Dinosaurios, réplicas de robots «transformers» y otros números han sido diseñados por el equipo circense para reemplazar a los leones.
Los leones quedaron a un lado. Bostezan en el fondo del lote cercado, en un rincón, enjaulados en las sombras, mientras Matías y su abuelo ríen como dos niños en la última fila del ruedo. Una palangana de manzanas acarameladas les pasa frente a las narices, pero ni las miran. Tres dinosaurios con piel de espuma y esqueleto de humano acalorado bailan un reguetón postapocalíptico en escena. Neones los iluminan. Hacen que ni ellos ni nadie parezca extrañar las estrellas extintas del Circo Americano.
Un cerrado aplauso en las gradas semivacías, se apagan las luces y ya está. Casi todo estuvo igual a los viejos espectáculos para el abuelo de Matías, a quien le brillan los ojos. Y el niño de cinco años aplaude acelerado en la silla. Ni sospecha que en otra época no muy lejana, hace apenas unos seis meses, una serie de rugidos y colmillos que han estremecido el alma de la humanidad desde sus inicios habrían sido el pináculo de la noche, en lugar de la safety-dance jurásica de hoy. Continuar leyendo «El circo que cambió leones por dinosaurios»