Desde los albores de la prehistoria humana, la naturaleza ha sorprendido gratamente a nuestros ancestros con el jugo de las uvas fermentadas y convertidas en vino, la factura de un mejor pan, de la fabricación de un delicioso queso, o más cercano a nosotros de específicos yogures como de numerosos otros comestibles generadores de industrias de muy largo historial.
Hoy se sabe que en estos productos intervienen microorganismos, generalmente hongos simples o bacterias de tendencias simbióticas – que son pequeñísimos seres unicelulares – cuyos productos de su sinergia son útiles para nuestra vida diaria, nuestra ingesta y nuestro metabolismo.
Hay un gran número de especies de esta microflora y fauna, que intervienen en muchos procesos biológicos, en gran medida cercanos a nosotros, por sus consecuencias «benignas o malignas», ya que hay especies – por desgracia muy numerosas – causantes de enfermedades, muchas mortales y que en la antigüedad llegaron a poner en entredicho la supervivencia de nuestra especie humana.
Estas industrias primigenias, conocidas desde hace añares – tal que se la mencionan ya en los Testamentos Bíblicos – constituyen los primeros logros de la biotecnología tradicional.
No solo se usaron las enzimas microbianas para producir comestibles, sino para producir procesos industriales orientados hacia otros fines como, por ejemplo realizar el «enriado» de las fibras del algodón y del lino (separación), la hechura de la pasta del papel, operación harto olorosa, y de la fabricación de los remedios farmacéuticos «naturales». Continuar leyendo «Transgénicos : “Unas palabras sobre tecnologías de alimentos”»