La espeluznante historia del Faro de Eilean Mor

Lo acontecido en la isla de Eilean Mor no es una leyenda, sinó una de las historias más espeluznantes ocurrida en las remotas costas escocesas. Si acudiésemos a un adivino o consultásemos el horóscopo, nos diría que continuemos leyendo éste relato de misterio para descubrir una increíble historia.

Tal vez estés cansado de leer cuentos de personas desaparecidas, tragedias no resueltas que quedan pendientes. O de buscar en algunos sitios de tarot respuestas a algunos de los misterios más grandes del universo, pero ésta historia es distinta y nos traslada a las islas remotas de las costas de Escocia donde en Diciembre de 1900, ocurrió algo que todavía sigue sin resolver.

La noche del 26 de Diciembre de 1900, un pequeño barco se adentró en las Islas Flannan de las Hébridas, rumbo a una isla enana: Eilean Mor. A día de hoy, este trozo de tierra peculiar suspendida en el océano llama la atención solamente por un aspecto, por su faro.

Las únicas personas que habitan Eilean Mor son los guardianes del faro. Aunque es cierto que en la actualidad los faros están automatizados y la tecnología sustituye a la mano de obra humana, hasta no hace mucho, en este isla solía haber tres fareros, tres personas que trabajaban durante varias semanas seguidas, para ser sustituidos después por un equipo nuevo.

Eso es lo que se pretendía hacer esa noche del 26 de Diciembre de 1900, sustituir a Thomas Marshall, el segundo ayudante, a James Ducat, el guardián principal, y a William McArthur, el tercer asistente. En aquella ocasión, esos tres hombres serían devueltos a sus casa para dejar en la isla a un sólo hombre, Joseph Moore.

Sin embargo, aquella fue una noche muy larga. Cuando el capitán del barco James Harvey, llegó a tierra junto con Joseph, hicieron sonar la bocina de llegada y además, lanzaron una bengala. No recibieron respuesta. Esto no era normal, así que no dudaron en vestirse con los impermeables y hacer frente a una larga caminata para llegar al faro.

No encontraron nada, pues no había ni rastro de los tres guardianes del faro. La mesa estaba aún dispuesta para una cena que nunca terminaron, y los relojes, absolutamente todos, se habían detenido. Algo raro había ocurrido.
Llamaron por radio a comandancia y a seguridad civil para anunciar de la desaparición de los 3 hombres. La persona destinada a llevar a cabo las investigaciones fue Robert Muirhead, policía, responsable de la junta de reclutamiento de vigilantes de faros y además, amigo de aquellos tres hombres.

Lo primero que hizo Muirhead fue leer el registro de actividad del faro, es decir, las notas que los guardianes dejaban reflejado a modo de diario personal, donde se registraba todo aquello peculiar que sucedía en el mar o la isla. La última entrada fue del 12 de Diciembre, ahí donde Thomas Marshall, el segundo ayudante, escribió: “tenemos vientos severos, nunca antes había visto algo así. Es terrible. William McArthur, el tercer asistente, no para de llorar”.

Aquello fue realmente extraño, puesto que todos los que conocían a William McArthur sabían que era un navegante muy experimentado, y un hombre aficionado al whisky, ¿por qué lloraría por una tormenta y unos vientos fuertes?

Nadie pudo obtener ninguna pista. Lo único que tenían era un faro solitario, relojes detenidos a la hora de la cena, una silla volcada y lámparas de petróleo consumidas. Ni rastro de los tres guardianes. Sólo esperaron que el mar trajera sus cuerpos en los próximos días, porque probablemente hubieran muerto en la tormenta o en los vientos. Nadie podía desaparecer porque sí, y menos aún, tres hombres.

Sin embargo, el mar no trajo nunca ningún cuerpo. Nunca se supo nada, pero los siguientes guardianes que ocuparon el faro de Eilean Mor, siempre tuvieron clara una cosa: que los tres hombrTres sombras oscuras aparecían y desaparecían. Tres corrientes frías que erizaban la piel en noches de tormenta, tres presencias silenciosas que hacían imposible poder pasar más de un día en Eilean Mor, llegando a tal punto, que muchos se sintieron aliviados cuando el faro quedó mecanizado por un ordenador.

Nadie fue nunca capaz de enfrentarse a esas tres supuestas sombras y preguntarles qué había ocurrido allí, cuál había sido el final. Todavía es un misterio.