El misterio de las Bolas de fuego

A lo largo de la historia han trascendido cientos de casos de bolas luminosas o bolas de fuego. Avistamientos de extrañas esferas de energía que flotan por el aire. Muchos científicos reconocen su existencia aunque no se puede explicar el fenómeno debido a la carencia de evidencias tangibles. Hasta nuestros días no existe explicación científica para tales apariciones.

Existe la creencia de que como otros eventos naturales, las esferas de fuego estén compuestas de energía concentrada en forma de bola luminosa.

Uno de los primeros testimonios sobre éstas extrañás apariciones se remonta al año 1754, cuando el científico G.W ruso. Richman fue asesinado mientras estudiaba dichos fenómenos.

La ciudad de París era presa de una gran tormenta eléctrica en 1849 cuando varias personas reportaron la aparición de una pelota roja de energía que parecía flotar a unos diez metros del suelo. En un momento dado, la pelota estalló lanzando un relámpago en todas direcciones. El daño resultante causó un hoyo en una casa que parecía un hoyo de bala de cañón.

Durante el siglo XIX la comunidad científica estaba dividida en relación a las teorías sobre las bolas luminosas. Hacia el año 1890 y durante un tornado en Francia, una gran cantidad de globos luminosos similares a éstas bolas de fuego salieron despedidas por el aire. Este suceso fue estudiado por la Academia Francesa de Ciencias. Algunas de estas brillantes esferas entraron en algunas casas por las chimeneas.

En la academia francesa no querían tomar muy en serio la existencia de tales bolas, pensando eran ilusiones ópticas. Muchos campesinos decían haberlas visto pero los académicos no querían dar credibilidad a estos testimonios.

El 8 de octubre 1919, a las 18:30 hs. numerosos testigos de Salina, Kansas – EEUU. dijeron haber visto una pelota de energía del tamaño de una bañera «flotando lentamente por el aire». Tan pronto como la pelota chocó con un edificio, los ladrillos y el vidrio estallaron.

Un químico ruso M.T.Dmítriev, en 1967 estaba de campamento junto al río Onega en Rusia, cuando vio un gran relámpago. De repente apareció una bola de fuego que quedó suspendida sobre el agua. Era una masa ovalada de luz. A la esfera aparentemente no le afectaba el viento, se mantuvo a 30 cm por encima del agua. El químico Dimítriev la vió pasar volando sobre su cabeza, dejo una estela de humo acre y azulado. Al cabo de un minuto desapareció.
La comunidad científica trata de buscar una explicación que se ajusta a los parámetros de la ciencia, pero el tema de las bolas de fuego es un enigma. Lo califican de alucinación o de imagen persistente.

El Dr Edward Argyll y su teoría para explicar las bolas de fuego.

El científico canadiense Edward Argyll comenta que estas bolas de fuego son sencillamente una ilusión óptica. Cuando cae un rayo crea un resplandor tan brillante que quien está mirando queda deslumbrado y cree ver una imagen persistente que asocia con una bola luminosa.

Muchos científicos han tratado de explicar las características físicas de estas bolas de fuego. Según los relatos de los testigos estas bolas de luz pasan a través de superficies solidas, el deslumbramiento explicaría tal capacidad. Además los deslumbramientos duran de 2 a 10 segundos y la mayor parte de estas bolas tiene una duración semejante.

En loor de santidad

Dícese del aroma fragante que emanaban algunos santos y mártires al morir, pero también, pocos durante su vida.

También algunos vivos, no santos, médiums, otros dotados de facultades paranormales y aún, diferentes enfermos corporales o mentales. (Hasta algunos afectados de «delirium tremens», en gravísimas borracheras consuetudinarias con alcohol).

Desde la más remota antigüedad se trató de evitar la pudrición de los cadáveres y su mal olor, en especial en personas notables.

Siempre los aromas florales certificaron la santidad en muchas personas especiales de la cristiandad, ya que el propio Jesús, fue perfumado y conservado con aceites esenciales:

Se dice que muy bien olían el fraile Servolo, coetáneo de San Gregorio Magno, San Simón y San Policarpo en los primeros años del cristianismo.

Otros emanan aromas florales en forma patológica: durante los ataques de histeria o en el delirium tremens cuyos afectados despiden olores a piña o a violetas, los tísicos, por ejemplo, exhalan un olor a rosas procedente de sus pulmones.

La ingestión de medicamentos, por ejemplo la trementina para paliar los problemas de anuria también suele producir en la orina un agradable olor a violetas, de ahí que se haya pretendido explicar según esta hipótesis el olor que exhalaba la santa Catalina de Ricci, monja dominicana estigmatizada del siglo XVI, aquejada de anuria. Teresa de Jesús emanaba aromas después de muerta y se ha argumentado que podía haberse debido a la brucelosis o a la acetonomía diabética que a veces produce un agradable olor a manzanas.

Pero otros casos solo podría explicarse como un producto de la siquis o del espíritu, en especial, lo conocido de notables médiums.

Estos fenómenos, a veces paranormales, eran acompañados por incorrupciones parciales. Hoy sabemos que la mayoría habían sido preservadas por diferentes métodos e incluso «retocadas» con cera en sus manos y caras, con permiso eclesiástico en Italia y España.

No debemos olvidar, la importancia que daba a estos lugares cristianos la abundancia de santos con manifestaciones tan «sobrenaturales» de loor de santidad. Continuar leyendo «En loor de santidad»

Fantasmal naturaleza…

Nuestro espíritu desgrana hechos diversos, algunos muy intensos, por motivos impactantes. Algunos humanos tienen facultades mayores para producir, casi siempre involuntariamente, reacciones paranormales. Estos fenómenos generan movimientos a distancia, puertas que se abren, o cierran, desplazamientos de diversas cosas, hasta levitaciones y bilocación.

Podríamos decir que son «fantasmas» generados por seres vivos. (Muchas veces atribuidos estos a los «duendes»). Los hechos fantasmagóricos propiamente dichos, son retazos de las vidas de personas ya muertas. Las «almas en pena», no son tales. Son períodos de las vidas de difuntos, generalmente dolorosas y traumáticas, que funcionan como desprendimientos de nuestro espíritu. Actuando como válvulas de seguridad, que permite evadir cierta carga insoportable.

Las personas más propensas a generar fantasmas pesarosos, son las que repiten por largos períodos situaciones de enfermedad o reclusión. Generalmente aparecen estas manifestaciones al momento de la muerte, cuando quedan atrás, solo siendo una «esquirla» que remeda por unos momentos, algo de la entidad original que ya está en el período “entre vidas”.

Por último, están los espíritus que en su período “entre vidas”, no pueden romper lazos afectivos muy fuertes o permanecen por siglos confinados a ciertos lugares, ocasionando manifestaciones “demoníacas” muy peligrosas y hasta posesiones.

Estos karmas son muy difíciles de resolver, pues los personajes intervinientes se han desplazado mucho en la continuidad espacio-temporal. Solo intervenciones diversas externas pueden cortar la existencia anormal de estos persistentes entes.

por Manlio E. Wydler