En junio de 1936 Max Hahn y su esposa Emma estaban en un paseo al lado de una cascada cerca de Londres, Texas, cuando se percataron de una roca con un trozo de madera que sobresalía de ella de forma muy curiosa. Decidieron tomar la rareza y llevarla a casa; Más tarde la abrieron con un martillo y un cincel. Lo que encontraron dentro terminó conmocionado a la comunidad arqueológica y científica. Incrustado en la roca, había un martillo.
Un equipo de arqueólogos analizó éste descubrimiento y los estudios fecharon la roca que encierra el martillo en más de 400 millones de años. El martillo en sí resultó tener 500 millones de años en el estudio de carbono 14. Además, una sección del mango de madera había comenzado la metamorfosis en carbón. La cabeza del martillo, hecha en más de su 96% de hierro, es mucho más pura de lo que la misma naturaleza podría haber logrado sin la ayuda de métodos de fusión relativamente modernos.