Y en sintonía con el artículo anterior, presentamos a otro integrante del Reino Animal que al parecer, también se ha obstinado en decirnos algo a las personas: Se trata de Koshnik, un elefante coreano que puede pronunciar perfectamente palabras como “sí”, “hola” o “siéntate” en la lengua de su país natal, Corea del Sur.
La explicación científica para este notable caso, relatada en un artículo publicado por la revista Current Biology, está vinculada con la biografía particular de Koshnik y su necesidad de comunicarse con humanos, ya que vivió desde su nacimiento en un zoológico, solo rodeado por cuidadores y eventualmente personas del público.
Los investigadores aseguran que este elefante debe realizar un prodigio de la imitación para lograr estas palabras, ya que a pesar de la inmensa diferencia de tamaño y de tracto vocal, es capaz de reproducir el habla de sus entrenadores en tono y timbre.
Para lograr este efecto, Koshnik ha inventado su propia técnica: introduce su trompa dentro de su tracto vocal, lo que le permite redondear su labio superior (naturalmente unido a la nariz, formando así la trompa) y de este modo emitir las vocales con gran precisión. En definitiva, una extraordinaria demostración de cómo la habilidad, vinculada a la necesidad de comunicación, puede llevar a un individuo a superar, con la dosis necesaria de atrevimiento, las limitaciones más básicas de su especie.