Físicos encuentran un nueva forma de medir el tiempo

El físico Holger Müller y sus colegas de la Universidad de California, en Berkeley (Estados Unidos), han encontrado una forma nueva de medir el tiempo usando átomos de cesio. Según explican en un artículo publicado en la revista Science, con este método es posible decir qué hora es usando solo la onda de materia de un átomo de cesio y se refieren a su método como un reloj de Compton, porque se basa en la frecuencia de llamada Compton de una onda de materia.

Así aprovechan el hecho de que, en la naturaleza, la materia puede ser tanto una partícula como una onda, su método para decir la hora utiliza las oscilaciones de una onda de materia, cuya frecuencia es 10.000 millones de veces más alta que la de la luz visible.

De momento el nuevo reloj es aún 100 millones de veces menos preciso que los mejores relojes atómicos actuales, que emplean iones de aluminio. Sin embargo, las futuras mejoras en la técnica podrían aumentar su precisión hasta alcanzar la de los relojes atómicos, incluyendo los relojes de cesio que ahora se utilizan para definir el segundo como unidad de tiempo, asegura el propio investigador.

«Cuando haces un reloj de pared, hay un péndulo y un reloj que cuenta las oscilaciones del péndulo. Así que hay algo que se balancea», explica Müller. «No había manera de hacer un reloj de ondas de materia, ya que su frecuencia de oscilación es 10.000 millones de veces más alta que incluso las oscilaciones de la luz visible».

Sin embargo, el año pasado el científico se dio cuenta de que podría ser capaz de combinar dos técnicas bien conocidas para crear un mecanismo de relojería y explícitamente demostrar que la frecuencia de Compton de una sola partícula es útil como referencia para un reloj. Un átomo de cesio que se aleja y luego retorna es menor que uno que se detiene, por lo que el movimiento de onda de la materia de cesio oscila menos veces y la diferencia de frecuencia (de alrededor de 100.000 oscilaciones menos por segundo de 10 millones de billones de billones de oscilaciones, es decir, 3 x 1.025 para un átomo de cesio) podría ser mensurable.

En el laboratorio, Müller probó que podía medir esta diferencia al permitir que las ondas de materia de los átomos de cesio fijas y en movimiento intervengan en un interferómetro atómico. «Nuestro reloj tiene una precisión de siete partes por mil millones», aclara. «Es como medir un segundo de ocho años, casi tan bueno como el primer reloj atómico de cesio unos 60 años atrás. Tal vez podamos desarrollarlo más y un día definir el segundo como tantas oscilaciones de la frecuencia de Compton para una partícula determinada», anuncia.

Müller espera impulsar su técnica para partículas aún más pequeñas, como los electrones o positrones incluso, en este último caso, con la creación de un reloj de antimateria. Este físico tiene la esperanza de que algún día será capaz de decir la hora usando las fluctuaciones cuánticas en el vacío.

Científicos revierten el envejecimiento en ratones

Investigadores de la Universidad de Harvard creen que pronto puede ser posible regenerar órganos humanos, segun un estudio publicado en la Revista Nature

La búsqueda de una cura para el envejecimiento ha dado otro paso adelante tras una nueva investigación que ha logrado revertir el proceso de envejecimiento en ratones. El tratamiento experimental no sólo frenó el proceso de envejecimiento, sino que ha logrado rejuvenecer órganos. En un futuro, sería posible administrar tratamientos similares a pacientes humanos en un esfuerzo para combatir los problemas relacionados con la edad tales como demencia, enfermedad del corazón y apoplejías.

«Esto podría llevar a estrategias que mejoren el potencial de regeneración de órganos como la edad de los individuos y así mejorar su calidad de vida», dijo el líder del estudio, Ronald DePinho. «Si ésto sirve para aumentar la longevidad es una cuestión que aún no estamos en condiciones de responder».

El proyecto frustrado de Atlantropa

En la década del 20, un arquitecto de la Bauhaus alemana llamado Hermann Sörgel, ideó un plan que consistía en bajar el nivel del mar Mediterráneo nada menos que 200 metros, ampliando así la superficie europea y crear de éste modo una superficie equivalente a la legendaria Atlántida. Este nuevo Continente se denominaría «Atlantropa».

Las nuevas tierras, que pertenecerían políticamente a Europa, conectarían el viejo continente con África y de paso podría irrigarse el desierto del Sahara y crear lagos interiores artificiales en África, ampliando los lagos ya existentes.

La idea parecía realmente muy fácil de aplicar, consistía aprovechar la diferencia de nivel entre el Mediterráneo y el Atlántico para generar energía eléctrica, por medio de una presa gigantesca en medio del estrecho de Gibraltar, que permitiría interrumpir el flujo de agua del Atlántico hacia el Mediterráneo. Y con el agua sobrante, crear un sistema de bombeo hacia el Sáhara para hacerlo cultivable.

El proyecto también incluía la creación de un puente para unir Túnez e Italia y la construcción de otra presa para aprovechar las crecidas del río Congo que inundaría los bosques que ocupaban la mayor parte de ese país. Así se crearía un inmenso lago artificial que estaría conectado con el menguante lago Chad, más al norte, que pasaría a convertirse en un «mar» interior, y desde el que nacería un «segundo» Nilo, que irrigaría el desierto y acabaría desembocando en el Mediterráneo.

Gran parte del Mediterráneo debía secarse… hablamos de una superficie de 660.000 kilómetros cuadrados, (La extensión de Francia y Bélgica juntas).

Pero éste no era el pensamiento principal del proyecto. El plan de Sörgels era la creación de una fuente de energía enorme en forma de una central hidroeléctrica: 88.000 metros cúbicos por segundo obtendrían 50.000 megavatios, de los cuales Europa y África del norte se podrían proveer totalmente. Continuar leyendo «El proyecto frustrado de Atlantropa»