Una ventana hacia el futuro.

La NASA lanzó el telescopio espacial Glast, un gran aparato que puede observar el universo mediante rayos gama.

El telescopio abrirá una nueva ventana sobre el universo y buscará señales que expliquen los mecanismos de aceleración de los pulsares. Además, rastreará vestigios de las supernovas y de los núcleos de galaxias activos.

Este aparato permitirá arrojar luz sobre numerosos misterios, como el de la materia oscura que forma cerca del 25% del universo. «Nos dará una visión espectacular de rayos gama de alta energía», aseguró recientemente a la prensa el científico David Thompson, segundo a cargo del proyecto.

Durante el primer año de la misión, Glast estará encargado de la cartografía completa de la bóveda celeste con una sensibilidad sin precedentes. El aparato dará una vuelta completa a la Tierra cada 90 minutos, lo que otorgará una visión del conjunto del cielo en dos órbitas, período equivalente a tres horas.

El costo total de la misión, incluido el lanzamiento, asciende a 690 millones de dólares, de los cuales 600 millones fueron financiados por Estados Unidos. El restante 10% incluye participación de Alemania, de Francia, de Italia, de Japón y de Suecia. Glast tiene una vida útil calculada en cinco años, con posibilidad de prolongarse hasta diez años.

Los mitos urbanos de la NASA

La NASA es un gran organismo. No sólo por su tamaño (y discutiblemente su presupuesto), sino por lo que hace. Todo lo que hace mueve la imaginación de las personas: se trata del espacio. El espacio es esa frontera futurista donde todo es posible, donde se piensa en vida extraterrestre, en viajes por planetas, en la falta de gravedad. Todo eso llama la atención de las personas. De ahí que la NASA sea una gran fuente de mitos urbanos, buenos y malos, verdaderos o falsos…

Un mensaje extraterrestre.

Eran exactamente las 23:16 del 15 de agosto de 1977 cuando el radiotelescopio Big-Ear de Delaware recibió una extraña señal. Venía del espacio exterior «en la dirección de Sagitario» y duró 37 segundos. La señal no se grabó, pero fue registrada por la computadora del observatorio, una vieja IBM con un mega de disco rígido. Unos días más tarde, Jerry Ehman, un joven astrónomo de la Universidad de Ohio State, descubrió revisando los registros la señal anómala más intensa jamás detectada por un telescopio. Al margen de la combinación alfanumérica (“6EQUJ5“), Ehman anotó la palabra “Wow!”, que le dio nombre a la señal. El extraño código provenía desde una dirección en la que la estrella más cercana está a unos 220 años luz. Todavía hoy nadie puede dar una explicación acerca de qué o quién lo emitió. Algunos piensan que se trató de una auténtica señal de una civilización extraterrestre con un transmisor de gran potencia. Otros, más escépticos, creen que fue provocada por un acontecimiento astronómico de enorme potencia.