En mis ejercicios akáshicos, que mucho me sirven para buscar e interpretar informaciones tecnológicas, biológicas, etc. que muchas veces vuelco en mis artículos, hace unos días visualicé una conversación entablada por un pariente, el Ingeniero Daniel Aiello y el Premio Nóbel Luis Federico Leloir.
Hablaban de una serie de envases de vidrio donde se debían identificar ciertos fenómenos químicos, creo que colorimétricamente, para saber si daban con el resultado buscado.
El Doctor estaba muy entusiasmado con el proyecto de computación biológica, pese a que el avance era muy lento. Las posibilidades de este lugar eran paupérrimas.
Estaban en un viejo edificio en una esquina de las calles Cuba y Monroe, lugar de la Fundación Campomar.
Todo lo observé como en un presente, pero los dos interlocutores hace años que murieron y ese laboratorio, creo que tampoco existe ya. Nunca estuve allí y nadie encontré en estos días que supiera decirme sobre esta computación, mucho menos que se hizo de esa investigación; si alguien prosiguió con ellas.
Busco en Internet y veo que en el mundo hay gente abocada a estos menesteres, pero nadie lo nombra al Doctor Leloir en referencia este tema.
Un trabajo muy interesante sobre el tema es el publicado por la Dra. Ana Teresa García Martínez, que explica así el asunto.
El avance tecnológico no se resiste a quedarse entre chips o circuitos de cobre, conductores eléctricos, diferencias de tensión, codificación binaria, etc., sino que avanza a campos tan insospechados como el que afecta a la esencia de la vida, el ADN; por lo que a disciplinas tan íntimamente ligadas con la informática, como la física y las matemáticas, se añade la química y la biología, aportando un nuevo modelo de informática que condiciona las características y el aspecto físico de aquello que conocemos como hardware, y también lo que a la naturaleza del software se refiere. Continuar leyendo «Ordenadores base 4»