La naturaleza de las matemáticas nunca deja de sorprendernos. Aquí dejamos una pequeña muestra de ello:
111.111,111 X 111,111.111 = 12.345.678.987,654321
La naturaleza de las matemáticas nunca deja de sorprendernos. Aquí dejamos una pequeña muestra de ello:
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Cuando vi estas imágenes en The Watchismo Time, un sitio dedicado a los relojes, no lo podía creer. Se trata de un reloj de bolsillo Lancaster, fabricado entre los años 1886 y 1890; Como podemos apreciar en la fotografía, tiene un pequeño mecanismo de aumento y un sistema similar al de las cámaras obscuras; Este diminuto artefacto no podía faltarle a un agente secreto de la Inglaterra victoriana que se preciara de tal.
Aunque las primeras versiones tuvieron algunos inconvenientes, se podían tomar perfectamente fotografías de documentos escritos, planos o mapas. En la actualidad solo se conoce la existencia de cuatro modelos originales.
La imágen de arriba nos muestra una potente arma de calibre 0,6, en un estuche de cuero con aspecto de cartera para evitar ser decubiertos. O mejor dicho descubierta, pues se trata de un anillo de mujer, con revolver incluído. Sorprendente no? Más información y características de éste objeto en: Femme Fatale
Debajo, un modelo diseñado para hombres, el mecanismo es similar al anterior.
Un arma del año 1890, diseñada en el interior de un encendedor de bolsillo. Actualmente se podría dar uso de éste tipo de artefactos para hacer cumplir la Ley antitabaco. :)
Damos por finalizado éste recorrido con algunos otros ejemplos de los que representó la tecnología del siglo XIX para el espionaje…
Entre las armas de bolsillo más extravagantes, presentadas en las siguientes imágenes podemos encontrar: El crucifijo pistola de 9 mm; Una llave revolver, cuyo calibre es nada menos que 22 mm y una pistola para usar debajo de la manga del año 1800.
El Planeta Tierra guarda lugares a los que el hombre todavía no ha llegado. En tiempos en los que los medios de comunicación nos acercan hasta los lugares más remotos, y la velocidad de la información nos mantiene ocupados de los acontecimientos más trascendentales de todo el mundo, existen lugares inóspitos que el hombre no ha visitado jamás, y que tal vez nunca lleguen a ser vistos por nuestros ojos. Para hallar éstos lugares, New Scientist se propuso descubrir: «los últimos lugares en la Tierra». Según varios estudios de relevancia, existen muchos lugares en éstas condiciones para elegir: montañas aún no escaladas, cuevas sin explorar, desiertos no cartografiados, tribus sin contacto con el mundo exterior e islas deshabitadas. A continuación expondremos algunos de los que se detallan en el informe:
Bienvenidos a lo que queda del Mar de Aral, que 40 años atrás cubría 68.000 kilómetros cuadrados. Ahora, la mayor parte ha desaparecido, como resultado del uso del agua de sus afluentes para el cultivo del algodón, que dejó 50.000 kilómetros de un desierto que aún no figura en los mapas.
Los satélites lo han fotografiado, pero pocos han explorado su suelo para confirmar esas imágenes satelitales. El resto es tierra incognita.
Uno de los lugares más remotos es la isla Bouvet. Desde su descubrimiento, en 1739, pocas personas han pisado su suelo, cubierto en gran parte por hielo, y desde 1971 es una reserva natural. El único vestigio humano es una estación de meteorología automática.
Todavía existe tierra por descubrir, si uno sabe dónde buscar. A medida que los hielos polares se derriten por efecto del calentamiento terrestre, aparecen islas hasta entonces escondidas debajo de los hielos llamados eternos. La última en ser descubierta es Uunartoq Qeqertoq, cerca de la costa oriental de Groenlandia, así bautizada por el explorador Denis Schmitt en 2005.
Desde las islas polares hasta ciertos remotos desiertos, existen incontables áreas que aún hoy siguen siendo vírgenes. Que muchos de estos lugares no hayan sido visitados responde a una razón; Nadie quiere hacerlo. En el mundo de los exploradores, lo que interesa es conquistar sitios a los que los demás desearían haber llegado primero. En éste contexto, existen numerosas montañas que todavía no han sido escaladas y que muchos quisieran escalar. En el tope de la lista está Gangkhar Puensum, la montaña más alta de Bután, con 7541 metros. Los tres intentos de alcanzar su cima han fracasado y, desde 1994, Bután prohíbe escalar montañas de más de 6000 m por respeto a creencias religiosas.
La muerte de toda lengua es una tragedia, pero algunas son más graves que otras. Un puñado de lenguas en peligro son los últimos refugios de raras formas de lenguaje que, una vez desaparecidas, se habrán ido para siempre. Una es el tofa, hablado por unos pocos nómadas de las montañas de Sayan en Siberia. En la década del 50, el gobierno soviético los obligó a aprender ruso y a abandonar su forma de vida tradicional. Hoy, sólo 25 personas hablan tofa, lengua que posee un sufijo – sig – que significa «huele a» , al que se le pueden adjuntar palabras como ivi «reno», para describir a alguien que huele a reno. Ninguna otra lengua posee sufijos de este tipo.
Cuando los biólogos buscan vida, suelen encontrarla. Hay dos notables excepciones: ciertas extensiones de la Antártida y Groenlandia, lo que no resulta para nada sorprendente. Pero existe otro más misterioso: una zona llamada Yungay, en el corazón del desierto de Atacama, Chile: la única extensión de tierra seca que parece no albergar vida en su superficie.
Durante la revolución cultural china, el dongba fue prohibido y miles de manuscritos fueron destruidos. Hoy, menos de 60 monjes saben escribir y leer el dongba, aunque actualmente hay esfuerzos gubernamentales por rescatarlo.
El 9 de agosto de 2006, unos veleros que navegaban alrededor de Tonga fueron testigos de una erupción volcánica submarina del Home Reef, al sur de la isla Late. Tres días después, la tripulación del velero noruego Maikenm pudo observar una isla que no figuraba en las cartas náuticas.
New Scientist Magazine © 2007. Distribuido por Tribune Media Services