Las “Tepas” del Tepozteco

Hace algún tiempo decidí emprender junto con algunos compañeros del colegio una expedición al estado de Hidalgo, México, donde se encuentra un pequeño pueblo llamado Tepoztlán, un lugar famoso por estar lleno de historias acerca de sucesos paranormales. Lo primero que llamo nuestra atención fue el hecho de que ningún camión de ruta llegara directamente al pueblo, la única forma de acercarse era ir en auto particular o tomar un pequeño vehículo colectivo que salía unos kilómetros atrás.

Al llegar al pueblo comenzamos a hacer preguntas a los lugareños, y se nos hizo increíble la cantidad y variedad de leyendas que se cuentan en el lugar, pero hubo una en especial que llamo nuestra atención por ser la más conocida entre la gente. Los relatos hablaban acerca de esferas de fuego que se podían observar todas las noches dando vueltas alrededor del cerro Tepozteco localizado a menos de un kilometro del centro de Tepoztlán.

El conductor del taxi que no llevo hasta el pie del Tepozteco, lugar donde íbamos a pasar la noche en casas de campaña, nos conto que esas bolas de fuego eran una clase de brujas conocidas como “tepas”, que en el día tomaban forma de animales y caminaban entre la gente marcando a quienes serian sus futuras presas mediante un piquete, una mordida o un rasguño, y durante la noche regresaban a su forma humana, se quitaban las piernas y las colocaban en cruz frente a la chimenea para poder volar por el pueblo y llevarse a sus víctimas. También agregó que sus víctimas preferidas eran los recién nacidos, a los cuales podían observar a través de los espejos y que debido a esto todos en el pueblo tenían la costumbre de tapar con sabanas todos los espejos de sus casas para así evitar que las tepas notaran la presencia de los niños. Continuar leyendo «Las “Tepas” del Tepozteco»

Leshii, el demonio del bosque

Los bosques del este de Europa constituyen el dominio del leshii, poderoso ente sobrenatural al que corresponde cuidar de los animales y las plantas que habitan en ellos. Con semejante función, no es de extrañar que trate a los humanos de forma extremadamente maliciosa y hostil.

El leshii posee la capacidad de cambiar de aspecto a voluntad. Su tamaño varía entre el de una hierba y el de un árbol. Puede adoptar la apariencia de cualquier animal, y también la de un ser humano, incluso la de uno conocido por la persona a quien se aparece, aunque en estos casos siempre hay algún detalle que lo delata, como, por ejemplo, llevar el abrigo abotonado al revés, tener los ojos blancos o carecer de cejas.

Pero el leshii puede presentarse también bajo su propia forma. A este respecto, existen dos descripciones típicas. Una lo presenta con aspecto de fauno o demonio, es decir: patas de macho cabrío, dos cuernos brotando de su frente, pelo cubriéndole casi todo el cuerpo… La otra lo retrata con una apariencia más vegetal, con la piel rugosa como la corteza de un árbol y el pelo (al igual que el de las rusalkas) verde como la hierba.

De todas maneras, lo más habitual es que les juegue malas pasadas a sus víctimas sin dejarse ver. Todo el que se adentra en el bosque debe permanecer alerta, ya que el leshii probablemente intentará conducirlo hacia un precipicio o un pantano, borrando caminos, cambiando señales de su sitio, haciéndose pasar un amable lugareño o imitando todo tipo de sonidos, incluidos el llanto de un bebé o los lamentos de un agonizante. Puede lanzar asimismo terroríficas carcajadas. Todo sirve con tal de llevar al viajero hacia su perdición.

Cuando alguien se siente bajo el influjo del leshii, lo mejor que puede hacer consiste en caminar de espaldas o ponerse la ropa al revés. Solo así logrará regresar al camino.

A veces el leshii se limita a gastar bromas pesadas, como, por ejemplo, soplar polvo sobre los ojos del viandante, o quitarle el sombrero mediante el mismo método. Y es que el leshii está muy asociado al viento. Sus apariciones son frecuentemente precedidas por una fuerte ráfaga de aire, y se dice que danza en los torbellinos junto a su mujer. Continuar leyendo «Leshii, el demonio del bosque»

Leyendas : El Imperio de los incas

Cierta vez, en una isla del lago Titicaca, apareció una pareja divina hijos del Sol, a quienes éste les confió la misión de enseñar a los hombres principios de civilización, verdad y justicia.

Para ello les entregó una vara de oro, mandándoles que se estableciesen allí donde la vara desapareciera al hundirla en el suelo.

Partieron pues Manco Capac y Mama Ocllo en busca de su tierra prometida, golpeando el suelo cada día con la vara mágica. Se detuvieron un poco Pacaritampu y al fin llegaron junto a la colina de Huanacuari, donde en el primer golpe en el suelo la vara de oro desapareció.

Entonces la divina pareja se estableció allí ; enseñaron a las gentes del lugar a cultivar la tierra, a tejer la fibra y a construir casas ; las leyes, la guerra y el culto del Sol.

Fundaron, en fin, la ciudad de Cuzco, en cuyo dominio sobre los pueblos vecinos se cimentó el imperio de los incas.