La fotografía conseguida por el niño de 13 años, Roberto Pascual Di Stéfano, a las 15 horas del miércoles 27 de diciembre de 1978 ha sido considerada por los expertos como una de las mejores que han sido tomadas en Argentina.
El hecho ocurrió en los cielos de la ciudad argentina de Renalagh, a unos 60 kilómetros al sur de Buenos Aires.
Ese día, el muchacho se encontraba en su domicilio. Había estado mirando la televisión y hacia las 14.30 horas apagó el receptor. Salió al jardín y se dispuso a jugar con su perro. En la parte posterior de la casa existe un terreno arbolado de unos 25 x 15 metros. Allí hay una piscina y el niño pensó en darse un baño. Primero jugó con su perro: le lanzaba un palo y éste lo recogía, devolviéndoselo a su pequeño amo. Y así permanecieron largo rato.
Hasta que en una de las ocasiones en las que Roberto Pascual se disponía a lanzar el palo, le pareció ver «algo» extraño de reojo.
«Cuando miré distinguí claramente un ovni. Parecía flotar en el aire. Quizá estuviera a unos 300 o 400 metros de distancia. Pero lo veía muy bien entre las ramas de los árboles. Al principio me asusté un poco. Había aparecido de golpe y porrazo. Tampoco escuché ruido… Pensé de inmediato en la cámara fotográfica y también en otras muchas cosas. Todo a un mismo tiempo. Quería irme, pero también deseaba quedarme, para no perderme el «espectáculo». «Terminé por correr en busca de la cámara. Yo había visto ovnis en otras dos ocasiones y también hice fotos, pero me salieron muy mal. En las copias sólo aparecieron unos puntitos muy pequeños».
El caso es que al regresar al jardín, el platillo seguía inmóvil en el mismo sitio. Parecía como si estuviera colgado de un cable. Sin perder el tiempo busqué una abertura entre las ramas de los árboles y saqué la foto. Después, a los pocos segundos, comenzó a moverse de arriba abajo y hacia los costados y terminó por alejarse a una velocidad tremenda al tiempo que tomaba altura.
No sé qué pensar -subrayó el muchacho- pero fue como si el ovni hubiera esperado a que yo le hiciera la fotografía…
Én total debió permanecer suspendido en el espacio unos diez minutos.
– ¿Sabes si algún vecino de la zona lo vio también?
– No lo sé porque no quise contar ni preguntar nada. Las dos veces anteriores que vi ovnis hace de esto unos cuatro o seis meses, al contado en casa, mis padres me dijeron poco menos que estaba loco. Ahora fue diferente. Ahora no han tenido más remedio que creerme.
– ¿De qué color era el ovni?
– La cúpula parecía roja-amarillenta. La parte inferior, en cambio, destacaba por su tono rosado, bastante oscuro. Era casi colorado.
– ¿Recuerdas algún otro detalle?
– Me pareció ver cómo de la parte central salían «ondas» que se alejaban rápidamente. Algo parecido a las ondas que se forman cuando se arroja una piedra al agua pero fue muy fugaz.
Tras una serie de comprobaciones, los expertos rechazaron la posibilidad de un truco fotográfico. En este sentido, Sergio Gonzálvez, jefe de fotografía del diario. La Razón de Buenos Aires, señaló que el cuadro correspondiente a la toma es el número 16 y que estaba unido al resto de la película. Agregó, además, que aparecía, como es habitual, la marca de la misma y el número de cada una de las tomas, lo cual indica que no fue cortada a fin de manipulada.
La nitidez de la foto permitió comprobar igualmente en el negativo que la gama de los grises era coherente, por lo cual no pudo haberse tratado de una fotografía preparada especialmente para ser reproducida con la cámara.