Esta se resumiría pensando que si aún no tenemos conocimiento siquiera indirecto de otras civilizaciones, podría acaso nuestra Tierra y nosotros ser un resultado irrepetible, único en la inmensidad del Universo? La fórmula de Drake, postularía la enormidad de posibles mundos habitados por criaturas inteligentes.
Este temor expresado por Enrique Fermi, aparte de ser una concepción que tiende a pensarnos como “el ombligo del mundo”, razono que por suerte hoy ya podemos pensar de una manera diferente a la atávica idea reiterada que nos persigue desde la antigüedad de «la especial creación divina del centro universal».
Para que esta paradoja aún exista se deben presuponer demasiadas cosas improbables, porque nos hace pensar en formas atadas a concepciones arcaicas de la energía: Por ejemplo se menciona la esfera de Dyson, que hace de la colecta de energía de civilizaciones muy avanzadas un asunto de técnicas tan poco elaboradas como improbables.( Rodear toda una estrella con espejos recolectores de energía , cubriéndola en una esfera amplia en órbita lo que es algo muy rudimentario en su principio y muy oneroso en su improbable construcción.)
Además, sería la propia estrella imposible de detectar como tal (y menos su civilización) sin prácticamente cosa mensurable que la delate-En especial la luz -). Creo que existirán muchas formas mejores en el futuro de aprovechamientos energéticos y que a ninguna mente hoy le es dable pensar o leer e interpretar en el Libro Akáshico un futuro tan distante. Continuar leyendo «Respecto a la paradoja de Fermi»
Betty Hill era una trabajadora social y activista por los derechos humanos, Betty Hill murió en su casa a consecuencia de un cáncer de pulmón, cuando habían pasado 43 años de la noche que cambió su vida.
La historia de la primera abducción.
Fue el 19 de septiembre de 1961. Betty y su marido, Barney, regresaban a Portsmouth tras unas vacaciones en Canadá, adonde habían viajado en busca de un poco de sosiego que aliviara la úlcera de Barney, tal vez consecuencia de la enorme presión social a la que se vieron sometidos en una época en la que los matrimonios interraciales no estaban bien vistos.
Según su relato, cuando atravesaban las Montañas Blancas de New Hampshire, bien entrada la noche, vieron una luz en el cielo, que al principio confundieron con una estrella. Cuando se percataron de que les seguía, Barney paró el coche para coger sus prismáticos y, de paso, su revólver. Miró hacia el resplandor y observó luces de colores y ventanas, y, a través de ellas, siluetas. Muy asustado, regresó al vehículo y emprendió el regreso a toda velocidad. Sin embargo, llegaron a su casa con la ropa manchada y desgarrada y un retraso de dos horas. Dos horas que quedaron como un paréntesis en su memoria.
Acosados por las pesadillas
Los dos años siguientes desde el incidente fueron un infierno para los Hill: la úlcera de Barney se agravó, y ambos sufrieron crisis de ansiedad, hipertensión, insomnio y pesadillas. Pesadillas en las que eran secuestrados por seres extraños.
Acosados por los trastornos, acudieron a un prestigioso psiquiatra y neurólogo de Boston, Benjamin Simon, especialista en terapia hipnótica. El doctor los sometió, por separado, a sesiones de hipnosis regresiva, en las que la pareja ‘reconstruyó’ la laguna mental de dos horas: según su relato, habían sido secuestrados por extraterrestres y sometidos a todo tipo de pruebas físicas en una nave espacial. Los alienígenas habrían programado después las mentes de Betty y Barney para que no pudieran recordar lo sucedido, y los habrían liberado.
Según la descripción de la pareja, los extraterrestres serían seres de 1,5 metros de estatura, calvos, con la piel grisácea, cabeza en forma de pera, grandes ojos como los de los gatos, nariz y boca pequeñas, y se comunicarían por telepatía, si bien el líder del grupo también hablaba inglés…
Incluso se pintó un mapa interestelar a partir de las descripciones de Betty, basadas -según ella- en las enseñanzas del ‘cabecilla’ de los extraterrestres. Tiempo después, se verificaría la existencia de dos estrellas que figuraban en ese plano. También el Ejército ratificaría que esa noche los radares de la Base Aérea de Pease habían captado un objeto no identificado, aunque «sin consecuencias», según el informe militar.
Un circo mediático
El doctor Simon no creyó la versión de sus pacientes -que desde aquel momento se hicieron habituales de programas de radio y televisión-, y adujo que las personas no siempre dicen la verdad cuando se encuentran bajo hipnosis. Para él, los Hill sufrían amnesia, y Betty utilizó sus sueños con extraterrestres para rellenar ese hueco en la memoria, que habría trasferido al subconsciente de su marido al narrarle las pesadillas. No obstante, nunca quedó claro por qué sufrían amnesia.
Fallecido su marido en 1969, Betty Hill fue alejándose de los medios de comunicación, e incluso llegó a denunciar el «espectáculo comercial» en el que se había convertido el tema de los ovnis. No obstante, en 1995 publicaría el libro ‘Una aproximación a los ovnis desde el sentido común’.
El de los Hill es el primer caso de abducción hecho público y uno de los mejor documentados. Dio lugar a artículos, programas, libros y hasta una película. Su relato supuso además la ‘apertura de la veda’ para los cientos de personas que, desde entonces, han asegurado haber sido abducidos.
El granjero norteamericano David Lang, poseía una granja en las cercanías de la ciudad tejana de Gallatin. Vivía felizmente con su esposa y sus dos hijos, y su vida transcurría con la normalidad de una familia media norteamericana. Cierto día, el 23 de septiembre de 1880, David Lang salió de la casa junto a su esposa mientras los niños jugaban en el jardín. El granjero, les dijo que iba a echarles un vistazo a los caballos y que luego irían todos a la ciudad. Estas fueron sus últimas palabras.
Y esto fue así, pues cuando el hombre comenzó a caminar tropezó con algo, y al caer ¡desapareció sin dejar rastro! La esposa, los hijos y el juez Peck, que pasaba por allí en ese momento en su carruaje, fueron testigos de esta misteriosa desaparición y tras hacer un examen del lugar, completamente atónitos, fueron incapaces de hallar una sola huella del granjero y padre de familia. A excepción de un amplio pastizal, allí no había árbol, arbusto u hoyo, en el que pudiera haberse caído. Sencillamente, se había evaporado.
La policía realizó una exhaustiva búsqueda e incluso se hicieron perforaciones para descubrir galerías subterráneas o simas en el que el granjero hubiese podido caer, pero no se encontraron rastros ni de éstas ni de la persona a la que se buscaba.
La señora Lang, nunca quiso creer que su marido había muerto por lo que jamás celebró funerales por el alma de David. No obstante, no pudo soportar vivir en lugar tan extraño y al poco tiempo vendió la granja.
Unos siete meses después de la tragedia, los dos hijos de David Lang, se encontraban jugando en el lugar donde su padre se había evaporado y he aquí que descubrieron que en el mismo sitio donde el granjero había caído, la hierba y las flores ya no crecían tan espesamente. Más tarde dijeron también, que habían oído a su padre pidiendo auxilio hasta que la voz se disolvió en la nada para siempre.
Nunca más se supo del pobre granjero David Lang, ni el lugar al cual pudo haberse ido. Para algunos, se evaporó en otra dimensión. Para otros, su cuerpo debió sumergirse en un agujero en el tiempo. Fuera lo que fuere, la desaparición de David Lang, fue todo un misterio y aún hoy no se ha podido dilucidar la causa de su extraña evaporación.