La legendaria leyenda del Dorado fue descubierta, según informa la experta Julia Mayo, en Panamá. Este hallazgo sería el más importante del mundo de la arqueología de los últimos 70 años. El Dorado fue el sueño de riqueza de los españoles hace más de 500 años.
‘Se ha encontrado “El Dorado de Panamá” y éste se halla en Coclé’, en El Caño, unos 180 kilómetros al oeste de la capital panameña, dijo Mayo, en referencia a la leyenda de los españoles en busca de grandes tesoros de oro hace cinco siglos. El descubrimiento, de hecho aparecerá en la edición de enero de la revista ‘National Geografic’ (NG) para América Latina, con su portada dedicada a una de las figuras localizadas a raíz de nuevas excavaciones en desarrollo desde hace unos cuatro años.
Mayo, asociada del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y presidenta de la Fundación El Caño, al mando de 30 especialistas desarrolló nuevos estudios en el sitio con auspicios de NG y de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senacyt). Los investigadores hallaron junto a un centro ceremonial funerario marcado por columnas basálticas donde individuos permanecían atados, seis tumbas donde fueron enterradas personas de alto rango, cubiertas de oro, hueso y piedras semipreciosas y preciosas. Continuar leyendo «Descubren «El Dorado» en Panamá»
Muchos aventureros han luchado, asesinado y saqueado en el curso de la búsqueda de El Dorado. A menudo, también han ofrendado sus propias vidas persiguiendo algo que quizá no haya sido más que un sueño generado por la codicia.
Todo empezó cuando los españoles invadieron el imperio de los incas, en el Perú, en 1532 y descubrieron una fastuosa acumulación de oro que incluía muchas y bellisimas obras de arte. Los invasores ocuparon la ciudad de Cuzco y apenas podían dar crédito a sus ojos cuando vieron el botín que estaba a su disposición.
En Cuzco, las paredes del templo del emperador estaban enchapadas en oro, e incluso las cañerías que conducían el agua estaban hechas del precioso metal. Los españoles invadieron el imperio inca y capturaron al emperador, Atahualpa; Luego pidieron por él un rescate increíble: exigieron que se llenase de oro una enorme habitación de 7.0 X 5.0 metros hasta una altura de más de 2,50 metros. Los incas pagaron el enorme rescate, pero los invasores, dirigidos por Francisco Pizarro, pisotearon el acuerdo y asesinaron a su rehén a sangre fría.
No satisfechos con las formidables riquezas de que se habían apoderado, los conquistadores, en un alarde de rapacidad y de crueldad, desmantelaron el Imperio de los incas y lo despojaron de la mayor parte de sus riquezas. La codicia de los invasores no hizo sino crecer cuando oyeron relatos según los cuales existían tesoros aún más grandes en el norte, más allá de las fronteras del imperio inca, en un sitio que la gente llamaba El Dorado. Los mitos y las leyendas que rodeaban El Dorado eran muchas y variadas: algunos afirmaban que se trataba de una ciudad perdida; otros, que era un templo repleto de tesoros, escondido en lo profundo de la selva; hubo incluso quienes afirmaban que El Dorado era una montaña de oro macizo. Una de las teorías que actualmente gozan de mayor aceptación, sin embargo, sostiene que El Dorado era una persona: probablemente el jefe del pueblo chibcha (o muisca).
Los chibcha ocupaban el extremo norte de los Andes, y su jefe residía en la región donde hoy se levanta la capital de Colombia, Bogotá. El Dorado recibió ese nombre debido a la ceremonia chibcha que señalaba u ascenso al trono. El rito comenzaba cuando el pueblo se reunía a orillas del lago de Guatavita, de forma circular y rodeado de altas montañas; las celebraciones duraban varios días; en el momento culminante, el jefe que ascendía al oro, rodeado por sus sacerdotes, embarcaba en una balsa de juncos, que era conducida hasta el centro del lago. Se quemaba incienso y las flautas entonaban su misteriosa música, que se difundía sobre las aguas. Una vez la balsa estaba en el centro del lago, el nuevo jefe chibcha era desnudado y todo su cuerno se revestía con polvo de oro. Mientras el sol producía resplandores en su cuerno, el nuevo jefe cogía objetos de oro y los dejaba caer en el lago, como una ofrenda a los dioses de su pueblo. El ejemplo del jefe era seguido luego por el pueblo reunido en las orillas; cada uno aportaba su tributo, arrojando objetos de oro al agua. Así fue como el fondo del lago Guatavita llegó a contener una de las más ricas colecciones de objetos de oro del Nuevo Mundo. Curiosamente, el pueblo chibcha, el pueblo de El Dorado, no poseía yacimientos de oro propios. Continuar leyendo «Enigmas : En busca de «El Dorado»»
El Dorado era un lugar mítico en América. Se suponía que tenía grandes reservas de oro y los conquistadores españoles lo buscaron con gran empeño, atraídos por la idea de un lugar con calles pavimentadas de oro, en donde el preciado metal era algo tan común que se despreciaba. Muchos de ellos murieron en el intento por descubrir la ciudad, ya que las largas expediciones transcurrían por la selva y a la dureza del terreno había que unir la falta de provisiones.
Se cree que la leyenda de El Dorado fue difundida por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, que al conocer un relato de la tradición de los aborígenes chibcha, confundió parte del relato con una ciudad oculta llena de riquezas.
Estos aborígenes realizaban un rito, por el cual cubrían a su cacique de piedras preciosas y luego él se sumergía en las aguas del lago. Sobre el lago aparecía una mancha amarilla (del oro y las piedras preciosas), luego los indios arrojaban oro al fondo de la laguna. Este bien podría haber sido un rito iniciático, de coronación, o bien una ofrenda anual al Dios Sol.
Este ritual, conocido como rito del hombre de oro, podría haber sido el origen de la leyenda de El Dorado entre los conquistadores.
El comienzo de la leyenda
Desde Cristóbal Colón en adelante, cada una de las sucesivas expediciones europeas tenían como finalidad el hallazgo del tan ansiado oro. No escaparon a esta fiebre ni siquiera los monarcas de la vieja Europa, los que financiaron la mayoría de las expediciones al Nuevo Mundo con esa finalidad. Los registros históricos demuestran que las coronas de España, Portugal, Francia e Inglaterra dieron especial importancia a aquella clase de expediciones.
Debido al enorme riesgo que significaba por aquellos días esa clase de viajes, es evidente que quienes los realizaban eran aventureros cuya única meta era la de enriquecerse fácilmente, y que no repararían en los medios para conseguirlo. Es de esta forma que comienza la exploración del nuevo continente. En 1530, tan solo 38 años después del descubrimiento de América, las expediciones españolas se adentraron en territorio de la actual Colombia fundando poblaciones y sometiendo a las tribus locales. Gonzalo Jiménez de Quesada y Sebastián de Belalcázar, fundadores de la ciudad de Bogotá, se enteraron de una leyenda local en la que una antigua tribu, probablemente los Chibchas, ungían a su nuevo rey con una ceremonia especial.
Esta ceremonia consistía en revestir al heredero con polvo de oro habiendo revestido su cuerpo previamente con lodo, construir una gran balsa en la que se embarcaba el futuro rey con cuatro de sus principales jefes y una gran cantidad de gonzalo jiménez de Quesadaofrendas en oro en un lago profundo. Cuando el nuevo rey llegaba al centro del lago, arrojaba al fondo del mismo las ofrendas y se bañaba en él, de forma que el polvo de oro que revestía su cuerpo también fuera ofrendado.
Otra leyenda sobre El Dorado está relacionada con el imperio incaico, el más rico y mejor organizado de América del Sur. Cuando llegaron los conquistadores, ocuparon la capital y apresaron al Inca Atahualpa. Dice la leyenda que, cuando algunos súbditos del Inca se enteraron de la caída de su rey, tomaron la mayor parte del tesoro del imperio y lo arrojaron al fondo de un lago.
Algunas Expediciones en busca de El Dorado.
Desde el año 1530, momento en que se creara el mito de semejante lugar, se han realizado numerosas expediciones a través de la majestuosa vegetación del Amazonas para encontrar la maravillosa ciudad inca de Paititi.
Tal es así que Francisco de Orellana y Gonzalo Pizarro partieron de Quito en 1541 hacia el Amazonas en una de las más fatídicas y famosas expediciones para encontrar El Dorado.
Recientemente (2002), una investigación a la selva amazónica del Perú encabezada por el polaco-italiano Jacek Palkiewicz dió a conocer el lugar exácto donde se supone está localizada la mítica ciudad dorada. Los resultados de dicha expedición se pueden leer en el siguiente vínculo : Exploradores internacionales encuentran el Dorado.
El Dorado incaico en la actualidad
Mas realista y mejor documentada aparece la búsqueda de una ciudad Inca más rica que el propio Cuzco. Documentación recientemente hallada en los archivos del Vaticano hacen referencia a una solicitud hecha por los Jesuitas y aceptada por el Papa, de buscar y convertir a la Santa Fe a una ciudad escondida en la selva peruana llamada por los indígenas Paititi. Dicha ciudad habría sido fundada por Inkari, el mítico fundador del imperio Inca.
Muchos investigadores creen en la existencia de dicha ciudad. Muchos de los secretos incas permanecen ocultos, como Machu-Pichu estuvo oculta por siglos. La inaccesibilidad de la región, con una muy densa selva, llena de caudalosos e intransitables ríos, enormes precipicios e insondables pantanos.
Choquencacha es la última ciudad incaica hacia oriente. Es una ciudad que posee grandes ruinas del imperio de los Incas. Más al oriente de esta ciudad, se encontraría Paititi. Adentrándose en la selva, expedicionarios encontraron una serie de extrañas formaciones piramidales, a las que llamaron “pirámides de Paratoari”, pero no pudieron determinar si se trataba o no de formaciones naturales.
Aún hoy, nuevas expediciones arqueológicas continúan hallando ruinas en la selva que rodea al río Madre de Dios, lo que permite continuar alentando la posibilidad de que Paititi, posiblemente El Dorado, exista en algún rincón de la selva peruana. Algunos exploradores, empleando modernas técnicas, han informado que hallaron un lago con extrañas e intrincadas cavernas sumergidas, donde posiblemente se hallen los tesoros escondidos por los Incas. Pero su exploración es muy difícil, por lo que es posible que pasen varios años antes de que se puedan tener noticias acerca de este posible descubrimiento.
De todas formas, los modernos buscadores de El Dorado continúan la incesante búsqueda que lleva ya quinientos años.