Símbolos paranormales

Pentagrama Invertido:

Simboliza la estrella de la mañana, nombre que Satanás ha tomado para sí.
Es usada en brujería y rituales ocultos para conjurar espíritus de maldad. Puede estar dentro de un círculo o no, de cualquier manera representa a Satanás. El Pentagrama ha sido asociado desde hace mucho tiempo con el misterio y la magia. Este símbolo sin duda es el más reconocido por todos los seguidores de la tradición pagana y es tan antiguo que su origen preciso se desconoce. Ha sido utilizado desde épocas remotas como talismán de protección, pero su utilización masiva y de hecho, su imagen más popular, provienen del satanismo.

Bafomet

A nivel cultural, el símbolo de Baphomet está asociado con todo lo relacionado con el ocultismo, la magia ritual, la brujería, el satanismo y el esoterismo. Bafomet es una deidad demoníaca y es un símbolo de Satán.

Hay varias teorías sobre el origen del nombre de Baphomet. La explicación más común afirma que es una corrupción del francés antiguo del nombre de Mahoma – el profeta del Islam «Mahomet». Durante las Cruzadas, los Caballeros Templarios permanecieron durante largos períodos de tiempo en los países de Oriente Medio, donde se familiarizaron con las enseñanzas de la mística árabe. Este contacto con las civilizaciones orientales les permitió traer de vuelta a Europa los fundamentos de lo que se convertiría en el ocultismo occidental, incluyendo el gnosticismo, alquimia, la cábala y el hermetismo. La afinidad de los templarios con los musulmanes condujo a la Iglesia a acusarlos de la adoración de un ídolo llamado Baphomet, así que hay algunos vínculos plausibles entre Baphomet y Mahoma. Continuar leyendo «Símbolos paranormales»

Leyendas Mexicanas : El pozo de las cadenas

Cuentan en Tecate, un pueblo ubicado al final de la Rumorosa en México, que en tiempos de la revolución, allá por 1910, vivía un matrimonio sin hijos, personas pacíficas y trabajadoras. El señor cultivaba sus tierras, mientras su esposa se hacía cargo de la casa. En ese entonces no había mucha gente en los alrededores y los caminos eran sólo brechas secas que levantaban unas tolvaneras que dejaban ciego a cualquiera.

Cierto día, unos hombres tenían mucha sed porque llevaban horas caminando bajo el sol que, antes como ahora, quemaba durísimo. Al ver al señor que trabajaba en su parcela, se acercaron.

— ¡buenas tardes! —saludaron.

— ¡buenas tardes! —Contestó el señor, dejando su labor y echándose aire con el sombrero—. ¿Qué les trae por acá?

—Las ganas de encontrar buena fortuna —respondió uno de los hombres.

—Vamos para Tijuana, ya atravesamos la rumorosa —dijo el otro.

—pues todavía les queda mucho camino.

—tenemos sed, ¿no tendrá un poco de agua que nos regale? —preguntó uno de los extraños.

— ¡qué caray!, me acabo de tomar el último trago —respondió el campesino— pero si no tienen prisa, mi casa está cerca y tengo un pozo.

—No, no tenemos prisa, vamos —dijeron los hombres.

El señor se apresuró a levantar sus aparejos; estaba contento porque, como era raro que alguien pasara por el lugar, la visita de gente era una novedad y se aprovechaba para saber cosas de lejos. Así que sin desconfiar, llevó a los hombres hasta su casa; al llegar les presentó a su esposa y éstos saludaron quitándose el sombrero.

Los hombres bebieron toda el agua que pudieron, comieron como si llevaran días sin probar alimento y platicaron largo rato. La tarde iba cayendo, los coyotes comenzaban a aullar, mientras la luna dejaba ver sus primeros rayos. Los hombres no dieron muestras de marcharse, se veía que estaban a gusto. Entonces el señor y su esposa, les prepararon un catre con ramas de cachanilla donde dormir. Muy avanzada la noche, un grito se escuchó haciendo eco a lo lejos…

Nadie sabe qué ocurrió, pero cuentan que los extraños se pusieron de acuerdo para robarle al señor lo poco que tenía, y como se resistiera lo amarraron con unas cadenas y lo echaron al pozo. La luna fue la única testigo de aquel suceso; de su esposa, así como de los hombres, no volvió a saberse nada.

Desde entonces, hay noches en que en el pozo se oye mucho ruido. Quien lo ha oído, dice que el muerto logra salir y arrastra sus cadenas mientras llora entristecido; dicen que vaga en busca de su esposa desaparecida y de los desalmados que lo mataron. La gente que pasa por ahí muy de mañana comenta que se pueden ver claramente, alrededor del pozo, las huellas de unos pies encadenados.

Los ángeles de la guarda existen, según un estudio de matemáticos rusos

Puede que no tengan alas, rizos rubios y cara de no haber roto nunca un plato, pero los ángeles de la guarda existen. A esa conclusión al menos ha llegado un grupo de matemáticos rusos simplemente analizando una anomalía estadística: en los aviones, trenes o barcos que se accidentaban había menos pasajeros de lo habitual.


Unos porque devolvieron el billete en el último momento, otros porque se bajaron antes de tiempo o unos pocos porque, milagrosamente, llegaron tarde al aeropuerto, la estación de tren o el puerto, lo cierto es que cada vez que hay una catástrofe o un atentado escuchamos la historia de pasajeros que se salvaron milagrosamente.

¿Simple casualidad? ¿Una intuición? ¿O la prueba de que los ángeles de la guarda existen? Un grupo de matemáticos rusos, dirigidos por Valeri Isákov, asegura que, lejos de cualquier planteamiento abstracto, un simple análisis estadístico demuestra que el ángel de la guarda, o como cada uno quiera llamarle, hace un encomiable trabajo.

Este grupo de investigadores ha analizado un elevado número de catástrofes ocurridos en los últimos años, y ha descubierto cierta anomalía estadística: en los trayectos accidentados siempre hay menos pasajeros de lo normal, según informa el portal de información ruso RT.

Así, durante los últimos 20 años el número de pasajeros que devolvió los billetes en vuelos o recorridos que luego sufrieron un siniestro fue un 18% más alto que en los casos de los que estos recorridos se realizaron sin problemas.

Con esta conclusión, Isákov reafirma la teoría del sociólogo estadounidense James Staunton, que en 1958 analizó más de 200 catástrofes ferroviarias de los anteriores 30 años. Staunton descubrió que los trenes que habían sufrido un accidente tenían ocupados tal solo un 61% de los asientos de media, mientras que los que no sufrían ningún tipo de percance solían contar con, al mínimo, el 76%. Es decir, una nada despreciable diferencia de 15 puntos porcentuales de pasajeros que, por intuición o por la intercesión de un protector, se salvaron de una muerte segura. Continuar leyendo «Los ángeles de la guarda existen, según un estudio de matemáticos rusos»