Licantropos – La Leyenda del Hombre Lobo

Artículo extraído de : Mundo Paranormal: Licantropos

Son muy abundantes las historias de personas que afirman ser hombres-lobo, y que se comportan de modo salvaje y bestial, conservando sin embargo su aspecto humano. Este tipo de locura se da todavía hoy en día. ¿O se trata de una raza diferente?

La mayoría de las personas se imaginan que un hombre-lobo es un hombre-bestia extremadamente peludo y feroz que camina sobre dos patas, gruñe, echa espuma por la boca y está provisto de dos largos y sucios colmillos. Naturalmente ésta es la imagen familiar que nos ofrecen las clásicas películas de terror; sin embargo, esta imagen resulta imprecisa en todos sus aspectos. La historia y la mitología son muy claras cuando nos describen la transformación de un hombre en un hombre-lobo, muy parecido a un lobo natural, excepto por ser un poco más grande que las especies salvajes.

Los que no están muy familiarizados con la cuestión, tienden también a comparar los hombres-lobo con los licántropos, y hablan de ellos como si se tratase de una misma cosa. Sin embargo no lo son.

Un licántropo es un enfermo mental que cree haber asumido el aspecto, voz y comportamiento de un lobo, a pesar de que realmente no haya sufrido ninguna transformación física. En los siglos XV y XVI se creía que el pelo del lobo crecía debajo de la piel, por lo que muchos licántropos dieron esta explicación cuando se les preguntaba por qué, si efectivamente eran lobos, tenían todavía el mismo aspecto de una persona.

Un hombre-lobo, en cambio, es tradicionalmente un hombre que, por efectos de magia o por propensión natural, posee la habilidad de transformar su aspecto en el de un lobo. Todas las características típicas de aquel animal -la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez son en ellos claramente manifiestas, para horror de todos aquellos que se cruzan en su camino. Puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, o bien permanentemente.

Cuando Peter Stump, un famoso «hombre-lobo» alemán que sufrió una terrible muerte cerca de Colonia en 1589, confesó que poseía poderes mágicos de autotransformación, podríamos inclinarnos a considerarle tan fanático como crédulos a sus jueces. Sin embargo, puesto que mató, mutiló y devoró a centenares de víctimas humanas y animales (a pesar de que él admitió haber asesinado únicamente a 16 personas) mientras estaba absolutamente convencido de ser un lobo, no podemos dudar de que sufría la enfermedad denominada licantropía.

«Licantropía» y «licántropo» derivan directamente de las palabras griegas lykos, que significa «lobo», y anthropos, que significa «hombre». A pesar de que la licantropía se refiriese originalmente al antiguo fenómeno de un hombre capaz de sufrir una metamorfosis animal (un fenómeno en el que creían fervorosamente médicos griegos tales como Cribasios y Aetios), gradualmente llegó a ser un término que se aplicaba exclusivamente a los hombres que imaginaban haberse transformado en bestias. Por este motivo, los psiquiatras consideran la licantropía fundamentalmente como un engaño, una ilusión.

En cuanto al hombre-lobo propiamente dicho, se decía que había dos cualidades humanas que permanecían cuando un hombre se transformaba en lobo: su voz y sus ojos. Sin embargo, en todo lo demás la metamorfosis en hombre-lobo venía totalmente determinada por rasgos animales: tenían la piel peluda y las garras de un lobo salvaje.

Sin embargo, en su forma humana, varias características físicas distinguían un hombre-lobo de un hombre normal. Se decía que sus cejas se encontraban en el punto medio del puente de la nariz, y que sus largas uñas en forma de almendra eran de un repugnante color rojo sangre; el tercer dedo, en particular, era siempre muy largo. Otros rasgos distintivos eran las orejas, situadas bastante bajas y hacia atrás de la cabeza, y la abundancia de pelo en las manos y en los pies.

Tradicionalmente se distingue entre tres tipos principales de hombres-lobo. El primero es el «hombre-lobo hereditario». Su enfermedad involuntaria era transmitida de generación en generación, como consecuencia de alguna terrible maldición familiar. El segundo es el hombre-lobo voluntario. Su depravación mental le lleva voluntariamente al reino de los rituales de magia negra, y a utilizar todo tipo de terribles encantamientos, pociones, ungüentos, cinturones, pieles de animal y conjuras satánicas para conseguir la metamorfosis deseada. El tercer tipo es el hombre-lobo «bueno». Este descendiente amable y gentil de la familia del hombre-lobo es prácticamente una contradicción interna. No siente otra cosa que vergüenza por su aspecto brutal, y desea que a ningún hombre o animal le ocurra ningún daño. Dos de los hombres-lobo «buenos» más conocidos están descritos en un bonito par de romances del siglo XII, Guillermo y el hombre-lobo, de Guillaume de Palerne, y el Lay du bisclavaret (bisclavaret es el nombre bretón del varulf, hombre-lobo normando), de Marie de France, que trata de uno de los caballeros más galantes de Bretaña. Continuar leyendo «Licantropos – La Leyenda del Hombre Lobo»