Instalan una montaña rusa dentro de su casa para intentar venderla

El mercado inmobiliario está atravesando por una gran crisis, por lo que vender una vivienda no es una tarea sencilla. Los propietarios suelen hacer todo lo posible para que su casa atraiga a potenciales compradores, pero nadie había hecho antes lo que se le ha ocurrido a un ciudadano holandés.

Su disparatada (y genial) idea ha sido instalar una montaña rusa en el interior de la vivienda, de modo que los interesados no necesiten andar cuando la visiten. Basta con que se suban a un vagón para recorrer las estancias de la casa de una manera que jamás habrían imaginado.

La experiencia comienza con una rápida bajada a través del garaje del chalet, seguida de un remolque hasta el piso principal. Tras pasar por la cocina y el salón, el vagón pasa por el jardín y acaba haciendo un recorrido por las habitaciones de la parte de arriba.

En definitiva, que los interesados en la vivienda pueden ver todas las estancias de manera ágil e impactante, mientras una voz describe por megafonía sus principales virtudes. Imposible no quedarse prendado…

Detrás de esta ‘locura’ se encuentra ABN AMRO, que ha lanzado una campaña a través de la cual ofrecen ayuda a sus clientes para que puedan vender sus viviendas. Ellos proponen maneras originales de anunciarlas, y el banco elige las más potentes y las lleva a cabo.

Gracias a esta acción, muchas personas han promocionado su casa a través de paradas de bus, anuncios de Internet o carteles enormes. Pero ninguna acción ha sido tan llamativa como la de la montaña rusa. ¿Tendrán preparada otra sorpresa?

El gusano gigante del desierto de Gobi

Bajo las arenas del sur del desierto de Gobi en Mongolia, se esconde una de las creaturas más sensacionales del mundo… un gigantesco y gordo gusano de más de un metro de largo, de color rojo oscuro y con protuberancias en cada uno de sus extremos. Al menos eso es lo que describe el biólogo británico Karl Shuker en su libro “Una guía ilustrada de los misterios paranormales del mundo”.

No obstante el primer documento en describir a esta aterradora creatura, data de 1926, escrito por el paleontólogo Roy Chapman Andrews, que a pesar de no dar crédito a la existencia de este animal, se encargó de dejar constancia de las historias que sobre él circulaban por Mongolia.

Aunque pasa la mayor parte del tiempo escondido bajo las arenas del desierto, ha sido visto en más de una ocasión por los habitantes de la zona, los cuales evitan su encuentro a toda costa, pues según ellos, puede causar la muerte sea escupiendo un chorro de veneno capaz de corroer el metal, o bien a través de descargas eléctricas a distancia. De ahí que haya pasado a conocérsele cómo el gusano de la muerte, aunque paradójicamente los nativos se refieren a él como olgoi-khorkhoi, lo que viene a significar algo así como “enorme gusano intestinal”.

Tales afirmaciones sobre este fantástico animal, nos llevan a pensar que no se basan en evidencia sólida, sino en mitos e historias, que desde una perspectiva folklórica representan una muestra de cómo la leyenda de este gusano de la muerte, se ha propagado por la región a través de viajeros y comerciantes. De igual forma en que se han difundido historias sobre dragones, duendes, sirenas y otras creaturas fantásticas (presumiblemente inexistentes) no a través de experiencias directas, sino por tan sólo oír a otras personas hablar sobre ellas. Continuar leyendo «El gusano gigante del desierto de Gobi»

El regalo de Navidad que devastó un continente entero

Ocurrió en la Navidad de 1859 cuando el británico Thomas Austin, mediante la Victoria Acclimatisation Society, liberó setenta y dos perdices, cinco liebres y veinticuatro conejos en Australia como regalo para que los aburridos colonos de aquellas tierras pudieran disfrutar de su hobby favorito: la caza.

Austin sentía nostalgia de los placeres cinegéticos de su Inglaterra natal y pensó que sería buena idea liberar algunos ejemplares de conejo común (Oryctolagus cuniculus)… Terrible Error!

A pesar de la afición y de la puntería de los cazadores británicos de la época, los conejos liberados en Australia se encontraron en un paraiso con abundante vegetación y ningún depredador. Curiosamente, aquel británico aficionado a la caza llevaba una precisa contabilidad de las piezas abatidas y en sus libros podemos encontrar algo extraordinario. Tan solo siete años después, en 1866, en aquellas notas de caza el inglés, entre la arrogancia y la extrema meticulosidad, lucía con orgullo el haber cazado, nada más y nada menos, que 14.253 conejos.

Cincuenta años después las cifras empezaban a ser alarmantes: Más de 500 millones de conejos habían colonizado el 60% del territorio a una velocidad superior a 100 kilómetros por año. Nos encontrábamos ante uno de los peores desastres ecológicos en Australia. Continuar leyendo «El regalo de Navidad que devastó un continente entero»