Los árboles, pueden avisarse entre ellos de un peligro inminente, pero la forma en que lo hacen representa un verdadero misterio para la ciencia.
El químico y zoólogo estadounidense Davey Rhoades infectó un grupo de sauces con orugas tóxicas. El experimento consistía en ver como los árboles se las ingeniaban «biológicamente» para protejerse de ésta plaga, extremadamente tóxica para su normal existencia. Y así fue como éstos árboles, cambiaron la composición química de sus hojas – elevando el nivel de ácido clorogénico – de modo que a las orugas les resultara tóxico y murieran. El experimento habría dado hasta aquí los conocimientos necesarios sobre éste tipo de árboles.
Lo raro ocurrió después, cuando Rhoades comprobó que un grupo de sauces cercanos, que no había sido infectado por las indeseables orugas, también elevó su nivel de ácido clorogénico en las hojas, en respuesta a un posible e inminente ataque. Pese a que aún no se sabe si la comunicación fue activa (disparada por el ataque de las orugas) o pasiva (percibida de algún modo por los sauces no infectados), los expertos aseguran que hubo algún tipo de comunicación entre los sauces del bosque. Un lenguaje silencioso para el oído humano.