos grandes barrancas de greda y arena colorada. El transito de vehículos, especialmente pasadas las 11 de la noche, no era nutrido, aunque de tarde en tarde la sensación de que intentaba iniciarse, cuando el tranvía a caballo, mas popularmente conocido como «la carreta», trabajosamente , por el agotamiento de las bestias, iniciaba su ascenso en dirección al norte. Mayorales y cocheros difundieron la versión (de la Mujer del angelito), que no dejo de preocupar hondamente a los supersticiosos, de que, regresar, siempre en el ultimo viaje cuando nadie -aparte de ellos- ocupaba el vehículo, se aparecía, corriendo por el terreno existente entre los rieles, delante de los caballos, una mujer de traje oscuro -quizás negro-, llevando en brazos un cajón fúnebre de angelito…»
El fantasma, según la versión, se deslizaba de acuerdo a la velocidad del tranvía y finalmente a corta distancia del viaducto antes citado desaparecía como desvaneciendose.