La columna vertebral esta formada por fibrocartílagos, que son como pequeños colchones entre los huesos, los fibrocartílagos se expanden en ausencia de la gravedad y por ese motivo un astronauta puede aumentar hasta 3 centímetros en ausencia de la misma.
Aunque éste dato sea muy curioso, les sorprenderá saber que lo mismo nos ocurre a todos mientras dormimos ya que cuando estamos durmiendo hay menos atracción de la fuerza de gravedad, por lo tanto, nuestras columnas están libres para expandirse más que si estamos despiertos.
Sin embargo, tanto en el caso de los astronautas como en el de nuestro ensueño, la columna vuelve a su estado natural cuando la fuerza de la gravedad es normal. El astronauta al regresar a la tierra y nosotros al levantarnos de la cama. ¿Curioso NO?
Las últimas noticias que ha dado La NASA respecto a la nave robótica, es que esta ya ha dejado atrás la llamada heliopausa, zona en que los vientos solares parecerían que detienen su carrera, o al menos, los sensores ya no lo detectan.
Este límite aparentemente sobrepasa casi por el doble el límite de la nube de Oort, o sea que se estimaban un año luz de distancia para este último y casi dos años luz para el fin de la heliopausa.
Por las razones antedichas, es algo menor que lo deducido. De todas formas, el viaje de la Voyager I, ya avanza por el espacio interestelar.
La misión iba a durar solo 5 años, pero ya van muchos más. Actualmente se encuentra más allá de los límites del Sistema Solar cuando su misión original era sólo visitar Júpiter, Saturno y los satélites. Es una veterana de 33 años y funcionando.
El 5 de septiembre de 1977 fue lanzada desde Cabo Cañaveral en Florida, curiosamente después de la Voyager 2. Cuando completó algunas misiones en el Sistema Solar, en los años 79 y 80, descubrió atmósfera en Titán. En la NASA tomaron la decisión de que se desviara de su ruta para estudiar más este satélite, improvisación con la que sacrificaban el resto de sus misiones planetarias, encargadas desde allí al Voyager II.
A partir de entonces, su destino fue totalmente diferente. Al modificar su ruta se dirigió al borde de nuestro Sistema Solar para localizar y estudiar sus límites. Para poder mantenerse operativa durante tantos años contaba, además de los paneles solares-poco importantes ya en esa parte del camino-, con tres generadores nucleares que le permitieron seguir funcionando tan lejos del Sol.
Porta sobre el casco un disco con músicas e imágenes que retratan la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Se incorporó a la nave para dar a conocer la existencia de vida civilizada en nuestro planeta a cualquier posible forma de vida inteligente que se tope con él.
Debido a la obsolescencia, no ha podido mandar- al atravesar felizmente la nube de Oort- ninguna foto, ni hacer otro gran descubrimiento de objetos espaciales.
La automatización, cada vez mayor de los telescopios permiten ir encontrando objetos cada vez más asombrosos.
Se han descubierto ya dos asteroides, pequeños cuerpos rocosos, de no más de 100 metros de diámetro, no esféricos, que co-orbitan junto a la Tierra.
Comparten la órbita terráquea en una forma harto extraña, por la interacción de la gravedad Solar y de la Tierra.
El hasta ahora mejor estudiado es el 2002 AA29, que efectúa la órbita llamada en “herradura” que coincide en alejamientos y acercamientos “pendulares”: Se adelanta en la trayectoria de la Tierra desde una cercanía de 2.000.000 de Kilómetros, pasa por el otro lado del Sol y se va frenando hasta acercarse por el otro lado de la órbita a 2.000.000 de kilómetros, acelerando inversamente hasta lograr el punto inicial y volver a comenzar, en un período de 95 años, hoy.
Pero cada vez el acercamiento es mayor y habrá una posición que hará acompañamientos en acercamiento más largos, hasta que la gravedad de la Tierra domine a la Solar y este se convierta en el segundo satélite natural, junto con la Luna.
El otro asteroide con órbita en herradura es el asteroide Cruithne 3753, que terminará siendo el tercer satélite natural terrestre.
Fechas tentativas de estos dos acontecimientos satelitales, cuarto y quinto milenio, respectivamente. Para entonces habrán sido muy estudiados y visitados siglos antes.