Al ver plantas en grandes jardines y parques o en solitarios balcones, sus formas, colores y texturas realizan en nosotros un movimiento interno estético, que podrá adoptar muchas formas pero siempre será portador de sentimientos de placidez, de asombro y de muchas cosas más. Las plantas son purificadoras del aire que respiramos, de la comida que comemos, directa o indirectamente y de la mayoría de los medicamentos que nos alargan la vida.
Las plantas, su ubicación, el jardín o parque donde las instalemos, el proyecto general del mismo, constituyen materia de mi trabajo diario.
Pero pese a que pasan los años no dejo de asombrarme ante un color, un perfume o una forma nueva (para mí).
Digo para mí, pues si bien es probable que cada tanto, la naturaleza nos brinde una especie nueva en forma espontánea, o la biotecnología acelere estos procesos, la mayoría de las plantas pertenecen a longevas especies, mucho más los géneros, aún más las familias y así respecto a cada categoría en que los botánicos del mundo han subdividido el reino vegetal.
Con variantes, la biología ha clasificado de cierta forma similar a todos los seres vivos respetando hoy, la evidente encadenación de cada especie, con otras similares dentro del espacio y a través de las eras.
Las noticias sobre este punto, generalmente aparecen en los medios, cuando se refieren a los homínidos y a la sempiterna búsqueda de «eslabones perdidos» de nuestra cercana progenie, pero muy raramente a otros animales y menos a lo que respecta a las plantas.
Podría también explicarse porque generalmente el estudio de la botánica, es y será para muchos, una de las torturas a las que nos somete el secundario. En parte, porque los libros sobre la materia están escritos en un “idioma” demasiado duro, escuetamente enciclopédico, sin relaciones que nos cuenten las “cositas” del tema como una secuencia, como una película.
Hoy es fácil conseguir dibujos, caras u objetos, que por computación, en pocos instantes varían adoptando contornos y formas cambiantes, pero que nos permiten relacionar un estadio con el otro. Es posible imaginar los cambios entre individuos, entre variedades y formas, especies y géneros de esta manera.
Cuando se van rellenando los agujeros de la información, con estas secuencias de formas, aptitudes, funciones, con el tiempo, no solo es más fácil recordar los nombres, sino comprender las teorías y conocimientos de la materia y hasta alegrarnos en el descubrimiento de los planes superiores que ocultan todas las cosas y hasta llegado el caso descubrir por nosotros mismos, o al menos anticipar conclusiones.
Para ayudar a clasificar los especímenes, durante siglos se perfeccionaron tablas con características, que con las investigaciones pertinentes, se tomaron como más significativas y que irían dibujando, cada vez más nítidamente estas relaciones, o sea como se fue produciendo la evolución, la historia de los cambios y la diversidad de los seres vivos.
La diversidad de las especies, es el motivo sempiterno del vivir, de allí la perentoria necesidad de mantener esta diversidad, ya que las relaciones entre especies, aparte de lo nombrado, hacen a la salud del equilibrio biológico en el tiempo.
No creamos que porque todo esto último está en gran medida estructurado-gracias al trabajo de botánicos y biólogos de todas las épocas (¡Gracias vi- chozno Heinrich Wydler!, botánico suizo, curador del herbario más famoso del mundo, L´Candolle, Director del Primer Jardín Botánico de San Petersburgo , reconocedor primigenio de especies centroamericanas, amigo de Darwin y uno de los padres de la Botánica americana , autor de notables obras descriptivas de éstas y profesor de Botánica y ciencias biológicas en la Ciudad de Colonia, Alemania)-, porque les aseguro que hay interesantísimos nichos para explorar y sin ir a encontrar especies nuevas en las distantes selvas. Continuar leyendo «Las Plantas, Wydler Heinrich y yo»