La novia fantasma vestida de blanco que aparece en la carrretera 116 de Puerto Rico

Guanica, pueblo costero suroeste – Reinaldo Rios pide que los que conozcan mas a fondo de la cuesta de Josefina gente mayores de edad que hablen de este misterio aun sin resolver y ver que remedios espirituales si algunos podrian abonar en caso de que dicho espiritu este presente como fantasma en esa localidad.

La carretera que va de Guanica a Lajas, el tramo de la PR 116 que pasa justo de la cantera ha sido bautizada como la cuesta de Josefina, y es que cuenta la leyenda que a principios del siglo 19 cuando apenas la transpotacion era mas en caballos, una tarde una joven iba vestida con su traje de novias montada en su caballo rumbo al altar de la iglesia rumbo a Ensenada.

El caballo relincha y esta cae abruptamente de espaldas con su vestido de novia impactando el suelo muriendo al instante sin nunca determinar por que el caballo hizo el moviemiento brusco de lanzarla.

Desde ese instante fue bautizada la zona como la cuesta de Josefina y es que en dicho trayecto las anecdotas son desde que oyen a altas horas de la noche un caballo relinchar poco usual en ese sector que los haya a esas horas, o hasta el desplazarse de celajes de una mujer vestida de blanco.

La policia de la municipalidad en Guanica conoce la leyenda pero no prestan suficiente importancia ya que se trata de un caso paranormal. Muchas personas mayores de edad conocen la historia.

Estara el fantasma de Josefina merodeando quienes pasan en parejas? Estara pendiente de quienes pasan vestidas de novia por el sector y se identifica con ellos, o meramente buscara deambulando eternamente al joven con el cual iba a casarse y nunca llego al altar. Estas y muchas preguntas todavia permanecen en la mente de los compueblanos de Guanica y fue precisamente segun nuestras fuentes un octubre que ocurrio la tragedia y se ha convertido en mas que una leyenda, una historia de pueblo al extremo que muchos todavia mencionan ese trayecto de carretera como la «Cuesta de Josefina«.

Quienes a han visto, escuchado o dan fe de esta historia saben que esto no es un invento y que es algo mas que Reinaldo Rios busca descifrar dentro del mundo paranormal.

Un Dragón Ancestral Capturado en China – Shen Long?

Encontramos éstas fotos de un nuevo descubrimiento de un Dragón real, navegando por internet. Desde hace ya un par de semanas, circula la información, por Internet y algunas redes sociales, del descubrimiento de un Dragón en una ciudad china. En ellas, un hombre tiene en sus manos lo que parece ser un dragón muerto.

Imaginen tamaño de mascota que sería esta animalillo pillo ancestral. Además que tener un dragón vivo te haría rico sin duda por el solo hecho de exhibirlo. Sin embargo, el muchacho de la foto «decide matarlo». Después lo abre en lo que parece ser un balde (para sacarle las tripas «supongo»).

Hay una vieja leyenda china que dice que si comes la carne de un dragón, tu vida se alargará 100 años y te será curada cualquier enfermedad. Vaya a saber uno si esto es lo que está intentando hacer este personaje, uan especie de «Parrillada de Shen Long»

El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain

La experiencia que vivieron dos inglesas durante una visita a Versalles en verano de 1901 fue discutida durante muchos años. Las señoritas Moberley y Jourdain afirmaban haber retrocedido al siglo XVIII, en plena época de María Antonieta.

Cuando las señoritas Moberley y Jourdain visitaron el palacio de Versalles el 10 de agosto de 1901, todo parecía normal, al principio. Después de visitar la Galería de los Espejos atravesaron el parque, buscando el Pequeño Trianón, la mansión aislada que había pertenecido a María Antonieta. Fue entonces cuando se encontraron en lo que parecía otra época.

En una cálida tarde de agosto de 1901, dos maestras de mediana edad, las señoritas Anne Moberley y Eleanor Jourdain, decidieron aprovechar sus vacaciones en París para visitar el palacio de Versalles, que ninguna de las dos conocía. Ambas se interesaban por la historia y poseían cierto nivel cultural, ya que la señorita Moberley era directora del Instituto St Hugh, y la señorita Jourdain, de una escuela de niñas en Watford. Ninguna de las dos tendía a ser crédula ni neurótica.

Después de recorrer el palacio se sentaron a descansar en la Galería de los Espejos. Las ventanas abiertas y el aroma de las flores las incitaron a volver a salir, esa vez en dirección al Pequeño Trianón, el palacete que Luis XV construyó en los terrenos de Versalles, y que su sucesor, Luis XVI, regaló a la reina María Antonieta. Llegaron a un lago alargado, a cuya derecha había un bosquecillo con un claro, y después a otro estanque, junto al cual se levantaba el Gran Trianón, palacio construido por Luis XIV. Lo dejaron a su izquierda y llegaron hasta un sendero cubierto de hierba.

No estaban seguras del camino y, en vez de bajar por el sendero, que llevaba directamente al Pequeño Trianón, lo cruzaron y siguieron por un sendero lateral. La señorita Moberley vio a una mujer asomada a la ventana de un edificio que había en un recodo del sendero; sacudía una tela blanca. La inglesa se sorprendió al ver que su amiga no se detenía a preguntarle el camino. Después se enteró de que la señorita Jourdain no lo hizo porque no había visto ni a la mujer ni el edificio.

A esas alturas, las dos mujeres no tenían conciencia de que sucediera algo extraño, y conversaban animadamente sobre temas que no tenían nada que ver. Doblaron a la derecha, pasaron junto a unos edificios y distinguieron el final de una escalera tallada al otro lado de un portal abierto.

No se detuvieron, sino que tomaron el sendero central de los tres que había delante de ellas; la única razón para que lo hicieran fue la presencia de dos hombres que parecían estar trabajando allí, con una especie de carretilla y una pala puntiaguda. Parecían jardineros, aunque las mujeres pensaron que vestían de forma rara; llevaban largas chaquetas gris verdoso y tricornios. Los hombres les dijeron que siguieran en línea recta y las amigas continuaron como antes, absortas en su conversación. Continuar leyendo «El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain»