ILLUMINATI es un juego de cartas realizado por Steve Jackson Games (SJG), inspirado en la Trilogía The Illuminatus! por Robert Anton Wilson y Robert Shea.
En septiembre de 1981, Steve Jackson y su artista independiente Dave Martin hablaban sobre su admiración compartida de la Trilogía Illuminatus! y éste le propuso un juego. Después de hacer la investigación sobre los Illuminati y las teorías de la conspiración, el juego salió al mercado en julio de 1982 en el formato Pocket Box (Caja de Bolsillo) que era en ese momento el habitual de SJG. En los próximos años, se publicaron tres expansiones para el juego Illuminati: los dos primeros sustancialmente fueron incorporados en la edición de lujo, mientras que el tercero era una versión anterior de lo que sería Illuminati: Lavado de Cerebro. La versión actual del juego, Illuminati: Nuevo Orden Mundial, salió a la venta en 1995.
Como resultado, Jackson había creado un juego que podría resultar muy profético, incómodamente cercano al plan real de los Illuminati para impulsar al mundo en un nuevo orden mundial. Tanto es así, que en 1991 sus locales fueron atacados por el Servicio Secreto de los EE.UU. y se incautaron computadoras y otros equipos.
Aparte de nombrar nombres y sociedades secretas, Illuminati incluye escenarios que hemos realmente presenciado siendo desarrollados en los últimos años (y algunos aún faltan). Dos de las tarjetas del juego predijeron los ataques del 9/11. Otros representan el derrame de petróleo del Golfo, el continuo programa de eugenesia Global, Desclasificación Extraterrestre… y el punto en donde la «cinta se termina». Continuar leyendo «El Atentado De Boston En Las Cartas Illuminati De 1995»
Corría el año 1665 cuando Hugh Williams embarcó en el puerto junto con 82 personas más. En ese momento, nada indicaba que aquel robusto barco fuera a naufragar tal y como ocurriría pocos días después, exactamente el 5 de Diciembre frente a las costas de Gales, en el Estrecho de Menai.
De aquella catástrofe de tales dimensiones, sorprende que hubo un superviviente. Él y por si este hecho no fuera asombroso ya de por sí, adelantare que este suceso se repetiría años después, tratándose de una de las coincidencias más raras jamás registradas, que implica a tres barcos que se hundieron exactamente en el mismo lugar, día y mes.
121 años después, el 5 de Diciembre de 1786, la casualidad quiso que se hundiera otro navío en el que perecieron setenta almas, excepto la de un pasajero llamado Hugh Williams, por supuesto en el mismo lugar que el primero, frente a la costa de Gales y el Estrecho de Menai.
Dos buques que se hunden en la misma zona y el mismo día del mes y en los que hay un único superviviente con el mismo nombre y apellido, no me negareis que es un poco fantasmagórico, pero si además añadimos que la historia no termina ahí, comienza a erizársenos el vello.
De nuevo un 5 de Diciembre, en el año 1860 otro barco correría la misma suerte al aproximarse a las costas de Gales, naufragando en el Estrecho de Menai, donde sorprendentemente hubo un único superviviente de un total de 25 a bordo y como ya estaréis imaginando, este hombre se llamaba Hugh Williams.
En naufragios no es nada común que un solo pasajero llegue a sobrevivir, y en esta historia verídica tres veces logró hacerlo.
Obviamente, la lógica nos dice que no podía tratarse de la misma persona porque habría tenido más de 250 años ¿Era Hugh Williams un viajero del tiempo? o ¿el nombre de Hugh Williams puede atraer la mala suerte sobre aquellos que le rodean?
Un viaje a través del tiempo es un concepto de desplazamiento hacia adelante o atrás en diferentes puntos del tiempo, así como lo hacemos en el espacio.
Es innegable que todos viajamos en el tiempo. Por ejemplo, durante los últimos doce meses, nos hemos movido un año adelante en el tiempo o lo que es lo mismo, hemos viajado en el tiempo a la velocidad de 1 hora por hora.
La pregunta sería: ¿podemos viajar en el tiempo a mayor o menor velocidad de 1 hora por hora? o ¿podemos viajar atrás en el tiempo retrocediendo, digamos, 2 horas por hora? ¿o 30 o 100 años por hora?
El eminente astrofísico Stephen Hawking cree que viajar en el tiempo es posible y que podría suponer la salvación futura de la humanidad.
Su afirmación, basada en la Teoría de la Relatividad de Einstein, ha recibido recientemente apoyo experimental desde el LHC (Gran Colisionador deHadrones). Hawking cree que a lo largo de seis años, una nave que transportara a humanos podría acelerar hasta el 98% de la velocidad de la luz. A esa velocidad, cada día transcurrido en la nave supondría un año en la Tierra.
De este modo, una vez que la Tierra se volviese inhóspita por nuestra acción, los humanos que viajasen en esa nave podrían regresar a repoblar nuestro planeta muchos años más tarde. (Cada año en el espacio supondría 365 años en la Tierra).
La posibilidad de viajar en el tiempo plantea muchas paradojas, además la ciencia habla ahora de túneles entre agujeros negros y de gusano que doblan el espacio-tiempo, creando zonas curvadas, y cuando hay curvaturas hay posibilidades de otros caminos que rompen las estructuras conocidas de viajes en líneas aparentemente rectas pero que en realidad son curvadas por el espacio-tiempo.
Volviendo a lo que nos ocupa, si Hugh Williams fue un hombre que venció la barrera del espacio- tiempo, una posible reencarnación, o sólo una increíble coincidencia… ya queda en cada uno de nosotros creer en una cosa u otra.
Mark Twain, cuyo verdadero nombre es Samuel Clemens, sigue siendo el escritor más apreciado de América. Nacido en la pequeña ciudad de Florida, Missouri, y educado en la cercana Hannibal, describió a los verdaderos americanos en libros tales como Huckleberry Finn. Pero pocas personas saben que, debajo de su humor y su cinismo, Mark Twain era un serio estudioso de lo paranormal. Su interés en el tema procedía de la experiencia personal, el día de 1858 en que predijo la muerte de su hermano.
El escritor estaba trabajando entonces como timonel de un paquebote que hacía el viaje entre Nueva Orleáns y St. Louis. Estando en tierra durante unos días, una noche soñó que su hermano Henry yacía en un ataúd metálico llevando uno de los trajes del propio Twain. El ataúd estaba suspendido entre dos sillas, y un ramo de flores, con una rosa roja en el centro, descansaba sobre el pecho del muerto. El sueño fue tan vívido que, cuando se despertó, Twain no se dio cuenta de que había estado soñando y pensó que estaba en casa.
El sueño tuvo un trágico final dos días más tarde. Mientras Twain permanecía en Nueva Orleans, el paquebote en el que trabajaba siguió su ruta por el Mississippi. Su hermano trabajaba también en aquel barco y estaba en él cuando estalló una caldera. Henry sufrió lesiones graves y fue llevado a Memphis, donde murió cuando el médico le inyectó, accidentalmente, demasiada morfina.
Cuando estaban preparando a Henry para el entierro, algunas amables damas recogieron dinero para comprarle un ataúd de metal. El cadáver fue vestido con uno de los trajes de Twain. Mientras el escritor lloraba la muerte de su hermano, una dama entró en la habitación y colocó un ramo de rosas blancas -con una rosa roja en el centro- sobre el pecho del difunto. Más tarde, el féretro fue enviado a St. Louis, donde fue colocado en el piso alto de la casa de su cuñado. Cuando Mark Twain visitó la habitación donde estaba el cadáver, vio que el ataúd había sido colocado sobre dos sillas, tal como lo había visto en su sueño.